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Competencias, principios y valores de los funcionarios públicos

Actualizado
  • 28/07/2024 00:00
Creado
  • 27/07/2024 09:59

Estamos obligados a mantener un alto estándar ético y moral en todas las actividades relacionadas con el control social. Esto incluye rechazar la corrupción, la manipulación y otras prácticas poco éticas [...]

Luego de casi un mes de haber tomado posesión el nuevo gobierno, ya comienzan a aparecer en las redes sociales y titulares de nuestros medios de comunicación social, manifestaciones de rechazo por el desempeño de algunos funcionarios de los tres poderes del Estado, principalmente de los diputados que seleccionamos.

En ese sentido, sin hacerme eco - todavía - de ninguna expresión de rechazo, le dedico esta entrega a reflexionar sobre las competencias, principios y valores que esperamos de nuestros funcionarios públicos y, no menos importante, los principios y valores que deben caracterizar a los ciudadanos para ejercer un efectivo control social de la gestión pública, evitando los abusos, el clientelismo y la corrupción; a fin de promover el mantenimiento y fortalecimiento de la democracia para forjar el mejor futuro de nuestra sociedad. Advierto de entrada que me quedaré corto, pues este asunto bien puede ser material para un libro de texto.

Pero antes de entrar en materia, es obligatorio tener bien presente que los funcionarios públicos que tenemos son los que queríamos (¿y nos merecemos?) al elegir libremente a nuestros representantes en el gobierno en las pasadas elecciones generales. No olvidemos que, más del 70% de los votantes, seleccionó democráticamente su candidato entre los representantes de los partidos políticos tradicionales.

Dicho lo anterior, entremos de lleno en el contenido de esta glosa y preguntémonos si antes de entregar nuestro voto, analizamos las competencias, principios y valores de los candidatos, o lo hicimos simplemente esperando el nefasto “que hay pa’ mí”, y; qué podemos hacer para ejercer un efectivo control social de la gestión pública. Aunque acepto que este ejercicio debimos y podemos hacerlo antes de emitir nuestro voto, es fundamental para intentar enmendar el daño allí donde lo encontremos.

Para comenzar los invito a preguntarse si nuestros funcionarios públicos - diputados, ministros, jueces - poseen las habilidades, conocimientos, actitudes y comportamientos necesarios para desempeñar efectivamente las funciones y responsabilidades asociadas con el puesto.

Por ejemplo, sin ser exhaustivo y esperando al menos los primeros 100 días de gobierno, examinemos si los funcionarios públicos: ¿poseen los conocimientos técnicos y especializados necesarios?, ¿están comprometidos con los principios éticos, la transparencia, la rendición de cuentas y el servicio público?, ¿entienden las leyes, regulaciones y políticas relevantes para su área de trabajo, así como los procedimientos administrativos y operativos?, ¿se mantienen actualizados sobre nuevos desarrollos y tendencias en políticas y legislación, y, sobre todo, ¿serán capaces de enfocarse en proporcionar un servicio de calidad a los ciudadanos, comprendiendo sus necesidades y expectativas, y respondiendo de manera eficiente y efectiva?

No menos importantes que las competencias, son los principios y valores fundamentales que deben guiar su desempeño para desarrollar una gestión ética, transparente y efectiva. Investiguemos por ejemplo: ¿es una persona íntegra, capaz de actuar de manera veraz y sincera, evitando cualquier forma de engaño o corrupción?, ¿se adhiere a principios éticos claros y consistentes, evitando conflictos de interés y comportamientos que puedan comprometer la integridad personal y profesional?, ¿actúa con rectitud y honestidad, evitando cualquier forma de corrupción o abuso de poder?

Dicho todo lo anterior, solo me resta proponerles que nos preguntemos si, nosotros los ciudadanos, ¿poseemos las competencias, y actuamos de acuerdo con principios y valores necesarios para ejercer el control social de la gestión pública? Veamos algunos ejemplos.

De entrada, es obligatorio que entendamos los derechos garantizados por la constitución y las leyes, incluyendo el acceso a la información, la participación en procesos políticos y la transparencia gubernamental. Es igualmente importante que conozcamos cómo están organizadas las diferentes ramas del gobierno (Ejecutivo, Legislativo, Judicial) y los niveles de gobierno (nacional, regional, local); así como comprender cómo se desarrollan, implementan y evalúan las políticas públicas.

A partir de ese conocimiento, debemos entender cómo funcionan los mecanismos de auditoría social, como los comités de vigilancia ciudadana, las auditorías públicas y las comisiones de transparencia; involucrarnos en procesos de consulta pública, audiencias y otras formas de participación ciudadana; desarrollemos la capacidad para organizar a otros ciudadanos en torno a causas comunes relacionadas con la gestión pública, así como la habilidad para coordinar acciones colectivas, como peticiones, manifestaciones o campañas de sensibilización.

Al final nos quedan los principios y valores que necesitamos para ejercer un control social efectivo sobre la gestión pública. Es fundamental que los desarrollemos y guíen nuestra participación y supervisión ética, constructiva y eficaz. Los invito a preguntarnos si los posemos y, en su defecto, qué tenemos que hacer para desarrollarlos.

Estamos obligados a mantener un alto estándar ético y moral en todas las actividades relacionadas con el control social. Esto incluye rechazar la corrupción, la manipulación y otras prácticas poco éticas, conservar un compromiso claro con el bien común, priorizando el bienestar de la comunidad sobre los intereses personales o de grupo.

El autor es médico, exrepresentante de la OMS