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El dólar bajo amenaza: la apuesta secreta de Trump

JOSÉ JÁCOME | EFE
  • 15/04/2025 00:00

En 1960, un economista llamado Robert Triffin advirtió sobre una paradoja que hoy pone en jaque a Estados Unidos. Para que el dólar siga siendo la moneda que mueve al mundo, Estados Unidos necesita exportar dólares en grandes cantidades. Eso significa gastar más de lo que produce: importar más, endeudarse más y enviar dólares al exterior para que otros países puedan usarlos. Es una paradoja peligrosa: mientras más dólares necesita el mundo, más débil se vuelve la economía que los emite.

Durante décadas, Estados Unidos disfrutó de este “privilegio exorbitante”. Después de abandonar el patrón oro en 1971 y de asegurarse que el petróleo se negociara en dólares (el famoso sistema del petrodólar), su moneda reinó sin competencia. Pero este poder tuvo un precio: la deuda pública pasó del 35% del PIB en 1971 a más del 120 % actual. La industria manufacturera, que en los años 70 representaba el 25 % de la economía, hoy apenas llega al 10 %, mientras que el sector financiero duplicó su tamaño. La entrada de China en la Organización Mundial del Comercio en 2001 aceleró la importación de productos baratos, vaciando las fábricas estadounidenses y erosionando el famoso “sueño americano” de prosperar gracias al trabajo.

Fue en este contexto que Donald Trump llegó con su lema “Make America Great Again”. No era solo una consigna de campaña. Aunque no lo explicaba con palabras académicas, Trump entendía instintivamente el problema: Estados Unidos no podía seguir sacrificando su industria y su autosuficiencia solo para sostener un orden mundial que lo debilitaba. Sus aranceles a productos extranjeros, la renegociación de tratados como el Nafta y su crítica a acuerdos internacionales buscaban reducir esa dependencia de déficits constantes. Su estrategia no fue perfecta —los aranceles, por ejemplo, también dañaron a consumidores y empresas—, pero respondían a una lógica clara: no se puede salvar un imperio destruyendo su propia base económica.

Sin embargo, este cambio trae riesgos. Si EE.UU. deja de ser el gran proveedor de dólares al mundo, otros países buscarán alternativas. China, Rusia y el grupo de los Brics ya trabajan en comerciar sin usar dólares, y el yuan empieza a ganar protagonismo. Fortalecer la economía interna de Estados Unidos podría acelerar, paradójicamente, el fin del dólar como moneda dominante.

Aquí es donde surge una jugada audaz que algunos analistas atribuyen a Trump o a su círculo más cercano: la idea de crear una Reserva Estratégica de Bitcoin, como la que existe con el petróleo. Bitcoin ofrece algo que el dólar actual ha perdido: escasez absoluta, neutralidad y resistencia a manipulaciones. No se trata de un simple experimento tecnológico. Es un posible “Plan B”: una forma de proteger el poder económico de EE.UU. si el dólar llega a colapsar.

La estrategia no sería reemplazar el dólar de la noche a la mañana, sino ir acumulando bitcoin de forma gradual, como ya lo hacen empresas como MicroStrategy. Sería una póliza de seguro ante un futuro incierto.

Algunos críticos dirán que la pérdida industrial de Estados Unidos no es culpa exclusiva del dólar, que también influyeron la automatización y la globalización. Y tienen razón. Pero el dominio artificial del dólar agravó el problema. Desde 1971, su fuerza no se basa solo en el mercado libre, sino también en acuerdos de petróleo, sanciones financieras y el control de sistemas como Swift, distorsionando la economía real y favoreciendo la especulación sobre la producción.

Hoy, la Paradoja de Triffin ya no es una teoría académica: es una crisis en desarrollo. Trump, con todas sus imperfecciones, fue el primer presidente que se atrevió a enfrentarla. Sus medidas no resolvieron el problema, pero al menos reconocieron su existencia. El verdadero desafío no es evitar el colapso —eso ya parece inevitable—, sino prepararse para sobrevivirlo.

Y en esa preparación, bitcoin podría ser una de las herramientas más poderosas. Pero requerirá visión, pragmatismo y coraje. Escapar de la trampa de Triffin no es una opción: es una cuestión de supervivencia económica.

Para Panamá, que depende del dólar, este cambio global es una señal de alerta. Si el dólar pierde fuerza, su estabilidad económica podría verse comprometida. El país debe prepararse: diversificar su economía, fortalecer su resiliencia financiera y considerar alternativas de reserva como bitcoin. Adaptarse a tiempo será clave para no quedar atrapado en la tormenta que se avecina.

*El autor es financista