El régimen de Maduro y el poder de las potencias
- 06/09/2024 00:00
- 05/09/2024 20:14
La supervivencia de su régimen está dependiendo de los esfuerzos en las mediaciones de los gobiernos de Brasil, México y Colombia Cuando se habla sobre la crisis política venezolana, poco se examina la historia política de las dictaduras y de los regímenes despóticos y caudillistas venezolanos. La historia política venezolana desde el siglo XIX ha estado marcada por dictaduras y regímenes autoritarios. El caudillismo y los regímenes autoritarios no son un fenómeno nuevo en Venezuela. Son fenómenos que forman parte del desarrollo de la configuración del poder político de sus élites y surgen después del fin del dominio colonial español con la dictadura del libertador Simón Bolívar, de 1813-1814 y 1828-1830. A partir de la disolución de la Gran Colombia en 1830, y se erige Venezuela como una nación independiente, se comienza a consolidar la tradición política de caudillos y dictadores en Venezuela.
El general José Antonio Páez se consolidó como el gran caudillo militar y gobernó con mano de hierro durante tres períodos, de 1831-1835, 1839-1843 y 1861 a 1863. De 1847 a 1858 se consolidan las dictaduras de los hermanos José Tadeo y José Gregorio Monagas Burgos. De 1870 a 1887 la dictadura de Antonio Guzmán Blanco, quien permaneció 17 años en el poder. Se finaliza el siglo XIX y se comienza el siglo XX con la dictadura de Cipriano Castro Ruiz, de 1899 a 1908. Luego, comienzan 27 años de la dictadura de Juan Vicente Gómez de 1908 a 1935, y se cierra el ciclo de las dictaduras de derecha con Marcos Pérez Jiménez, de 1952 a 1958. De allí en adelante se retorna a la democracia y, en 1992, el coronel Hugo Chávez intentó darle un golpe de Estado al presidente Carlos Andrés Pérez, pero fracasó.
En 1998, Chávez fue elegido presidente y se arranca con otro ciclo político en Venezuela con el ascenso al poder de un gobierno de “izquierda” con el famoso socialismo del siglo XXI e inicia en Miraflores el ciclo histórico del caudillismo de izquierda en Venezuela. Chávez gobernó hasta 2013; después de su muerte asume el poder Nicolás Maduro, un líder político formado en Cuba, quien estructura un régimen autocrático disfrazado de democracia ganando elecciones fraudulentas.
La supervivencia de su régimen está dependiendo de los esfuerzos en las mediaciones de los gobiernos de Brasil, México y Colombia. Y, más aún de Brasil por el peso económico y geopolítico que tiene como potencia emergente y como miembro de los cinco países líderes de los Brics.
El presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva tiene el liderazgo para sentar en una mesa de negociaciones a Estados Unidos, China y Rusia. Tres potencias con intereses económicos y estratégicos en las riquezas petroleras venezolanas y, a la vez, con asiento en el Consejo de Seguridad de la ONU. Obviamente que los presidentes de Colombia, Gustavo Petro, y México, Andrés Manuel López Obrador, tienen la voluntad política y cierto peso político continental para ayudar a resolver la crisis. Sin embargo, no tienen el rol geopolítico global para sentar en una mesa de negociaciones a las tres principales potencias del mundo, para encontrarle salida a la crisis venezolana.
El presidente Lula Da Silva sí tiene ese liderazgo global para hablar directamente con los presidentes de Estados Unidos, Rusia y China, en la búsqueda de solución a la crisis venezolana. El Gobierno de China, por sus estrechas relaciones con el régimen ruso y las particularidades de su diplomacia silenciosa y serena, puede desempeñar un papel de mediador para que rusos y estadounidense se sienten en la mesa a debatir la situación venezolana.
Pese a que el régimen cubano tiene influencia sobre el gobierno de Maduro y las fuerzas militares venezolanas tienen formación castrense en la doctrina cubana, la crisis política no se resuelve sin las intervenciones de las tres principales potencias del mundo por la importancia económica, geopolítica y geoestratégica que tienen las reservas energéticas venezolanas para ellas. En resumen, la crisis se resuelve cuando las tres potencias lleguen a ciertos acuerdos sobre las riquezas energéticas venezolanas.
