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Cuba, ¿culpable o mártir del terrorismo de Estado?

Actualizado
  • 26/07/2024 23:00
Creado
  • 26/07/2024 13:39

La IX Cumbre de la AEC reunida en Guatemala el 12 de mayo de 2023 declaró que se debe eliminar a Cuba de la lista de países que patrocinan el terrorismo, en vista de que la acusación es totalmente falsa.

“¿Hasta cuándo, Catilina, abusarás de nuestra paciencia?”, Cicerón.

En un ejemplo de terrorismo de Estado, en noviembre de 2023 el ministerio del Interior de Cuba descubrió y desmanteló una acción que consistía en un plan de reclutamiento del gobierno de EE.UU. para llevar a cabo acciones terroristas en la isla.

El responsable del plan - “La Nueva Nación en Armas” - es un cubano que emigró a EE.UU. en 2014.

En concordancia con este plan, que atenta contra los poderes constituidos del Estado, la Asamblea General de la ONU aprobó por la trigésima primera vez el fin del embargo a Cuba con 187 votos a favor, 2 en contra (EE.UU. e Israel) y 1 abstención (Ucrania) (Resolución A/78/L.5).

Para EE.UU., terrorismo de Estado y bloqueo son términos inextricablemente intercambiables.

La prueba de este aserto es el “Guinness Record”, que contabiliza 638 intentos de asesinato a Fidel Castro.

El plan desarticulado es tan solo uno en una miríada de actos ilegales que por más de 60 años han sido un elemento esencial del arsenal que EE.UU. desencadena bajo su embargo a Cuba, que ha sido repudiado a nivel mundial.

La IX Cumbre de la AEC reunida en Guatemala el 12 de mayo de 2023 declaró que se debe eliminar a Cuba de la lista de países que patrocinan el terrorismo, en vista de que la acusación es totalmente falsa.

El Minrex de Cuba emitió una Declaración relativa a un informe que el Secretario de Estado de EE.UU. envió al Congreso en el cual lista a cuatro países “que no cooperan con los esfuerzos antiterroristas de Estados Unidos en el año calendario de 2023”, pero en el mismo no se menciona a Cuba.

A pesar de este señalamiento, el citado departamento continúa manteniendo a Cuba entre los países que “patrocinan el terrorismo”, sin que esta acusación sea avalada internacionalmente.

Calificada como “unilateral e infundada” por el Minrex, la calumniosa acusación únicamente sirve de pretexto para castigar con medidas coercitivas a países soberanos.

Según la ONU, “el terrorismo es la intimidación o coerción de poblaciones o gobiernos mediante la amenaza o la violencia”. Algunos Estados lo definen de manera ambigua, pero el hecho cierto es que no existe siquiera una definición de terrorismo aprobada mediante resolución en la ONU, aunque esta última reconoce que tal delito puede ejercerse por parte de “gobiernos”.

La ausencia de una definición aceptada mediante tratado hace más inmanejable el concepto de terrorismo de Estado. No existen tratados antiterroristas, aunque sí delitos contra el DIP, como cuando el acto terrorista roza con la agresión y la no intervención.

La lucha anticolonial de los pueblos no puede ser calificada ni descalificada como terrorista. Algunos Estados árabes consideran que es imposible calificar como terrorista la resistencia de Palestina contra el sionismo de Israel.

En cambio, los ataques, el genocidio y el apartheid que Israel lleva a cabo contra el pueblo palestino desde hace siete décadas, especialmente en Gaza, no son sino el más crudo ejemplo de terrorismo de Estado.

La Corte Internacional de La Haya acaba de decidir que la ocupación de territorios palestinos por Israel constituye una anexión, violatoria del DIP.

Cuba e Israel son países antípodas. Cuba es víctima del terrorismo de Estado de EE.UU., igual que Palestina lo es de Israel.

Nos parece insuficiente y complaciente la definición de terrorismo de la ONU en el caso de Cuba. EE.UU. no solamente “amenaza e intimida”, sino que le ha cortado la yugular a su pueblo desde hace más de 60 años.

La necesidad de adoptar un criterio aceptable sobre el terrorismo se nos presenta difícil cuando debamos considerar los actos y métodos de un Sendero Luminoso en Perú o de un Pol Pot en Camboya.

Innumerables Estados, gobiernos, organizaciones y movimientos representativos del planeta y de todo el abanico ideológico, de Norte a Sur y de Este a Oeste, exigen que Cuba sea removida de la lista espuria con la que EE.UU. la condena y decide quién es terrorista y quién no; quién debe ser castigado y quién premiado, sin ofrecer pruebas, hostigando y amenazando con sanciones ilegales a países que defienden a todo trance su dignidad, su soberanía y su honor nacional.

Es una contradicción intrínseca acusar a un país de patrocinar el terrorismo y a la vez excluirlo de la lista de los países que no cooperan con los esfuerzos antiterroristas de EE.UU, tal como han hecho con Cuba. Quien menos puede hablar de terrorismo es su principal patrocinador.

EE.UU., el mayor Estado terrorista, que ha invadido a más de 70 países y vetado todas las resoluciones y decisiones del Consejo de Seguridad y de la Corte de La Haya en su contra, no tiene derecho a pontificar sobre terrorismo o antiterrorismo, mucho menos a dar absoluciones a genocidas y criminales de guerra.

Cuba, pueblo mártir arquetípico del terrorismo de Estado, tiene la palabra.

El autor es internacionalista