El problema del empleo de calidad
- 30/03/2025 00:00
En Panamá, el reto para generar empleo de calidad está en poder generar valor agregado e insertar a la población económicamente activa en la división internacional del trabajo y del conocimiento Panamá, desde hace algunos años, ha venido presentando un mercado laboral “enfermo”. Desde 2013, el desempleo y la informalidad han venido aumentando de forma constante, y los salarios se han estancado. Reflejo de esto es ver cómo el 24,9 % de la población recibe salarios entre $500 y $799. En total, 79,2 % de la población gana menos de $1.499 al mes.
Esta situación se agrava si comparamos los ingresos promedios entre el sector formal e informal. En un estudio que realicé titulado “Tipologías de la informalidad: factores socio estructurales que indicen sobre su presencia dentro del mercado laboral panameño” se encontró que para el año 2019 los informales ganaban en promedio $468.75, mientras el sector formal tenía un promedio de $1.075,81 mensuales. Esta brecha se amplió aún más para 2022, donde los informales pasaron en promedio a ganar $550.33, un 17 % más respecto a 2019. Pero el sector formal registró un ingreso mensual promedio de $1.670,26, lo que significa una variación de su ingreso de 55 %.
Esto refleja claramente la problemática dentro del mercado laboral y el impacto que tiene la informalidad sobre los ingresos y la calidad del empleo. La pregunta a hacerse es: ¿Qué se puede hacer para mejorar la calidad del empleo? Si bien es cierto, los empleos de calidad dependen de otros factores, como beneficios laborales, capacitación del empleado, oportunidades de crecimiento y estabilidad laboral, etc. El ingreso siempre es una variable que incide en los trabajadores y refleja la calidad del empleo.
Como bien dijo Gabriel Diez, presidente de Conep, en el programa Radar, para mejorar la situación de los ingresos y la calidad laboral, se requiere una expansión de la estructura productiva del país. Las etapas de producción, mientras más procesos complementarios tenga, mayor valor se le agrega a los productos o servicios finales. Pero aquí Panamá enfrenta otra problemática.
Por un lado, el país ha mantenido un proteccionismo de carreras, sin mayor justificación que el eslogan “Panamá para los panameños”. Esto ha terminado creando que más de 150 carreras sean protegidas y únicamente puedan ser ejercidas por panameños. El efecto negativo de tal medida antieconómica solo produce una pérdida de productividad e inversión nacional y extranjera que interrumpe la cadena de valor generada por la división del conocimiento.
En cuanto a los datos, según las estadísticas del mercado laboral de 2022, solo el 29,7 % de la PEA tiene un grado universitario o superior, mientras que el 70 % tiene un nivel de secundaria o menor. Esto es una problemática a la hora de poder generar trabajos bien remunerados, ya que, la falta de especialización y conocimiento impide que las personas puedan complementarse con inversión en bienes de capital para ser más productivos y consecuentemente, tener mejores salarios y estabilidad laboral. Por ejemplo, podemos tener dos agricultores; uno siembra con un buey y el otro con máquinas, tractores y equipos especializados. ¿Quién será más productivo? Sin duda, el que aprovecha la tecnología y la división del conocimiento.
En consecuencia, el reto para generar empleo de calidad está en poder generar valor agregado e insertar a la población económicamente activa en la división internacional del trabajo y del conocimiento. Para ello, necesitamos sanear el alto grado de intervención que tiene el mercado laboral panameño a través de reformas estructurales que puedan reducir los altos costos de entrada y salida de diferentes sectores, las regulaciones, trabas burocráticas, proteccionismos y costos de legalidad que deben enfrentar quienes quieren generar algún tipo de inversión y empleo en el país.
Por otro lado, hay que fortalecer el capital humano nacional, a través de una educación de calidad que no esté secuestrada por intereses particulares y un ministerio que no plantea ponerse a la vanguardia, sino que persiste en mantenerse haciendo lo mismo de siempre, esperando obtener un resultado distinto.
Por último, es fundamental descentralizar y reducir el tamaño del Estado panameño. Para ampliar la estructura productiva del país, es necesario atraer capital e inversiones al interior y no concentrarlas en la zona canalera. Esto permite que más personas puedan integrarse al proceso productivo, y dejar un empleo improductivo por uno productivo.
Nadie ha dicho que esto sea fácil o que lo veamos en el corto plazo. Si corregimos desde ahora las distorsiones y eliminamos las políticas antieconómicas que han frenado el desarrollo, en el mediano y largo plazo, Panamá podrá recuperar su dinamismo y convertirse nuevamente en un referente de crecimiento y prosperidad.
