Amenazas y momento
- 22/01/2025 00:00
- 21/01/2025 19:20
Hace mucho que debimos volver a la política de no alineamiento que tanto éxito le dio a Panamá en la década de los 70. No estamos aprovechando el nuevo orden internacional Hace casi siete años y en esta misma tribuna, escribimos un artículo que se tituló “Del Apple Pie al Siu Mai”. Tomaré sus primeros párrafos como antesala del presente. “...Todo imperialismo es una conducta y doctrina global que busca expandir su dominio sobre otros y con ello imponer sus medios de producción y generación de riquezas. Esta imposición puede darse a través de la transmisión de su cultura como medio de penetración, la coerción por asfixia o manipulación económica y finalmente por la fuerza bruta. La historia da cuenta de su existencia desde tiempo inmemorial. Los mongoles, los rusos, los persas, los griegos, los romanos, los turcos, los británicos y el más joven de todos y aún vigente, Estados Unidos....”.
“...Los imperios surgen por necesidad. El Estado se hace imperialista cuando llega a un grado de desarrollo interno de tal magnitud, que si no exporta esa riqueza, se ahogaría en la concentración del capital generado. Del mismo modo, ese desarrollo genera necesidades y demanda recursos naturales de todo tipo, que ya no pueden obtenerse a lo interno de sus fronteras. Así como en la era moderna se dio la llamada revolución industrial, percutor que hizo estallar la aparición del Estado capitalista moderno y del consiguiente imperialismo, del mismo modo la era digital nos trae una nueva forma de dominación a partir del llamado “Socialismo con Economía de Mercado”, de la República Popular China...”.
“...A diferencia de los norteamericanos, cuya persuasión no dudó en el uso de “las cañoneras” y del “gran garrote”, los asiáticos desarrollaron este nuevo imperio de una manera discreta, siendo constantes y eficaces a través del tiempo. Convertidos en la fábrica del mundo, su poder económico se hizo tan vasto, que hoy China es uno de los máximos tenedores de bonos del Tesoro de EUA. Como todo imperio, tienen necesidades y buscarán la forma de saciarlas ...”.
En 1903, los gringos necesitaban un canal para sus fines expansionistas y encontraron a una clase política panameña oportunista y deseosa de resolver sus intereses económicos y, para ello, se montaron sobre los legítimos anhelos independentistas y sentimientos de pertenencia y nacionalidad de los istmeños. Nació la República, pero también la hipoteca perpetua del Hay-Buneau Varilla. Esta hipoteca desapareció hasta cierto punto en 1977 con el Tratado Torrijos-Carter, aunque nos quedó la advertencia de lo porvenir, con el nefasto Tratado de Neutralidad.
A los panameños se nos repite la historia de hace 122 años. Cuando Varela decide aperturar relaciones diplomáticas con China, si bien fue una decisión de Estado coherente y consecuente con la realidad geopolítica mundial, no es menos cierto que también estuvieron de por medio intereses personales y de negocios harto conocidos. Allí Donald Trump, presidente gringo en su primer mandato, llamó “a consultas” a sus diplomáticos como protesta y modo de presión, ante la apertura de relaciones diplomáticas con el gigante asiático, misma que estuvo precedida de la ruptura con Taiwán.
El hoy convicto presidente en segundo mandato no ha olvidado lo ocurrido y retoma en forma desesperada una campaña de intimidación contra nuestro país, basada en absurdos y mentiras. Como imperio decadente, pretende sobrevivir a la nueva realidad mundial de la multipolaridad, dando dementes zarpazos, a sabiendas de que ya no mandan en el mundo. Cuando no puede engañar, entonces compra; si no te puede comprar, extorsiona y amenaza; si todo esto le falla, entonces usa la fuerza. En el caso de Panamá, pedirá que se le venda el canal o que le demos canonjías comerciales y marítimas imposibles, o de lo contrario amenazará con inventarse cualquier excusa para una intervención, con fundamento en el Tratado de Neutralidad.
El Canal de Panamá se convierte ahora en un peón estratégico en el ajedrez político mundial, no por razones militares, sino para una guerra económica que se avecina frente a los chinos; Estados Unidos pretende obtener del canal ventajas de negocio indebidas o, lo peor, utilizarlo como una herramienta de extorsión y de retorsión. Panamá, advertida de los riesgos del Tratado de Neutralidad, no ha hecho absolutamente nada para mantenerse equidistante en función de su propio interés y con ello estar preparada para lo que ahora enfrentamos.
Todo esto nos encuentra con un gobierno pusilánime y genuflexo, con un rabo de paja tan enorme, que los gringos se lo encenderán al primer atisbo de nacionalismo Y NOS VENDERÁN A LA PRIMERA OPORTUNIDAD Y NECESIDAD. ¿Acaso hemos olvidado que MULINO, ungido por un expresidente también convicto, dijo el año pasado que las fronteras gringas comenzaban en el Darién? ¿Acaso la ralea de beodos, intoxicados y completos ignorantes que ha nombrado como embajadores podrán representar y defender con conocimiento y valentía el pundonor patrio? ¡¡JAMÁS!!
Hace mucho que debimos volver a la política de no alineamiento que tanto éxito le dio a Panamá en la década de los 70. No estamos aprovechando el nuevo orden internacional. Los panameños debemos ser conscientes que se trata de una disputa entre dos potencias, una en su ocaso y otra en su levante. Cada una en su beneficio mira a Panamá, su posición geográfica y el Canal, como un asunto prioritario de sobrevivencia.
