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Alto a la promoción de comida chatarra en redes sociales

Actualizado
  • 09/03/2025 00:00
Creado
  • 07/03/2025 23:59

El marketing en redes sociales atrae a una masa importante de público, entre ellos adolescentes, quienes hoy enfrentan déficits nutricionales y obesidad

La mayoría de las personas reciben información de las redes sociales. TikTok, por ejemplo, es la plataforma más seguida donde casi un tercio de sus 110 millones de usuarios tienen entre 10 y 19 años. Por lo tanto, no es de extrañar que empresas como Dunkin’ Donuts hayan desarrollado y promocionado una bebida llamada “Charli” a base de café frío con leche entera y tres cucharadas de caramelo para llamar la atención de los niños.

Anteriormente, el marketing de alimentos en televisión dirigido a niños era preocupante. Actualmente, ese marketing en redes sociales es cuestionable. Un “Charli” mediano tiene 250 calorías y 50 gramos de azúcar; uno grande contiene 340 calorías y 68 gramos de azúcar. Por un lado, la Asociación Americana del Corazón recomienda que los niños de dos a 18 años ingieran menos de 25 gramos de azúcar al día para tener un corazón sano. Y por el otro, la Academia de Nutrición y Dietética recomienda de 2.400 calorías al día para los adolescentes inactivos y 1.800 calorías al día para las adolescentes inactivas. Eso significa que “Charli” fácilmente podría representar entre 15-25 % de las calorías diarias, sin proporcionar beneficios de nutrientes, fibra, vitaminas o minerales.

Dunkin’ Donuts no es la única empresa que promueve la comida chatarra en TikTok. Los restaurantes de comida rápida Wendy’s, McDonald’s, Burger King y Arby’s promocionan sus alimentos ricos en calorías y grasas en sus videos. Doritos y otras marcas más pequeñas, incluidos los batidos F’Real, My Cookie Dough y Nutter Butter, están logrando atraer un gran público y una gran participación en sus plataformas.

Los adolescentes ya enfrentan déficits nutricionales y una epidemia de obesidad. Según varios estudios, los adolescentes no cumplen con la mayoría de las recomendaciones dietéticas y sufren un mayor consumo de bebidas azucaradas, comida rápida y refrigerios ricos en calorías y pobres en nutrientes. Los gustos formados desde la niñez hasta la adolescencia a menudo persisten hasta la edad adulta, consolidando las preferencias por la comida chatarra y dando como resultado altas tasas de obesidad, enfermedades cardíacas y diabetes.

Existen pautas para la comercialización impresa y electrónica de alimentos para niños. Las guías del Federal Trade Commission en Estados Unidos entraron en vigencia en 2016, y la agencia insta explícitamente a las personas influyentes en las redes sociales a que revelen su afiliación utilizando frases claras como “publicidad”, “anuncio” y “patrocinio”. Pero las pautas son voluntarias, sin responsabilidad para quienes no las siguen. Actualmente, solo dos plataformas, SnapChat y YouTube Kids, han promulgado políticas con respecto a los anuncios de alimentos. La política de Snapchat requiere descripciones precisas de las características de los alimentos, mientras que YouTube Kids prohíbe la publicidad de alimentos por completo.

Algunos expertos en publicidad no creen que la divulgación sea suficiente porque los niños son más vulnerables a la publicidad cuando está integrada en el contenido. Cuando las empresas usan miles de millones de dólares para apuntar a menores, eso es alarmante. Están en una época de su desarrollo donde se crean sus hábitos, sus preferencias y sus comportamientos por el resto de sus vidas. Además, cada día los jóvenes consumen más tiempo frente a la pantalla y eso los anunciantes lo están aprovechando en las redes de una manera brutal.

Debido a que el público en general no ve la comida chatarra de la misma manera que el alcohol, el tabaco o las drogas, las empresas de alimentos se han enfrentado a una menor regulación. Y las empresas han sido tan inteligentes que utilizan a personas influyentes para atender a sus pares, a menudo con la esperanza de aprovechar los vínculos emocionales que ya existen. Por eso, en ausencia de una regulación consecuente, la lucha contra estos anuncios debe comenzar en el hogar con la educación de los padres.

Los padres muchas veces no tienen idea de lo que ven sus hijos en las redes sociales, cuánta publicidad hay y cuán poderosa es. Aumentar la conciencia de los padres sobre este tipo de cosas, especialmente para los más jóvenes que recién están comenzando a involucrarse en esto, podría ser positivo. Además, la mayoría de estos adolescentes no están motivados por la salud y la nutrición, y no dejarán de consumir un “Charli” simplemente por su contenido de azúcar. Lo que si pudiera alentarlos es a ser más críticos con lo que ven y escuchan en las plataformas de redes sociales que promueve a comer y consumir alimentos procesados azucarados, y señalarles sobre la hipocresía de esos influyentes que lo más seguro es que no consumen estas bebidas super azucaradas. Eso, al menos, podría ser efectivo.

El autor es empresario, consultor en nutrición y asesor de salud pública