*El autor es economista
Panamá, desde hace algunos años, ha venido presentando un mercado laboral “enfermo”. Desde 2013, el desempleo y la informalidad han venido aumentando de forma constante, y los salarios se han estancado. Reflejo de esto es ver cómo el 24,9 % de la población recibe salarios entre $500 y $799. En total, 79,2 % de la población gana menos de $1.499 al mes.
Esta situación se agrava si comparamos los ingresos promedios entre el sector formal e informal. En un estudio que realicé titulado “Tipologías de la informalidad: factores socio estructurales que indicen sobre su presencia dentro del mercado laboral panameño” se encontró que para el año 2019 los informales ganaban en promedio $468.75, mientras el sector formal tenía un promedio de $1.075,81 mensuales. Esta brecha se amplió aún más para 2022, donde los informales pasaron en promedio a ganar $550.33, un 17 % más respecto a 2019. Pero el sector formal registró un ingreso mensual promedio de $1.670,26, lo que significa una variación de su ingreso de 55 %.
Esto refleja claramente la problemática dentro del mercado laboral y el impacto que tiene la informalidad sobre los ingresos y la calidad del empleo. La pregunta a hacerse es: ¿Qué se puede hacer para mejorar la calidad del empleo? Si bien es cierto, los empleos de calidad dependen de otros factores, como beneficios laborales, capacitación del empleado, oportunidades de crecimiento y estabilidad laboral, etc. El ingreso siempre es una variable que incide en los trabajadores y refleja la calidad del empleo.
Como bien dijo Gabriel Diez, presidente de Conep, en el programa Radar, para mejorar la situación de los ingresos y la calidad laboral, se requiere una expansión de la estructura productiva del país. Las etapas de producción, mientras más procesos complementarios tenga, mayor valor se le agrega a los productos o servicios finales. Pero aquí Panamá enfrenta otra problemática.
Por un lado, el país ha mantenido un proteccionismo de carreras, sin mayor justificación que el eslogan “Panamá para los panameños”. Esto ha terminado creando que más de 150 carreras sean protegidas y únicamente puedan ser ejercidas por panameños. El efecto negativo de tal medida antieconómica solo produce una pérdida de productividad e inversión nacional y extranjera que interrumpe la cadena de valor generada por la división del conocimiento.
En cuanto a los datos, según las estadísticas del mercado laboral de 2022, solo el 29,7 % de la PEA tiene un grado universitario o superior, mientras que el 70 % tiene un nivel de secundaria o menor. Esto es una problemática a la hora de poder generar trabajos bien remunerados, ya que, la falta de especialización y conocimiento impide que las personas puedan complementarse con inversión en bienes de capital para ser más productivos y consecuentemente, tener mejores salarios y estabilidad laboral. Por ejemplo, podemos tener dos agricultores; uno siembra con un buey y el otro con máquinas, tractores y equipos especializados. ¿Quién será más productivo? Sin duda, el que aprovecha la tecnología y la división del conocimiento.
En consecuencia, el reto para generar empleo de calidad está en poder generar valor agregado e insertar a la población económicamente activa en la división internacional del trabajo y del conocimiento. Para ello, necesitamos sanear el alto grado de intervención que tiene el mercado laboral panameño a través de reformas estructurales que puedan reducir los altos costos de entrada y salida de diferentes sectores, las regulaciones, trabas burocráticas, proteccionismos y costos de legalidad que deben enfrentar quienes quieren generar algún tipo de inversión y empleo en el país.
Por otro lado, hay que fortalecer el capital humano nacional, a través de una educación de calidad que no esté secuestrada por intereses particulares y un ministerio que no plantea ponerse a la vanguardia, sino que persiste en mantenerse haciendo lo mismo de siempre, esperando obtener un resultado distinto.
Por último, es fundamental descentralizar y reducir el tamaño del Estado panameño. Para ampliar la estructura productiva del país, es necesario atraer capital e inversiones al interior y no concentrarlas en la zona canalera. Esto permite que más personas puedan integrarse al proceso productivo, y dejar un empleo improductivo por uno productivo.
Nadie ha dicho que esto sea fácil o que lo veamos en el corto plazo. Si corregimos desde ahora las distorsiones y eliminamos las políticas antieconómicas que han frenado el desarrollo, en el mediano y largo plazo, Panamá podrá recuperar su dinamismo y convertirse nuevamente en un referente de crecimiento y prosperidad.