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El ganador, el perdedor y el sorprendido

Actualizado
  • 08/05/2024 23:00
Creado
  • 08/05/2024 11:05

[...] todas las candidaturas hicieron lo correcto, tanto para ganar como para perder.

De nuevo se queda el pueblo en vilo, con una sensación de triunfo agridulce. Y más agria que dulce, considerando que la mitad no votó por quien ganó

Los candidatos presidenciales de esta elección hicieron, aunque no lo parezca, todo lo necesario para llegar al lugar donde llegaron.

A muchas personas les gusta creer en la suerte o el destino, pero, si se analizan objetivamente, entenderemos que las cosas no son porque son, sino porque tienen una razón de ser. Algo muy diferente es que no queramos, o no podamos entenderlas.

El PRD tuvo un voto de confianza hace cinco años, y no lo supo explotar. Con mucha dificultad resucitaron del olvido electoral, pero el ansia los cegó rápidamente. Ahora quedaron en una situación mucho más complicada, porque se encuentran frente a una crisis pública. Le han mostrado “al mundo” su desunión. Perdieron el talle electoral, y están básicamente disueltos por sus ácidos después de canibalizarse, digerirse o regurgitarse unos a otros.

El candidato triunfador, Mulino, ejecutó las movidas correctas. Es evidente que el pueblo aún aprecia a Martinelli. De hecho, lo clamaban en su sede. El triunfo de Renovando Metas fue un secreto a voces. Luego, con la administración actual, tan degradada y comprometida por todos lados, no podía esperarse otra cosa. Mulino hizo lo que tenía que hacer, dirigió el barco contra entuertos legales tan mal llevados que, en lugar de detenerlo, lo propulsaron victimizándole. Eso, junto al desmembramiento del PRD, la insuficiencia de los otros contendores, la memoria precaria del pueblo explotado y una campaña sin confrontaciones ... lo puso a ganar.

El candidato perdedor, Lombana, también hizo lo necesario para quedar de segundo. En pocas palabras, los reiterados cambios de rumbo político que ha dado, el no poder aclarar muchos rumores tras sí, y una hostilidad reactiva casi permanente.

A Lombana le faltó definición y transparencia a la hora de venderse al pueblo. Atacar, cuando en el fondo debes aclarar, no es algo que convenza. Aun con un excelente producto para promocionarse, léase, la solución a la debacle del sistema político nacional, no pudo venderlo. En pocas palabras, casi finalizando se quedó sin recursos propios, sin tracción. Entre patinazos tapados con ataques, quedó de segundo. Inclusive, habiendo quedado de tercero previamente, aunque siga en gradiente positiva, es muy probable que al común de los panameños empiece a olerle a quemado.

El candidato sorprendido es lo que más me extraña de esta elección. Sin embargo, al igual que los otros dos, hizo todo lo necesario para quedar donde quedó. A Carrizo le pasó lo de “El traje nuevo del emperador” de Hans Christian Andersen. Al parecer, nadie se atrevió a decirle la verdad. Lo cual, es muy raro ... Aproximadamente desde la pandemia, la gente empezó a manifestarle fuerte animadversión mediática. ¿Será que no le dijeron, o será que no quiso escuchar? Como sea, el resultado fue aplastante. Por otro lado, al igual que mucha gente, también subestimó el alcance electoral de la fórmula Martinelli-Mulino. Todo lo anterior, plantea un nivel de desconexión popular inaudita para quien se lanza a una candidatura presidencial. En consecuencia, más que un error de asesoramiento parece un sacrificio, una confabulación de proporciones muy macabras.

En fin, todas las candidaturas hicieron lo correcto, tanto para ganar como para perder.

De nuevo se queda el pueblo en vilo, con una sensación de triunfo agridulce. Y más agria que dulce, considerando que la mitad no votó por quien ganó. Ahora entra una administración con cierto grado de tensión hacia dos grandes poderes, el económico y el mediático. Con minoría en la asamblea de diputados, y el país en una situación económica bastante comprometida a nivel nacional e internacional. Aunque el pueblo quiera olvidar, hay cosas que no se olvidan hasta que sanen. Y a veces ni así, por eso pregunto: ¿Tendremos los panameños la capacidad de ser resilientes?

El autor es ingeniero en sistemas