El sistema carcelario, Colón
- 09/06/2024 23:00
- 07/06/2024 14:06
[...] se trata de celdas de la Edad Media, en medio del siglo XXI; además, si observamos con detenimiento, el cuartel presenta una infraestructural frontal un poco moderna y el lugar de detención establece una contradicción inusual. Asimismo, algunos de sus oficiales de turno, son bestias uniformadas [...] Un sistema penitenciario tiene por objetivo el cumplimiento de penas contempladas en el sistema judicial; “especialmente las de reclusión, cuyo propósito, en el derecho penal contemporáneo y el derecho penitenciario, es la reinserción social del condenado”.
Sin embargo, los centros penitenciarios en el país son verdaderas mazmorras, sitios inhumanos donde se tortura física, emocional y espiritualmente, inclusive no existen en ellos una pizca de derechos humanos.
En el caso particular de la cárcel preventiva de Colón, prácticamente es un gallinero, donde a lo interno de las celdas el calor sofocante que emana un zinc rojo, la plaga de zancudos, sin servicios higiénicos, pues los reclusos deben bañarse, defecar y comer allí mismo; las paredes asquerosas y con una serie de graffitis que reflejan dolor, desesperanza, tristeza y rabia. Ejemplo lo es una expresión, al costado izquierdo de una de sus celdas: “Lo último que se pierde es la fe”, tratando quizás de alentar a los detenidos que entren allí, a la antesala del infierno, máxime en medio del calor tipo secadora que asedia y ocasiona molestia al detenido.
Es decir, se trata de celdas de la Edad Media, en medio del siglo XXI; además, si observamos con detenimiento, el cuartel presenta una infraestructural frontal un poco moderna y el lugar de detención establece una contradicción inusual. Asimismo, algunos de sus oficiales de turno, son bestias uniformadas que arrojan a los detenidos allí, a través del cierre del portón y para nada atienden sus llamados y urgencias. O sea, pueden matar a cualquiera allí o abusar de ellos y ni para allá miran o escuchan, dando la impresión de que no han recibido entrenamiento de tratos a detenidos en preventivas.
Por otro lado, no hay indicios de resocialización, ya que todo motiva a la rebeldía, al odio, al seguir en la misma conducta violenta y delincuencial. Tampoco, existe supervisión seria y objetiva de profesional civil experimentado que sugiera cambios, reacomodos y la selección del personal policial apto para trabajar en este tipo de centro. No cualquiera debe estar allí fungiendo como “oficial de turno”, cuando no entiende nada de la conducta humana, nada de los problemas juveniles, nada del porqué de la delincuencia y, mucho menos, desde qué perspectiva enfrentar la problemática interna del penal.
Colón tiene alta incidencia en delincuencia, por tanto, cárceles llenas de jóvenes, en su mayoría, que delinquen por pandillerismo, venta de droga, robo, sicariato y, en consecuencia, requieren de un sistema carcelario con efectividad resocializadora, No un sistema validador del crimen y más violencia.
Ojalá que alguien que trabaje en el sistema, con bastante autoridad, lea este artículo e igual, como yo lo hice, se dé una vuelta por el recinto de nuestra cárcel y viva en carne propia las penurias, dolencias, frustraciones e incitación a la violencia que recibe cualquier detenido, sin importar la naturaleza de su estadía en ese lugar, en la cárcel preventiva de la provincia de Colón. Dios guíe a Panamá.
El autor es docente
Un sistema penitenciario tiene por objetivo el cumplimiento de penas contempladas en el sistema judicial; “especialmente las de reclusión, cuyo propósito, en el derecho penal contemporáneo y el derecho penitenciario, es la reinserción social del condenado”.
Sin embargo, los centros penitenciarios en el país son verdaderas mazmorras, sitios inhumanos donde se tortura física, emocional y espiritualmente, inclusive no existen en ellos una pizca de derechos humanos.
En el caso particular de la cárcel preventiva de Colón, prácticamente es un gallinero, donde a lo interno de las celdas el calor sofocante que emana un zinc rojo, la plaga de zancudos, sin servicios higiénicos, pues los reclusos deben bañarse, defecar y comer allí mismo; las paredes asquerosas y con una serie de graffitis que reflejan dolor, desesperanza, tristeza y rabia. Ejemplo lo es una expresión, al costado izquierdo de una de sus celdas: “Lo último que se pierde es la fe”, tratando quizás de alentar a los detenidos que entren allí, a la antesala del infierno, máxime en medio del calor tipo secadora que asedia y ocasiona molestia al detenido.
Es decir, se trata de celdas de la Edad Media, en medio del siglo XXI; además, si observamos con detenimiento, el cuartel presenta una infraestructural frontal un poco moderna y el lugar de detención establece una contradicción inusual. Asimismo, algunos de sus oficiales de turno, son bestias uniformadas que arrojan a los detenidos allí, a través del cierre del portón y para nada atienden sus llamados y urgencias. O sea, pueden matar a cualquiera allí o abusar de ellos y ni para allá miran o escuchan, dando la impresión de que no han recibido entrenamiento de tratos a detenidos en preventivas.
Por otro lado, no hay indicios de resocialización, ya que todo motiva a la rebeldía, al odio, al seguir en la misma conducta violenta y delincuencial. Tampoco, existe supervisión seria y objetiva de profesional civil experimentado que sugiera cambios, reacomodos y la selección del personal policial apto para trabajar en este tipo de centro. No cualquiera debe estar allí fungiendo como “oficial de turno”, cuando no entiende nada de la conducta humana, nada de los problemas juveniles, nada del porqué de la delincuencia y, mucho menos, desde qué perspectiva enfrentar la problemática interna del penal.
Colón tiene alta incidencia en delincuencia, por tanto, cárceles llenas de jóvenes, en su mayoría, que delinquen por pandillerismo, venta de droga, robo, sicariato y, en consecuencia, requieren de un sistema carcelario con efectividad resocializadora, No un sistema validador del crimen y más violencia.
Ojalá que alguien que trabaje en el sistema, con bastante autoridad, lea este artículo e igual, como yo lo hice, se dé una vuelta por el recinto de nuestra cárcel y viva en carne propia las penurias, dolencias, frustraciones e incitación a la violencia que recibe cualquier detenido, sin importar la naturaleza de su estadía en ese lugar, en la cárcel preventiva de la provincia de Colón. Dios guíe a Panamá.