Deseos no preñan, pero pueden hacer daño
- 05/02/2025 00:00
- 04/02/2025 18:45
En apenas 15 días, la presidencia de Donald Trump con las órdenes ejecutivas ha dejado muy claro cuál será su estilo de gobierno. La primera pregunta que surge, es, ¿cuántas de esas órdenes ejecutivas ayudarán a los más de 36,8 millones de ciudadanos a salir de la condición de pobreza?
¿Acaso estos decretos les permitirán a los más de 26,4 millones se ciudadanos sin seguro médico acceder a la salud, o las casi 800.000 personas que viven en las calles de EE.UU. tendrán ahora acceso a una vivienda digna?
La imposición de aranceles a México, Canadá, China, y las amenazas contra Panamá, Dinamarca y la Unión Europea y Colombia, son evidencia de que el presidente Trump, tal vez, no se guía por valores democráticos nacionales, sino por sus intereses y el afán de concentrar más poder del que ya tiene.
En los casos de la imposición de aranceles a México y Canadá, con la excusa de que deben detener de inmediato el envío de drogas, fundamentalmente fentanilo a EE.UU., podría ser un acto de hipocresía, puesto que, si bien es cierto que hay carteles de drogas alimentando ese negocio, también lo es que, estos existen por la gran demanda de fentanilo en el mercado de su país, y ninguna de las órdenes ejecutivas apuntan a ese problema interno.
Entonces ataca a los países, acusa de tener carteles de drogas, pero, ¿acaso no hay carteles de drogas en EE.UU.? ¿Quiénes manejan ese negocio en territorio estadounidense? ¿Quién maneja las enormes cantidades de dinero que ese negocio genera? Entonces, resulta fácil señalar a otros, pero, miopía para ordenar control en su país, donde tienen un gran problema que incentiva la oferta de los carteles.
Es tal la dimensión del problema que, por ejemplo, solo en la frontera entre EE.UU. y México que mide 3.169 km hay más de 12.000 ventas de armas, es decir casi 4 establecimientos por cada kilómetro, y el 90% de las armas decomisadas a los narcos mexicanos es de fabricación estadounidense. Entonces, ¿dónde está la raíz del problema?
En alegoría a la expresión popular latinoamericana, cabe señalar que el presidente Trump no ha cumplido su promesa de campaña de acabar con la guerra en Ucrania en 24 horas. Demostración clara de que “los deseos no preñan”. Pero, más allá de ello, lo grave es que sí pueden hacer daño, y ese es el caso de las órdenes ejecutivas que retiran a EE.UU. de la Organización Mundial de la Salud y del Acuerdo de París. Decisión unilateral que generará daños al resto del planeta.
Los problemas globales requieren soluciones globales, y si los países no asumen los compromisos de Estado contraídos, debilitado las acciones para frenar el calentamiento global, enfermedades o pandemias, ponen en riesgo al resto de la población mundial.
El Acuerdo de París es un tratado internacional que busca limitar el calentamiento global, adoptado en 2015 y en vigor a partir del 2016. A pesar de ser un hito en la lucha contra el cambio climático, las metas establecidas aún están lejos de su cumplimiento.
Por lo tanto, siendo EE.UU. el segundo país contaminante, al salirse del Acuerdo y negarse a cumplir los compromisos, no solo afecta a su nación, también genera gran daño al planeta. Aunado a que no existe organismo, mecanismo, ni mucho menos una coalición de naciones que pueda frenar esos actos y decisiones que generan daño al mundo.
Como último detalle, observamos cómo las principales fortunas tecnológicas estadounidenses, entre ellos Elon Musk de Tesla, Mark Zuckerberg de Meta, Jeff Bezos de Amazon, Sergey Brin, uno de los fundadores de Google, entre otros, quienes, de manera abierta y sin cortapisas, estén inmiscuyéndose en política de naciones extranjeras, mientras manipulan los algoritmos para darle preponderancia a los temas que a ellos les interesa. Es esta una llamada de alerta preocupante.
Es claro el presidente Trump tiene un enorme poder político al contar con las mayorías en ambas cámaras del Congreso, en la Corte Suprema de Justicia; ahora aunado al creciente poderío emergente de las IAS, con su inmensa capacidad (económica y tecnológica) de influir en el planeta, pues si bien los deseos no preñan, sí pueden hacer mucho daño, sobre todo si el norte de sus acciones está orientado a incrementar su poder y riqueza, en vez de cuidar y atender a los ciudadanos.
Este estilo de gobernar también busca distraer la atención, generando conflicto tras conflicto, no dándole tiempo al ciudadano de ver en detalle algunas acciones que seguramente se estarán ejecutando en paralelo y que, de nueva vuelta, solo buscan acumular aún más poder del gobernante. Deseos no preñan, pero hay que estar alerta.