El lecho de Procusto
- 21/04/2025 01:00
Nos enseña la mitología que, Procusto fue un célebre bandido ateniense que condenaba a los que caían en sus manos, luego de robarles, a tenderse en un lecho de hierro, y si sus pies no llegaban al borde del camastro, les estiraba de la más cruel manera hasta que daban la medida; en cambio, si eran más largos que el camastro aquel, les cortaba por abajo todo lo que sobraba...
Ha quedado esta expresión para significar la regla mezquina, los estrechos límites que se señalan a la actividad de algunos y, en general, se aplica para eludir a toda situación penosa, en que alguien es víctima de la violencia.
Hace ya casi 50 años atrás, el viernes 26 de agosto de 1977, exiliado por la dictadura militar desde febrero del 1976, escribía en el diario El Sol de México, “El tratado que sobre el Canal de Panamá firmarán en breve los gobiernos de Panamá y los Estados Unidos, es el ejemplo patente de un lecho de Procusto”.
Hoy, a casi medio siglo, y luego de treinta y cinco años de la caída de la dictadura militar que negoció, firmó y ratificó, a espaldas de nuestra población, los Tratados Carter-Torrijos sobre el Canal renace y reaparece, en torno al Tratado de Neutralidad (firmado a perpetuidad), la sombra de Procusto ante un denominado Memorándum de Entendimiento, ha puesto sobre la mesa toda una serie de hechos históricos que siempre han crispado la dignidad nacional.
Hoy también, los que ayer por acción u omisión, apoyaron y apadrinaron el denominado Tratado de Neutralidad, han salido lanza en ristre a defender un texto que nunca ha dejado de ser violatorio de principios elementales del Derecho de Tratados, así como también del martirologio de 1964 que consignó —para siempre en los panameños— el verdadero significado de ¡Bases no!
Debemos recordar que fue —en ausencia absoluta de las mínimas libertades democráticas—, que la dictadura impuso un Tratado que hoy se busca legitimar invocando que el mismo es violado. Y esa invocación la hacen a sabiendas de que el 99 % de la población ciudadana, desconoce no solo el contenido del mismo, sino también las circunstancias que rodearon su negociación, firma, ratificación y aplicación.
Por eso, no debe dejar de llamar la atención cómo “los hunos y los hotros” (Sánchez Borbón dixit), salen a pretender justificar el denominado Tratado de Neutralidad, ya sea para defender o atacar el Memorándum de Entendimiento que, al igual que los 19 anteriormente firmados, son eslabones del camastro de Procusto.
“El principal enemigo de Panamá no viene del exterior, no es una potencia extranjera... El verdadero enemigo de Panamá somos nosotros, en la sociedad, en la familia, en los negocios, en la religión porque el verdadero enemigo se esconde dentro y es la corrupción y la impunidad”, señalaba reciente y atinadamente Monseñor Ulloa.
Y esa gran verdad —que algunos intentan ocultar y también desviar del interés ciudadano—, es la que tenemos que enfrentar de manera decidida con un compromiso ciudadano de participación activa, que nos permita retomar el pleno ejercicio del poder ciudadano que nos pertenece y con él, dar inicio a las transformaciones y cambios tan necesarios y urgentes, con una nueva Constitución para todos los panameños. El camino para ella es el proceso constituyente, pues no hay otro camino.