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Conectividad ecológica

Actualizado
  • 07/08/2024 00:00
Creado
  • 06/08/2024 13:13

Resulta esperanzador que las diversas especies hayan encontrado maneras para sortear nuestros cada vez más frecuentes obstáculos. Conectividad ecológica es la definición de esa habilidad natural de evadirnos

Asistimos recientemente a un taller de presentación de Almanaque Azul. Almanaque Azul es una fundación que inicia labores en 2005, preocupados por la conservación y la enseñanza necesaria para promover el amor y el respeto por nuestro entorno.

El medio ambiente debería llamarse el “completo ambiente” pues representa no solamente nuestra mitad, sino todo lo que somos. Sin el medio ambiente, no somos nada. A pesar de la importancia que tiene, un porcentaje altísimo de la sociedad da por hecho que el planeta es eterno, y que es su propiedad personal. Uno pensaría que todos manejaríamos nuestra propiedad con diligencia y cuidado, pero no es así. El ser humano se ha convertido en el peor enemigo de la naturaleza, pagándole con contaminación todos los bienes que nos regala.

A todos nos gusta estacionar nuestros vehículos a la sombra, pero ¿hemos sembrado al menos un árbol? Nos gusta el agua pura, el aire limpio, mas nos encanta ir consumiendo cosas por la calle y una vez terminamos, ¡allá va eso! Sin el menor pudor tiramos la basura a la calle, incluso si hay un canasto de basura cercano.

La incultura de la cochinada viene de la mano con las ideologías absurdas que nos tratan de hacer ver como la normalidad. “Es que es culpa del gobierno, que no coloca suficientes recipientes para desechos”. No. Es culpa suya por ser cochino. Punto.

Aunada a nuestra incultura de la cochinada, tenemos también la insaciable necesidad de deforestar, acabando con el entorno en donde vivimos. Llamamos “animales salvajes” a los que habitan las áreas boscosas que aún quedan en el país, pero en realidad los que nos comportamos como bestias somos nosotros. Hacemos colapsar los sistemas de drenaje a punta de desechos plásticos, y luego nos quejamos de las inundaciones. Destruimos los manglares, y luego nos quejamos de que no hay suficientes peces, o que “la marea se comió una comunidad”. Literalmente, dañamos aquello que necesitamos para vivir.

Los profesionales de la fundación antes mencionada nos explicaron que han realizado un trabajo interesantísimo, utilizando tecnología de punta, con lo que han podido desarrollar un mapa que nos indica cómo han respondido los seres vivos al ataque incesante del “desarrollo”.

Resulta esperanzador que las diversas especies hayan encontrado maneras para sortear nuestros cada vez más frecuentes obstáculos. Conectividad ecológica es la definición de esa habilidad natural de evadirnos. Sin ella, aceleramos la destrucción del ambiente. La naturaleza encuentra la manera, y sigue siendo sabia, a pesar de nosotros.

Mientras los políticos de las últimas cinco décadas han velado por todo lo que tenga que ver con sus intereses económicos particulares, poco o nada se ha hecho para asegurar y promover la ecología. Que se joda el pueblo, y que se joda la naturaleza.

No todo es culpa de la corrupción, amigo lector. Somos tan responsables nosotros como los políticos. Usted, que tira basura en calles y ríos, o que no tiene una conexión idónea al servicio de agua potable, o de alcantarillado. Usted que construye “a la bulla de los cocos” porque no cumple con los requisitos municipales. O usted, funcionario, que permite que promotores sin integridad construyan problemas habitacionales. Todos tenemos nuestra cuota de responsabilidad.

Las leyes existen. Hacen falta autoridades con la voluntad de hacerlas cumplir.

Fue una experiencia refrescante asistir a ese taller. Aprendimos cosas nuevas y hasta conversamos de ciencia ficción. Películas como “El día después de mañana” no parecen tan descabelladas ahora. Y en la versión terrorífica, los elementos que fundamentan la historia de “Guerra mundial Z” parecen ser cada día más evidentes. Falta de alimentos, y de agua limpia, deshumanización, guerra y enfermedades. ¡Chanfle!

Volviendo al taller de Almanaque Azul, en el área científica, nos presentaron con mapas físicos que contienen los resultados y conclusiones de sus estudios, mismos que nos comprometimos a entregar a autoridades locales, profesionales y algún centro educativo para crear conciencia sobre tan importantes temas.

El mapa está diseñado de manera sencilla, y es muy fácil de interpretar, volviéndose una herramienta didáctica de mucho valor. Posee las rutas de conectividad que existen en nuestro país, y nos alerta de aquellas que están en riesgo de desaparecer, a causa de la intervención humana.

Si usted cree, amigo lector, que por vivir en la ciudad estos asuntos no le competen, permítame decirle que está completamente equivocado. Las zonas urbanas son las primeras en sufrir los desbalances que crea el desarrollo mal llevado. ¿No me cree? Le recuerdo que, si algo nos enseñó el más reciente evento pandémico, fue que en las ciudades pequeñas el evento se vivió con una relativa normalidad, mientras que en las metrópolis las personas se iban a los puños por banalidades como el papel higiénico. Deja esto en evidencia el bajo nivel intelectual de demasiados miembros de nuestras comunidades, mismos que son los que mayormente contaminan el área en donde habitan.

Educación para curar la corrupción y trabajar a favor del medio ambiente, en vez de chocar de frente en oposición a la naturaleza, para obtener dinero. El dinero no se come, amigo lector. Metámosle mente por Panamá.

Dios nos guíe.

El autor es ingeniero