Ante las amenazas de Donald Trump
- 08/02/2025 00:00
- 07/02/2025 19:25
En conferencia ante el Instituto para la Formación Política del Partido Morena de México, de la presidenta Claudia Sheinbaum, 4 de febrero de 2025 Apelo a la conciencia de la humanidad para que asuma su defensa ante el más oprobioso ataque que ha desatado en su contra el presidente Donald Trump. El presidente Trump ha dinamitado la base de nuestra civilización de una manera nunca antes vista en la historia. ¡Ni Hitler en su megalomanía llegó tan lejos!
Donald Trump es un cáncer que mina a la humanidad y, si no lo extirpamos, la aniquilará. Sus declaraciones son un reto a la ONU y, si esta no se defiende, el organismo sucumbirá. Su intención de comprar Groenlandia, que no está en venta según el Gobierno de Dinamarca; de convertir a Canadá en el estado 51 de EE.UU., cuyo primer ministro ha rechazado; de cambiarle el nombre al golfo de México; de apoderarse del Canal de Panamá, pisoteando nuestra soberanía, el Derecho Internacional y la Carta de la ONU, son motivos más que suficientes para expulsar a EE.UU. de la Comunidad Civilizada de Naciones (CCN).
En lo que concierne a Panamá y nuestro Canal, Trump ha expresado ocho falacias escandalosas que comentaremos:
Primero: Que “la República Popular China controla el Canal”. Respuesta: todos los administradores del Canal desde 1998 hasta el actual (Ricaurte Vásquez), han desmentido unánimemente esta mentira.
Segundo: Que “soldados chinos están presentes y custodian el Canal”. Respuesta: los miles de panameños que laboran allí no los han descubierto aún.
Tercero: Que los puertos del Canal “están en manos del Partido Comunista de China.” Respuesta: Dos puertos pertenecen a la empresa Hutchison de Hong Kong y, aunque esta sea una de las dos Regiones Administrativas Especiales de la República Popular China, nunca el PCCh ha tenido injerencia alguna en el Canal.
La empresa Hutchison existe desde el siglo XIX, es una de las portuarias más grandes del mundo y está en todos los continentes, sin excluir EE.UU., donde operan en Los Ángeles, San Diego, Seattle y Miami, sin que haya sido acusada de amenazar su seguridad nacional.
¿Por qué no rescinden también sus contratos, siendo que son supuestamente marionetas del PCCh?
Cuarto: Que “los puertos controlan el Canal.” Respuesta: Ninguno de los puertos administra o maneja la navegación por la vía acuática, incluidos los de Taiwán, Singapur y EE.UU.
La navegación por el Canal es responsabilidad exclusiva de los aproximadamente 300 pilotos o prácticos del Canal, entre los cuales uno es estadounidense y ninguno de China.
Quinto: Que “en la construcción del Canal murieron 38.000 trabajadores”, supuestamente de EE.UU. Respuesta: Según fuentes oficiales de EE.UU. murieron únicamente 350.
El Canal de Panamá fue construido en tres fases, siendo el ferrocarril interoceánico (1850-1855) y el Canal francés (1880-1889) la primera y segunda fase, respectivamente.
En este período fallecieron aproximadamente 22.000/25.000 trabajadores de distintas nacionalidades, mayormente culíes de China, India y Europa y ninguno de EE.UU., debido a enfermedades y condiciones infrahumanas.
Sexto: Que en el Canal hay letreros en idioma chino por todas partes. Respuesta: Solo se conoce una grabación en la que se retiraba un anuncio del Banco de China del aeropuerto panameño. No obstante, dicho banco tiene también sucursales en EE.UU. y Europa, y allá no son motivo de sospecha como lo es en Panamá.
Séptimo: Que EE.UU. “le regaló el Canal por un dólar” a Panamá. Respuesta: El Canal le costó a Panamá 122 años de intervenciones e invasiones y miles de muertos (sin incluir los asesinados en el siglo XIX): la Guerra de Coto con Costa Rica a instancias de una bananera de EE.UU., la muerte de panameños en la Huelga Inquilinaria de 1925, la matanza del 9 de enero de 1964 (23 muertos y 500 heridos) y la invasión de 1989, cuyos muertos aún estamos buscando.
Octavo: Que EE.UU. tiene derecho a defender el Canal. Respuesta: Ese derecho lo tienen ambos países, pero EE.UU. no puede ejercerlo unilateralmente sin el consentimiento de Panamá como soberano del territorio.
Las Enmiendas DeConcini y Nunn que pretendían autorizar la intervención unilateral de EE.UU. son nulas ante el Derecho Internacional, que prohíbe enmiendas unilaterales en tratados bilaterales.
Notas finales: La neutralidad en el Canal o en el istmo fue desde el siglo XIX una total falacia, una engañifa. En cambio, EE.UU. la violó con el Tratado Mallarino-Bidlack de 1846, el incidente de la Tajada de Sandía de 1856 con el cual Panamá pagó cuantiosas indemnizaciones, y la intervención militar de EE.UU. en la Guerra de los Mil Días, que produjo el ilegal encarcelamiento y la ejecución del dirigente Victoriano Lorenzo en 1903.
EE.UU. violó la neutralidad del Canal y de Panamá en todas las guerras del siglo XX.
Durante la totalidad del siglo XX, EE.UU. se apropió completamente todos los ingresos del Canal y le dio una paupérrima anualidad por el Canal que el general Omar Torrijos rechazó como una afrenta al país.
Los ingentes beneficios que Washington nos arrancó en distintas ocasiones demuestra sobradamente que EE.UU. no le ha pagado ni un real a nuestro país por el Canal. Nuestro deber es renegociar o denunciar el Tratado de Neutralidad junto con sus enmiendas.
