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El mesías impersonal

Actualizado
  • 12/07/2024 00:00
Creado
  • 11/07/2024 11:00

[...] en un futuro cercano, quizás en la escena de un accidente las personas rodearán a las víctimas mientras gritan a todo pulmón [...] “¡Alexa, sálvalos!”

Cada día, la humanidad es menos humana. Los avances tecnológicos han logrado facilitarnos la vida, pero a un altísimo costo. Ser más tecnológicos nos cuesta humanidad. Entre más nos colgamos de “Alexa”, o como sea que le llamen, nos volvemos menos sociales.

Lo que ha debido ser una mejora para ayudarnos a ser más eficientes, se ha convertido en la excusa perfecta para dejar de hacer lo que nos separa del resto de las criaturas. Hemos colgado el raciocinio en un closet de nuestra residencia mental, y lo hemos cerrado con candado. Inmediatamente después, hemos olvidado dónde guardamos la llave.

Jóvenes, y no tanto, se han entregado a la impersonalidad de un sistema que reside en una nube, ocupando espacio, pero que no vemos ni podemos palpar. Estamos fallando como personas.

Como sujetos dentro de una comunidad, hemos dejado de considerarnos regidos por las normas sociales que hicieron de la sociedad lo que es hoy. En una búsqueda infructuosa de considerarnos una singularidad irrepetible, muchos individuos caen en la paradoja de la especialidad. Esto es, soy especial y diferente, siendo exactamente igual, pero negándolo.

Poniendo esto en otras palabras, muchos individuos se perciben como especiales simplemente porque optan por defender lo absurdo, y en su necesidad de “ser diferentes” confunden la tolerancia que exigen con la falta de seso.

Todo este proceso mental es un resultado de otorgar un espacio de realidad a lo meramente virtual. Como mucho de lo que hacemos se hace en las redes, personas con poca habilidad social han proliferado el concepto falso de que internet es la vida real. Se sienten cómodos tras perfiles falsos y así, ocultos, se envalentonan contra medio mundo, insultando y amenazando a quienes digan una verdad que ellos no aceptan.

Vamos a repasar eso. Una verdad que ellos no aceptan. El rango de ignorancia, o de demencia, es enorme, y se ha extendido a todo, literalmente. Son una secta tan reactiva y violenta, que estallan ante la verdad, si ellos consideran que no les gusta.

No entiendo cuando, ni quien suponen ellos les dio autoridad a un grupo de orates para creer que pueden cambiar la verdad por mentiras. Empiezan por temas sencillos, y van aumentando sus inconformidades hacia temas trascendentales, en abierta oposición con la realidad.

Ser supuestamente especiales les otorga, en su torcida comprensión de la realidad, “pases” para hacer travesurillas, faltando a las normas o a las leyes que consideren vayan contra su proyecto de inadaptación.

Creo que la cima de la locura de esa secta ha sido querer usar los espacios públicos como si fueran sus espacios privados, forzando a una mayoría ya cansada de sus constantes necedades, a seguir teniendo que soportar sus malos comportamientos.

Si en un sitio dice “Prohibido animales” en qué cabeza cabe que, si llevo al animal en una bolsa, este deja de serlo, y que no viola la norma, claramente establecida. Hay que ser una clase particular de inadaptado para tratar de justificar lo injustificable.

En ese afán de buscar que la ley aplique para los demás, pero no para mí, es que reside la raíz de todos nuestros problemas. Queremos que el alcalde boletee a alguien mal estacionado, pero paralelamente queremos que si los mal estacionados somos nosotros, que se haga de la vista gorda.

Queremos que haya orden e higiene en nuestros medios de transporte público, pero a su vez queremos llevar animales y tirar basura sin que nadie nos cuestione.

Queremos tener gobiernos que nos traigan desarrollo, mejoren la economía, y cultiven la educación, pero seguimos votando por alguien que ha estado en gestión por 40 años, y lo único que ha hecho es saquear.

La flexibilización de las responsabilidades ha dado un fruto, pero ahora a nadie le gusta. Se les ha quitado la autoridad a los padres, y ahora la cantidad de muchachos sin educación ni valores se salió de control. Una generación de tarados con equipos inteligentes va a causar una debacle social.

Parecería descabellado, pero en un futuro cercano, quizás en la escena de un accidente las personas rodearán a las víctimas mientras gritan a todo pulmón hacia sus celulares “¡Alexa, sálvalos!”

El nuevo mesías impersonal está aquí, y tiene miles de fieles creyentes. Les promete un futuro en el cual pueden percibirse como lo que quieran, aun si no es verdad.

¿A quién le importa la verdad, si todos decimos que es falsa? Ese es un problema para todos aquellos seres enfermos de racionalidad, déjennos a nosotros, que haremos un baile de Tik Tok y resolveremos el hambre. Más aún, haremos reels y curaremos las enfermedades.

Dios, el verdadero, nos libre de enfermarnos en ese futuro apocalíptico y suicida. Tal vez, en la sala de operaciones le atienda alguien cuyo principal mérito haya sido decir una vulgaridad en redes sociales, o embotellar sus flatulencias. Quizás, haya perros encartuchados allí también, pero no atentarán contra la higiene del procedimiento, porque es que “ayyy son tan lindos”.

Al final la verdad seguirá siéndolo, gústenos o no, y sufriremos las consecuencias. Ojalá reaccionemos pronto. Dios nos guíe.

El autor es ingeniero