Desarrollo sostenible
- 16/01/2025 00:00
- 15/01/2025 19:07
La definición de desarrollo sostenible es un desarrollo económico y bienestar social con el cuidado del medio ambiente.
Todo país y toda sociedad tienen el derecho de progresar tecnológicamente y su educación debe estar a tono con los desarrollos que van sucediendo en nuestros tiempos. Las sociedades y los gobiernos que las representan tienen el deber de alcanzar el desarrollo económico y social. Lo que corresponde al desarrollo económico no es solamente crecer, sino alcanzar el bienestar para todos los integrantes de la sociedad. Aquí tenemos dos tendencias que se contraponen en su visión de cómo lograrlo. Una de ellas son las izquierdas extremas, que sólo quieren un supuesto desarrollo donde todos participen, lo cual es muy difícil de lograr sin caer en ineficiencias. Como resultado, se genera pobreza, porque la productividad colectiva siempre será inferior a la particular y las empresas que son manejadas por los gobiernos, siempre serán ineficientes. En Inglaterra calcularon una diferencia de 30 % en la eficiencia. Nuestros países latinoamericanos estarán en más del 50 % con toda seguridad. Por otro lado, tenemos la extrema derecha, que piensa que las empresas y la iniciativa privada deben andar por la libre, sin intervención del gobierno. Para ellos, las regulaciones son un estorbo impuesto por un ente innecesario. En este caso tenemos que el que tiene dinero para educarse lo puede hacer, y el que no, no recibirá apoyo del Estado, por negarle el gobierno las necesarias inversiones a la educación pública. Ejemplos de ambos los tenemos en la actualidad.
Lo que debe hacer la diferencia para que uno pueda recibir una educación superior debe ser la capacidad intelectual y no si se proviene de una familia rica que pueda costear la educación de sus hijos. En esta corriente política rige el egoísmo, el cual es, para la corriente político-filosófica de Ayn Rand, una virtud. La cito porque tenemos en América latina, gobernantes que siguen esta corriente y, a mi modo de ver, están a un paso de la anarquía. Vemos cómo se destruyen selvas para criar ganado y saciarle el gusto por un buen churrasco a ese comensal que no tiene idea del impacto en el ambiente que causa su obtención. Esto sí lo tienen claro los gobernantes que lo alientan y aquellos ganaderos que piensan o aparentan pensar que aún queda mucha selva prístina y que el daño que ocasionan es minúsculo. No es mi intención entrar en el tema del impacto ambiental, sino del desbalance en la sostenibilidad que estamos creando como sociedad.
Hay que buscar un justo equilibrio, como lo vemos en países europeos, donde la educación y la salud están aseguradas. Lo difícil es que, en países inmaduros como los nuestros, encontremos ese equilibrio. Como bien sabemos, el péndulo sólo se detiene en los extremos, mas nunca en el medio.
Creo que todos estamos de acuerdo en que debemos lograr el desarrollo económico y social. Este malabarismo sociopolítico que hay que hacer para lograrlo, es de por sí muy difícil dada nuestra idiosincrasia y también por el afán de alcanzar el gobierno como meta, pero sin establecer una agenda nacional de desarrollo.
Ahora, a este conjunto de dos elementos le aumentamos el grado de dificultad, agregando un elemento más a este funambulismo socioeconómico. Entra en la ecuación el cuidado del medioambiente.
Podemos ver al desarrollo sostenible como una mesa con tres patas, constituidas por los ya mencionados desarrollos: social, económico y con el cuidado del ambiente. Si bien las extremas derechas se han caracterizado por ignorar los impactos ambientales dado que, a algunas industrias que son favorecidas por estos, les interesa solamente lucrar sin tener en cuenta sus impactos. Les toca a los gobiernos controlar que la mesa del desarrollo sostenible se encuentre equilibrada y firme con sus tres patas. Mirar para otro lado de algunos gobiernos quizás sea el detonante de que el cuidado del ambiente se haya transformado en la negación al desarrollo. Algunas ONG ambientales, digo algunas, porque las hay muy serias, se caracterizan por vociferar para conseguir fondos que pagan sus viajes y salarios. En este extremo se agrupan las que siempre son negacionistas del desarrollo.
Imagino una reunión en el jardín de la casa de un defensor extremo del ambiente, donde todos se comunicaron por sus celulares para convocar a la reunión, celulares que requieren la explotación de varios recursos minerales distintos para su fabricación. Todos llegaron en autos, que tienen un complejo paquete tecnológico provenientes de recursos naturales y que además pasan la tarde haciendo un jugoso “churrasco al carbón” mientras departen. Y pensar que este carbón proviene curiosamente de los manglares que tanto defienden.
Yo me considero un amigo del ambiente y quiero que este se respete, pero de la forma debida. Muchos países han encontrado soluciones al dilema y son dignas de que las copiemos. Lo cierto es que una mesa no tendrá equilibrio con una ni con dos patas. Se requieren al menos tres patas. Es un principio elemental de la física que es perfectamente utilizable como ejemplo. Es la única forma posible de tener lo que llamamos el desarrollo sostenible.