Columnistas

Educación: tiempos de cambios

  • 20/04/2025 00:00

En la actualidad, la educación, particularmente la educación superior, se encuentra en una encrucijada tecnológica. Las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) junto con la inteligencia artificial (IA) prometen transformar radicalmente los paradigmas educativos tradicionales. Sin embargo, esta promesa no está exenta de controversias. Muchos educadores parecen no comprender o sencillamente expresan reservas significativas respecto al uso de estas tecnologías, especialmente preocupados por su implementación en manos de los estudiantes.

La educación superior tiene ante sí los retos que plantea una revolución tecnológica que no solo desafía las metodologías tradicionales, sino que también plantea una urgente necesidad de adaptación pedagógica. Las TIC y la IA están al frente de este cambio, prometiendo transformar los paradigmas educativos. Sin embargo, la implementación efectiva de estas tecnologías y su inserción en todos los aspectos de la vida cotidiana requiere que los docentes no solo acepten su uso, sino que también desarrollen las competencias necesarias para el desarrollo de los nuevos modelos didácticos.

La resistencia hacia las TIC y la IA en el ámbito académico a menudo proviene de la falta de familiaridad y formación de los docentes en estas tecnologías. Muchos educadores se preocupan de que estas herramientas puedan comprometer la calidad del aprendizaje. Sin embargo, con estrategias didácticas adecuadas, las TIC pueden enriquecer las relaciones pedagógicas y hacer la enseñanza más adaptativa y personalizada.

Uno de los principales argumentos en contra del uso intensivo de las TIC y la IA en la educación es la preocupación por la deshumanización del aprendizaje. Los críticos argumentan que la tecnología puede crear una barrera entre el profesor y el estudiante, reduciendo la enseñanza a una serie de interacciones impersonales mediadas por máquinas. Aunque esta preocupación es válida, es esencial reconocer que herramientas como los sistemas de gestión del aprendizaje y las plataformas de colaboración pueden fomentar una mayor interacción y personalización del aprendizaje, adaptándose a las necesidades individuales de los estudiantes de una manera que sería imposible en las aulas tradicionales.

Otro punto de contención es la ética. La implementación de la IA en los procesos educativos implica el uso ético de estas herramientas en la actividad de enseñanza aprendizaje tanto de los educadores, así como de los estudiantes. Esto genera preocupaciones en no pocos docentes sobre el uso de la tecnología en el aula.

Otro aspecto fundamental, la eficacia de las TIC y la IA depende en gran medida de las competencias de los educadores para utilizar estas herramientas de manera efectiva. Las instituciones deben promover la formación continua para asegurar que sus profesores no solo se sientan cómodos con la tecnología, sino que también puedan integrarla de manera pedagógica en sus enseñanzas. Por lo que es imperativo que el educador se actualice en el área de la didáctica y la tecnología educativa.

Es crucial abordar el escepticismo hacia la tecnología demostrando su valor práctico. Los estudios muestran que la integración de herramientas tecnológicas puede mejorar significativamente los resultados del aprendizaje al ofrecer experiencias más ricas y variadas y al facilitar el acceso a recursos educativos globales.

Finalmente, es esencial que el debate sobre la incorporación de las TIC y la IA en la educación no se estanque en un rechazo inmediato, sino que evolucione hacia un diálogo constructivo que explore cómo estas tecnologías pueden ser utilizadas para complementar y enriquecer la experiencia educativa. La educación del futuro será indudablemente digital y, como educadores, tenemos la responsabilidad de guiar esta transformación, asegurando la preparación de nuestros estudiantes para el mundo que encontrarán fuera de nuestras aulas.

*El autor es docente universitario