Cuando el Imperio chino fue la primera potencia naval
- 22/04/2025 00:00
China ocupa una posición ascendente entre las principales potencias mundiales, lo que ha provocado reacciones airadas de parte de los nuevos gobernantes de Estados Unidos, el primer rival al otro lado del Pacífico enfrascado en una costosa guerra comercial y de influencia geopolítica con todo el mundo, incluyendo a Panamá.
Recordemos ahora cuando China, hace seis siglos, ribereña del mayor océano del planeta, fue la primera potencia naval. Era el país más poblado con uno de cada cinco de los terrícolas cuando para el año 1400 se calculan 60 millones de habitantes en el Celeste Imperio y a comienzos del siglo XVI, en vísperas de la llegada al Pacífico de conquistadores y navegantes ibéricos, tenía cerca de 105 millones.
El Imperio chino, con más de 14.000 kilómetros de costas en el Pacífico mostraba, en el siglo XV, una civilización tan compleja, antigua y sofisticada como la que encontramos frente al Atlántico en el otro extremo de Eurasia, en Europa, a 12.000 kilómetros. Ambos se unían por la delgada “ruta de la seda”. Los marinos chinos eran capaces, desde tres mil años atrás, de dominar la navegación de altura, la que se requiere para realizar largos viajes oceánicos que toman mucho tiempo y exigen recursos extraordinarios. Viajes imposibles sin conocimientos avanzados de astronomía, de posicionamiento geográfico y de climatología, de tal forma que dichos marinos podían viajar temprano por mar a Corea y al Japón, el gran archipiélago más próximo.
La historia marítima de China es muy antigua y poco conocida. Hace 2.200 años los chinos sustituyeron los rudimentarios botes de madera por grandes barcos y dominaron las técnicas de la navegación a vela. En torno al siglo III sus flotas llegaron a Taiwán y en el siglo IV, el navegante Fa Xian regresó de la India por mar. En el siglo V los marinos chinos llegaron al golfo Pérsico y en el VII desarrollaron la navegación hacia Asia Occidental y la costa africana atravesando todo el océano Índico en línea recta en alta mar. Del siglo X al XIII con el uso de la brújula y la aplicación de conocimientos astronómicos y meteorológicos pudieron viajar todo el año en el océano Índico desde los puertos de Quanzhou y Cantón, más al sur.
En los siglos XIII y XIV enormes navíos chinos con decenas de velas podían acoger hasta mil marinos cada uno. En la primera parte del siglo XV, entre 1405 y 1434, las crónicas hablan de varias expediciones marítimas de las flotas imperiales de China al mando del gran navegante, Zheng He (1371-1435), siete en total, que arribaron hasta el África del Este, hasta Mozambique, el estrecho de Ormuz, Adén y Mogadiscio, que abrieron nuevas vías de navegación de altura. Recordemos la flota colosal formada por 62 grandes barcos, mucho mayores que los europeos, de hasta ciento veinte metros de largo, con una tripulación de 27.800 marinos, que zarpó de Fukien (Fujian) hacia Filipinas y Malasia en junio de 1407 y otra, el año siguiente, que siguió con rumbo a Ceilán. Registramos también la flota de 1416 que se dirigió a Malaca y Calcuta. Poderosas flotas se encaminaron a Sumatra en 1441.
Una teoría reciente sostiene que entre 1421 y 1423 una flota comandada por Zheng He con más de un centenar de barcos circunnavegó el planeta desde el océano Índico hasta el Pacífico pasando por el Atlántico. De ser cierta, lo que parece muy poco probable, no tuvo ninguna repercusión en la historia universal y de ella, si existió, no queda ningún registro conocido.
Sí sabemos de verdaderas Armadas imperiales que combatían y ganaban importantes batallas, cobraban tributos, deponían reyes y abrían nuevos caminos al comercio internacional. Todas contribuyeron a reafirmar el predominio imperial marítimo de China en la extensa región de los grandes archipiélagos del Pacífico, en el océano Índico hasta el África, mucho antes de que Cristóbal Colón llegara a América. Muestran el inmenso poderío marítimo de China un siglo antes de que la expedición de Magallanes le diera la vuelta al globo terráqueo para inaugurar la historia universal, en cuatro naves mucho más pequeñas que los barcos chinos.
Pero también la flota china, la mayor y más avanzada del mundo, fue poco a poco desmantelada cuando los tradicionalistas se impusieron en la corte imperial después de la muerte del emperador Yon Lo (1359-1424) de la dinastía Ming y decidieron, en 1433, cerrar en gran parte el imperio a las influencias externas y al comercio internacional. Serán las naves extranjeras las que en adelante y durante varios siglos comuniquen a China con el resto del planeta.
Tendremos que esperar el último tercio del siglo XX, después de la muerte de Mao Zedong en 1975, el dirigente revolucionario cuyas políticas mataron a decenas de millones de chinos y arruinaron finalmente el país con su atroz “revolución cultural” que perseguía a la gente más educada, para ver a la emergente China regresar en grande a los mares y abrirse nuevamente al Pacífico. Sucede cuando una nueva dirigencia apuesta por la modernización de la economía, ahora capitalista, su política exterior, por imponer la educación masiva, de calidad, desde la década de 1980. El resultado es que hoy ya tiene la segunda Armada más grande del mundo que seguirá creciendo, así como el país en riqueza, ciencia, tecnología e influencia. Más que demonizar a China e ignorarla por conflictos ajenos, debemos registrar esa realidad, sacarle legítimo provecho mutuo, y comprender mejor el presente y el futuro del mundo.