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El torrijismo murió con Omar Torrijos

Actualizado
  • 20/05/2024 00:00
Creado
  • 18/05/2024 14:15

Con la muerte de Omar Torrijos en 1981, el PRD empieza un proceso de reorganización interna y tácticamente sus ideólogos proponen la adopción y “mitificación” de la figura de Torrijos [...]

El Partido Revolucionario Democrático (PRD) fundado en 1979 nace frente a una coyuntura histórica muy particular y que tiene relación con compromisos adquiridos por parte del mismo general Omar Torrijos Herrera, en torno a la “apertura democrática” y el conocido “repliegue hacia los cuarteles”.

La misión con la creación del PRD era básicamente contar con una organización de corte popular que aglutinara a todos los cuadros políticos del llamado “torrijismo” tanto de izquierda, centro y derecha. El PRD de acuerdo a Torrijos debía ser un interlocutor efectivo entre las necesidades de la población y la cúpula del poder cívico-militar que lograse disputarle la hegemonía que de paso tuvieron los denominados partidos de la oligarquía.

No se planteó en ningún momento que fuera un “partido más de la oligarquía”, sino todo lo contrario. Que respondiera al clamor de la sociedad en sus rincones más apartados y que sus líderes no actuaran en base al lucro personal, sino a un proceso de empatía con los más necesitados que debiera traducirse en obras de bienestar común.

Es indudable que Omar Torrijos realizó obras consideradas “revolucionarias” para su tiempo, sin embargo, las mismas responden a una estrategia por contener el aumento del descontento popular que venía escalando tanto en Panamá como en la región. De igual manera, otros líderes llamados populistas, en América Latina como Juan Domingo Perón (Argentina), Lázaro Cárdenas(México), Getulio Vargas (Brasil) y Paz Estensoro en Bolivia realizaron obras y reformas que apuntaban a beneficiar a los sectores campesinos, obreros y estudiantiles fundamentalmente, pero para lograr un equilibrio interno de su gestión.

Con la muerte de Omar Torrijos en 1981, el PRD empieza un proceso de reorganización interna y tácticamente sus ideólogos proponen la adopción y “mitificación” de la figura de Torrijos para darle un “toque” popular a la agrupación política. El mismo fenómeno está ocurriendo con otros líderes ya difuntos como Perón y el propio Arnulfo Arias Madrid en su momento.

Estamos hablando de partidos políticos que se agitan y accionan bajo la sombra de líderes difuntos y de los mitos tejidos en torno a ellos. Estos mitos construidos de manera consciente o no, contribuyen a exacerbar los ánimos de una masa política, de la cual se espera una lealtad ante futuros eventos en los que se expone el acceso al poder de los partidos políticos también llamados populistas.

Ahora bien, ninguno de los partidos políticos y sus dirigentes hasta donde existe referencia pudieron emular las acciones de sus reconocidos fundadores. Todo lo contrario fueron absorbidos por el sistema que tanto criticaron en su momento y entraron irremediablemente en el juego “de la democracia burguesa” como en su momento, sus seguidores ideológicos así la calificaron.

En el caso del PRD, como podemos constatar hubo no solo un desfase entre el discurso populista y las acciones de sus líderes, sino que hasta las malas prácticas clientelistas que tanto cuestionaron fueron asumidas a nombre de lo que sus exponentes calificaron como estrategia política. Hasta el mismo lenguaje de la partidocracia de la que un tiempo el PRD intentó mantener distancia al final fue utilizado por los auto llamados líderes torrijistas para articular sus discursos de barricada. Las alianzas con partidos de la oligarquía, acuerdos de recámaras con figuras de la derecha, enriquecimientos a costa de la política y una invocación sin sonrojo a la conocida frase “el fin justifica los medios”, de Nicolás Maquiavelo, son parte de las prácticas de este colectivo.

En la entrada del local principal del PRD en la avenida México hay varias fotos de Omar Torrijos con su uniforme verde oliva y su tabaco en la mano muy característico. Pero es solo eso, no dejan de ser fotos.

El autor es sociólogo y docente