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Agüita

Actualizado
  • 21/07/2024 00:00
Creado
  • 19/07/2024 11:34

No nos falta agua por falta de fuentes para su captación. Al menos no todavía. Tampoco nos falta agua por desconocimiento de su tratamiento. Nos falta agua por la desidia con la que por décadas hemos tratado algo sin lo que no es posible vivir

Levantarse en la mañana, frotarse los ojos e ir al lavamanos. Abrir la llave del agua y enjuagarse la cara. Buscar la pasta de dientes y lavarnos la boca. Ir al baño. Tirar la cadena y meternos a la ducha. Agua fría recomiendo para empezar el día, pero la modernidad y sus comodidades brinda la opción de agua caliente. Como sea, nos bañamos, nos vestimos, desayunamos y nos fuimos ...

Actividades cotidianas que realizamos en automático, pues estamos entre dormidos y despiertos cuando las llevamos a cabo, pero que no suponen demasiado grado de complejidad. ¿Eso cree amigo lector?

Abrir el grifo y que salga agua potable, apta para el consumo humano no es nada sencillo para más de 1,400 millones de personas que, según los datos de la ONU, no tienen acceso al vital líquido. Vital líquido. Se caería de su peso que algo vital debería ser tratado con la seriedad que ese adjetivo exige, pero no aquí.

No nos falta agua por falta de fuentes para su captación. Al menos no todavía. Tampoco nos falta agua por desconocimiento de su tratamiento. Nos falta agua por la desidia con la que por décadas hemos tratado algo sin lo que no es posible vivir. Actuamos como suicidas.

Mientras los gobiernos buscan inútiles comprobados para colocar y repetir en los puestos de jerarquía de una de las instituciones menos valoradas del país, la calidad y la cantidad del agua que necesitan las poblaciones merma.

Tal vez hayan olvidado cómo se debe tratar el agua para que llegue a todos, tras décadas de sentarse en las direcciones tan sólo a ver a qué primo, compadre o querida le entregan las concesiones de miseria colectiva, con las que se enriquecen unos pocos a costo de que la mayoría sufra sed.

Tiene el descaro de rotular los camiones de los contratistas/familiares con la frase “Agua gratuita”, mientras cobran por llevar agua de dudosa calidad, a quien sabe dónde, pues a mi casa jamás llevaron. Ese dinero que despilfarran en “entregas” que no se entregan completas debería ser utilizado para mejorar las líneas de distribución, o los sistemas de captación de agua bruta. Podrían utilizarlo en construir plantas nuevas, con capacidades cónsonas al crecimiento de la población. Pero no. Acá es “¿qué hay pa´mí?”

El proceso de potabilización del agua se hacía bien, antes. Hace décadas, hasta flúor se adicionaba al agua para prevenir caries, pero se dejó de hacer para que las ganancias de los mercaderes de la sed aumentaran, so pretexto de cualquier vaina.

Repasemos cómo se potabiliza el agua.

Mediante la aplicación de sustancias tales como el sulfato de alúmina, las partículas con carga eléctrica idéntica, cuyo comportamiento natural es repelerse y no sedimentar, se desestabilizan y ¡Bingo! Se forman flóculos, como resultado del proceso químico, que son aglutinaciones de sustancias en grupos de mayor tamaño, las cuales sedimentan.

Luego, por decantación las partículas en suspensión que transporta el agua se separan, y se consigue un flujo de agua con menor turbulencia. Las partículas más densas van abajo, y las menos densas flotan, haciendo más fácil su eliminación. Así, con una dosis mayor o menor de las mencionadas sustancias floculantes, se pueden manejar distintas calidades de agua bruta en la toma del sistema. No me vengan con cuentos de que se paralizó la planta por turbiedad en el agua. La planta casi siempre se para por turbiedad en los manejos.

Después de eliminar los flóculos, el agua debe pasar por un sistema poroso, en donde se retienen las partículas sólidas en suspensión. Si bien este proceso no elimina elementos disueltos como son contaminantes químicos, sí elimina sustancias que aportan turbidez al agua, como los huevos de parásitos. ¿Ya va sonando familiar la cosa?

Luego, se finaliza con el proceso de desinfección, con el cuál se eliminan los patógenos. Es la parte final, pero no menos importante del proceso, y se puede realizar por diversos procesos, dependiendo de si se cuenta con una planta potabilizadora moderna, o si se sigue trabajando con sistemas arcaicos e ineficientes, como resultado de tener autoridades negligentes, por buscar un adjetivo elegante para sugerir lo que realmente son.

Métodos físicos como el calor son utilizados, o químicos como aplicación de ozono, sales metálicas o cloro, siendo este último el más barato y de común aplicación.

A grandes rasgos, así se debe surtir agua a las poblaciones, desde plantas actualizadas y eficientes, capaces de abastecer de manera continua a las hogares e instituciones. Entre menos contaminada venga el agua bruta a la toma, menos costoso y más rápido es el proceso de potabilización. ¿A usted le llega el agüita, de manera segura amigo lector?

Se requieren nuevas potabilizadoras, cuyas tomas de agua se encuentren fuera de las áreas de cultivo y producción, evitando así riesgos de salud para los ciudadanos. Emparchar las plantas viejas no es la solución. Actualmente, no son suficientes. ¿Acaso creen que más adelante alcanzarán? También es responsabilidad ciudadana cuidar las fuentes de agua, no contaminarlas.

Las soluciones las pueden dar los profesionales idóneos. ¿Hay voluntad gubernamental?

Cuidemos el agüita.

Dios nos guíe.

El autor es ingeniero