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Desconexión diplomática

Actualizado
  • 11/12/2024 00:00
Creado
  • 10/12/2024 18:56

En días pasados, el embajador de Portugal en Venezuela, João Pedro Fins do Lago, en evento con la comunidad portuguesa, dio declaraciones que solo pueden entenderse como desconexión de la realidad del país donde ejerce labores diplomáticas.

Según reseñaron medios de comunicación, el embajador declaró que: “La comunidad debe permanecer trabajadora, tranquila, equidistante de los temas que pueden ser de gran debate en Venezuela, muy candentes [...] Debe mantenerse equidistante de aquellos temas que puedan dividir aún más al país. Debe mantenerse sólido en su propósito, que es trabajar y mantener a sus familias unidas, prósperas y produciendo”.

Según la Real Academia Española, por equidistante se entiende: “Estar a la misma distancia. Los puntos de una circunferencia equidistan de su centro”. Cuesta entender qué quiso decir el embajador con esa expresión; tal vez habría que preguntarle si él está consciente de que después del 28 de julio, la dictadura venezolana encarceló a más de 2.000 personas, entre ellas, 200 menores de edad. ¿Se referiría entonces a mantener distancia del atropello a esos seres humanos, llamados ciudadanos?

¿O será acaso estar “equidistantes” del hecho que el dictador Maduro haya desconocido el resultado electoral, donde la oposición ganó por más del 40 % de ventaja hecho públicamente conocido; evento que las autoridades electorales se niegan a reconocer y publicar los resultados? ¿Quizás el señor embajador en representación de la magnanimidad portuguesa en Venezuela, al estar “equidistante de la realidad” mire para otro lado y omita que el Estado venezolano, en cabeza de un dictador, torture, abuse sexualmente y asesine a ciudadanos detenidos?

A lo mejor el señor embajador, con su expresión de “equidistancia” ¿es pedirle a la comunidad portuguesa que olvide el éxodo de más de ocho millones de venezolanos que han migrado huyendo de las atrocidades políticas, económicas y humanitarias de los últimos años?

Por cierto, señor embajador, más de 27.000 de esos inmigrantes están en Portugal, sin contar los portugueses “retornados” que se vieron forzados a regresar a su patria, con la pérdida de lo construido con sus esfuerzos de años en Venezuela.

¿Será que la recomendación de ser “equidistante” es ignorar que desde hace nueve meses hay asilados en la Embajada de Argentina, hoy bajo protección de Brasil, a quienes el Estado no les concede el salvoconducto al que tienen derecho para salir del país, y además se les acosa dejándolos sin luz, agua y alimentos desde hace más de 10 días?

¿Tal vez, el señor embajador recomienda a sus compatriotas en Venezuela que estén “equidistantes” de las injusticias, atrocidades y violación de los derechos humanos? ¿O quizás, se refiera a mirar para otro lado omitiendo la censura y cierre de medios de comunicación social, al bloqueo de las redes sociales y medios digitales? ¿O la corrupción que agobia al pueblo venezolano? ¿O a la impunidad e inseguridad?

Ante este panorama, estar “equidistante” entre el bien y mal, entre la justicia y la injusticia, entre las victimas y los victimarios, ¿será esa la recomendación del representante de la nación portuguesa?

Portugal sufrió la dictadura más larga del siglo XX en Europa Occidental, incluyendo la dictadura militar (1926-1933) y la Segunda República, o el Estado Novo (1933-1974). Duró cuarenta y ocho años, sumiendo al país en la miseria y atraso; sin embargo, después de la Revolución de los Claveles (un movimiento popular-militar pacífico que derrocó al régimen dictatorial en Portugal el 25 de abril de 1974) se ha transformado en un ejemplo de democracia.

Recordemos que es admirado el pueblo portugués por el respeto a los derechos humanos, por el desarrollo económico, el avance social, las garantías a los derechos sociales, y eso no fue precisamente por permanecer “equidistantes” ante la dictadura.

Señor embajador Fins do Lago, permítame recordarle una de las frases más célebres del premio Nobel de la Paz de 1984, Desmond Tutu, quien con claridad meridiana aseveraba: “Si eres neutral en situaciones de injusticia, has elegido el lado del opresor”.

Así que, no hay neutralidad posible, mucho menos ignorar la realidad en Venezuela. Es claro que la “equidistancia” no soluciona problemas, y me remito a la experiencia de Portugal y la Revolución de los Claveles.

Señor embajador, su “equidistancia” es una ofensa a los más de siete millones de venezolanos que votaron por el cambio, a los más de ocho millones que migraron y sobre todo a los más de dos mil presos políticos y torturados.

Rectifique y ofrezca disculpas; es lo mínimo que puede usted hacer, en aras de la democracia que representa.