¡Y pararnos firmes!
Apelo a la conciencia de la humanidad para que asuma su defensa ante el más oprobioso ataque que ha desatado en su contra el presidente Donald Trump. El presidente Trump ha dinamitado la base de nuestra civilización de una manera nunca antes vista en la historia. ¡Ni Hitler en su megalomanía llegó tan lejos!
Donald Trump es un cáncer que mina a la humanidad y, si no lo extirpamos, la aniquilará. Sus declaraciones son un reto a la ONU y, si esta no se defiende, el organismo sucumbirá. Su intención de comprar Groenlandia, que no está en venta según el Gobierno de Dinamarca; de convertir a Canadá en el estado 51 de EE.UU., cuyo primer ministro ha rechazado; de cambiarle el nombre al golfo de México; de apoderarse del Canal de Panamá, pisoteando nuestra soberanía, el Derecho Internacional y la Carta de la ONU, son motivos más que suficientes para expulsar a EE.UU. de la Comunidad Civilizada de Naciones (CCN).
En lo que concierne a Panamá y nuestro Canal, Trump ha expresado ocho falacias escandalosas que comentaremos:
Primero: Que “la República Popular China controla el Canal”. Respuesta: todos los administradores del Canal desde 1998 hasta el actual (Ricaurte Vásquez), han desmentido unánimemente esta mentira.
Segundo: Que “soldados chinos están presentes y custodian el Canal”. Respuesta: los miles de panameños que laboran allí no los han descubierto aún.
Tercero: Que los puertos del Canal “están en manos del Partido Comunista de China.” Respuesta: Dos puertos pertenecen a la empresa Hutchison de Hong Kong y, aunque esta sea una de las dos Regiones Administrativas Especiales de la República Popular China, nunca el PCCh ha tenido injerencia alguna en el Canal.
La empresa Hutchison existe desde el siglo XIX, es una de las portuarias más grandes del mundo y está en todos los continentes, sin excluir EE.UU., donde operan en Los Ángeles, San Diego, Seattle y Miami, sin que haya sido acusada de amenazar su seguridad nacional.
¿Por qué no rescinden también sus contratos, siendo que son supuestamente marionetas del PCCh?
Cuarto: Que “los puertos controlan el Canal.” Respuesta: Ninguno de los puertos administra o maneja la navegación por la vía acuática, incluidos los de Taiwán, Singapur y EE.UU.
La navegación por el Canal es responsabilidad exclusiva de los aproximadamente 300 pilotos o prácticos del Canal, entre los cuales uno es estadounidense y ninguno de China.
Quinto: Que “en la construcción del Canal murieron 38.000 trabajadores”, supuestamente de EE.UU. Respuesta: Según fuentes oficiales de EE.UU. murieron únicamente 350.
El Canal de Panamá fue construido en tres fases, siendo el ferrocarril interoceánico (1850-1855) y el Canal francés (1880-1889) la primera y segunda fase, respectivamente.
En este período fallecieron aproximadamente 22.000/25.000 trabajadores de distintas nacionalidades, mayormente culíes de China, India y Europa y ninguno de EE.UU., debido a enfermedades y condiciones infrahumanas.
Sexto: Que en el Canal hay letreros en idioma chino por todas partes. Respuesta: Solo se conoce una grabación en la que se retiraba un anuncio del Banco de China del aeropuerto panameño. No obstante, dicho banco tiene también sucursales en EE.UU. y Europa, y allá no son motivo de sospecha como lo es en Panamá.
Séptimo: Que EE.UU. “le regaló el Canal por un dólar” a Panamá. Respuesta: El Canal le costó a Panamá 122 años de intervenciones e invasiones y miles de muertos (sin incluir los asesinados en el siglo XIX): la Guerra de Coto con Costa Rica a instancias de una bananera de EE.UU., la muerte de panameños en la Huelga Inquilinaria de 1925, la matanza del 9 de enero de 1964 (23 muertos y 500 heridos) y la invasión de 1989, cuyos muertos aún estamos buscando.
Octavo: Que EE.UU. tiene derecho a defender el Canal. Respuesta: Ese derecho lo tienen ambos países, pero EE.UU. no puede ejercerlo unilateralmente sin el consentimiento de Panamá como soberano del territorio.
Las Enmiendas DeConcini y Nunn que pretendían autorizar la intervención unilateral de EE.UU. son nulas ante el Derecho Internacional, que prohíbe enmiendas unilaterales en tratados bilaterales.
La neutralidad en el Canal o en el istmo fue desde el siglo XIX una total falacia, una engañifa. En cambio, EE.UU. la violó con el Tratado Mallarino-Bidlack de 1846, el incidente de la Tajada de Sandía de 1856 con el cual Panamá pagó cuantiosas indemnizaciones, y la intervención militar de EE.UU. en la Guerra de los Mil Días, que produjo el ilegal encarcelamiento y la ejecución del dirigente Victoriano Lorenzo en 1903.
EE.UU. violó la neutralidad del Canal y de Panamá en todas las guerras del siglo XX.
Durante la totalidad del siglo XX, EE.UU. se apropió completamente todos los ingresos del Canal y le dio una paupérrima anualidad por el Canal que el general Omar Torrijos rechazó como una afrenta al país.
Los ingentes beneficios que Washington nos arrancó en distintas ocasiones demuestra sobradamente que EE.UU. no le ha pagado ni un real a nuestro país por el Canal. Nuestro deber es renegociar o denunciar el Tratado de Neutralidad junto con sus enmiendas.
¡Y pararnos firmes!