Toca a los panameños, no sólo enfrentar la agresión imperial, si no también a los cipayos internos. Todo es cuestión de equilibrio, coraje, inteligencia y genuino interés nacional.
Hace casi siete años y en esta misma tribuna, escribimos un artículo que se tituló “Del Apple Pie al Siu Mai”. Tomaré sus primeros párrafos como antesala del presente. “...Todo imperialismo es una conducta y doctrina global que busca expandir su dominio sobre otros y con ello imponer sus medios de producción y generación de riquezas. Esta imposición puede darse a través de la transmisión de su cultura como medio de penetración, la coerción por asfixia o manipulación económica y finalmente por la fuerza bruta. La historia da cuenta de su existencia desde tiempo inmemorial. Los mongoles, los rusos, los persas, los griegos, los romanos, los turcos, los británicos y el más joven de todos y aún vigente, Estados Unidos....”.
“...Los imperios surgen por necesidad. El Estado se hace imperialista cuando llega a un grado de desarrollo interno de tal magnitud, que si no exporta esa riqueza, se ahogaría en la concentración del capital generado. Del mismo modo, ese desarrollo genera necesidades y demanda recursos naturales de todo tipo, que ya no pueden obtenerse a lo interno de sus fronteras. Así como en la era moderna se dio la llamada revolución industrial, percutor que hizo estallar la aparición del Estado capitalista moderno y del consiguiente imperialismo, del mismo modo la era digital nos trae una nueva forma de dominación a partir del llamado “Socialismo con Economía de Mercado”, de la República Popular China...”.
“...A diferencia de los norteamericanos, cuya persuasión no dudó en el uso de “las cañoneras” y del “gran garrote”, los asiáticos desarrollaron este nuevo imperio de una manera discreta, siendo constantes y eficaces a través del tiempo. Convertidos en la fábrica del mundo, su poder económico se hizo tan vasto, que hoy China es uno de los máximos tenedores de bonos del Tesoro de EUA. Como todo imperio, tienen necesidades y buscarán la forma de saciarlas ...”.
En 1903, los gringos necesitaban un canal para sus fines expansionistas y encontraron a una clase política panameña oportunista y deseosa de resolver sus intereses económicos y, para ello, se montaron sobre los legítimos anhelos independentistas y sentimientos de pertenencia y nacionalidad de los istmeños. Nació la República, pero también la hipoteca perpetua del Hay-Buneau Varilla. Esta hipoteca desapareció hasta cierto punto en 1977 con el Tratado Torrijos-Carter, aunque nos quedó la advertencia de lo porvenir, con el nefasto Tratado de Neutralidad.
A los panameños se nos repite la historia de hace 122 años. Cuando Varela decide aperturar relaciones diplomáticas con China, si bien fue una decisión de Estado coherente y consecuente con la realidad geopolítica mundial, no es menos cierto que también estuvieron de por medio intereses personales y de negocios harto conocidos. Allí Donald Trump, presidente gringo en su primer mandato, llamó “a consultas” a sus diplomáticos como protesta y modo de presión, ante la apertura de relaciones diplomáticas con el gigante asiático, misma que estuvo precedida de la ruptura con Taiwán.
El hoy convicto presidente en segundo mandato no ha olvidado lo ocurrido y retoma en forma desesperada una campaña de intimidación contra nuestro país, basada en absurdos y mentiras. Como imperio decadente, pretende sobrevivir a la nueva realidad mundial de la multipolaridad, dando dementes zarpazos, a sabiendas de que ya no mandan en el mundo. Cuando no puede engañar, entonces compra; si no te puede comprar, extorsiona y amenaza; si todo esto le falla, entonces usa la fuerza. En el caso de Panamá, pedirá que se le venda el canal o que le demos canonjías comerciales y marítimas imposibles, o de lo contrario amenazará con inventarse cualquier excusa para una intervención, con fundamento en el Tratado de Neutralidad.
El Canal de Panamá se convierte ahora en un peón estratégico en el ajedrez político mundial, no por razones militares, sino para una guerra económica que se avecina frente a los chinos; Estados Unidos pretende obtener del canal ventajas de negocio indebidas o, lo peor, utilizarlo como una herramienta de extorsión y de retorsión. Panamá, advertida de los riesgos del Tratado de Neutralidad, no ha hecho absolutamente nada para mantenerse equidistante en función de su propio interés y con ello estar preparada para lo que ahora enfrentamos.
Todo esto nos encuentra con un gobierno pusilánime y genuflexo, con un rabo de paja tan enorme, que los gringos se lo encenderán al primer atisbo de nacionalismo Y NOS VENDERÁN A LA PRIMERA OPORTUNIDAD Y NECESIDAD. ¿Acaso hemos olvidado que MULINO, ungido por un expresidente también convicto, dijo el año pasado que las fronteras gringas comenzaban en el Darién? ¿Acaso la ralea de beodos, intoxicados y completos ignorantes que ha nombrado como embajadores podrán representar y defender con conocimiento y valentía el pundonor patrio? ¡¡JAMÁS!!
Hace mucho que debimos volver a la política de no alineamiento que tanto éxito le dio a Panamá en la década de los 70. No estamos aprovechando el nuevo orden internacional. Los panameños debemos ser conscientes que se trata de una disputa entre dos potencias, una en su ocaso y otra en su levante. Cada una en su beneficio mira a Panamá, su posición geográfica y el Canal, como un asunto prioritario de sobrevivencia.
Toca a los panameños, no sólo enfrentar la agresión imperial, si no también a los cipayos internos. Todo es cuestión de equilibrio, coraje, inteligencia y genuino interés nacional.