Cuando se habla sobre la crisis política venezolana, poco se examina la historia política de las dictaduras y de los regímenes despóticos y caudillistas venezolanos. La historia política venezolana desde el siglo XIX ha estado marcada por dictaduras y regímenes autoritarios. El caudillismo y los regímenes autoritarios no son un fenómeno nuevo en Venezuela. Son fenómenos que forman parte del desarrollo de la configuración del poder político de sus élites y surgen después del fin del dominio colonial español con la dictadura del libertador Simón Bolívar, de 1813-1814 y 1828-1830. A partir de la disolución de la Gran Colombia en 1830, y se erige Venezuela como una nación independiente, se comienza a consolidar la tradición política de caudillos y dictadores en Venezuela.
El general José Antonio Páez se consolidó como el gran caudillo militar y gobernó con mano de hierro durante tres períodos, de 1831-1835, 1839-1843 y 1861 a 1863. De 1847 a 1858 se consolidan las dictaduras de los hermanos José Tadeo y José Gregorio Monagas Burgos. De 1870 a 1887 la dictadura de Antonio Guzmán Blanco, quien permaneció 17 años en el poder. Se finaliza el siglo XIX y se comienza el siglo XX con la dictadura de Cipriano Castro Ruiz, de 1899 a 1908. Luego, comienzan 27 años de la dictadura de Juan Vicente Gómez de 1908 a 1935, y se cierra el ciclo de las dictaduras de derecha con Marcos Pérez Jiménez, de 1952 a 1958. De allí en adelante se retorna a la democracia y, en 1992, el coronel Hugo Chávez intentó darle un golpe de Estado al presidente Carlos Andrés Pérez, pero fracasó.
En 1998, Chávez fue elegido presidente y se arranca con otro ciclo político en Venezuela con el ascenso al poder de un gobierno de “izquierda” con el famoso socialismo del siglo XXI e inicia en Miraflores el ciclo histórico del caudillismo de izquierda en Venezuela. Chávez gobernó hasta 2013; después de su muerte asume el poder Nicolás Maduro, un líder político formado en Cuba, quien estructura un régimen autocrático disfrazado de democracia ganando elecciones fraudulentas.
La supervivencia de su régimen está dependiendo de los esfuerzos en las mediaciones de los gobiernos de Brasil, México y Colombia. Y, más aún de Brasil por el peso económico y geopolítico que tiene como potencia emergente y como miembro de los cinco países líderes de los Brics.
El presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva tiene el liderazgo para sentar en una mesa de negociaciones a Estados Unidos, China y Rusia. Tres potencias con intereses económicos y estratégicos en las riquezas petroleras venezolanas y, a la vez, con asiento en el Consejo de Seguridad de la ONU. Obviamente que los presidentes de Colombia, Gustavo Petro, y México, Andrés Manuel López Obrador, tienen la voluntad política y cierto peso político continental para ayudar a resolver la crisis. Sin embargo, no tienen el rol geopolítico global para sentar en una mesa de negociaciones a las tres principales potencias del mundo, para encontrarle salida a la crisis venezolana.
El presidente Lula Da Silva sí tiene ese liderazgo global para hablar directamente con los presidentes de Estados Unidos, Rusia y China, en la búsqueda de solución a la crisis venezolana. El Gobierno de China, por sus estrechas relaciones con el régimen ruso y las particularidades de su diplomacia silenciosa y serena, puede desempeñar un papel de mediador para que rusos y estadounidense se sienten en la mesa a debatir la situación venezolana.
Pese a que el régimen cubano tiene influencia sobre el gobierno de Maduro y las fuerzas militares venezolanas tienen formación castrense en la doctrina cubana, la crisis política no se resuelve sin las intervenciones de las tres principales potencias del mundo por la importancia económica, geopolítica y geoestratégica que tienen las reservas energéticas venezolanas para ellas. En resumen, la crisis se resuelve cuando las tres potencias lleguen a ciertos acuerdos sobre las riquezas energéticas venezolanas.