Administración pública: Tiempo de decisiones
- 22/06/2024 00:00
- 20/06/2024 12:26
No podemos seguir participando en interminables mesas de diálogo, acuerdos superficiales y pactos que no resuelven los problemas reales [...] Cada vez que escucho a algunos gobernantes o dirigentes gremiales mencionar términos como: “mesas de diálogo”, “comisiones”, “juntas técnicas” o “pactos” para esto o para aquello, me viene a la mente esta excelente cita de Napoleón Bonaparte: “Si quieres que algo sea hecho, nombra un responsable. Si quieres que algo se demore eternamente, nombra una comisión”. Esta tendencia de dejar las decisiones más complejas del país en mano de las llamadas “mesas de diálogo”, ha sido la válvula de escape de las dos últimas administraciones gubernamentales para evitar abordar con valentía los graves problemas que afectan al país en áreas tan sensibles como la seguridad social, la educación, la salud, la economía, las reformas constitucionales o la seguridad pública, por citar algunos de los más graves.
El presidente electo nos brinda esperanzas al demostrar en sus primeros discursos su disposición para abordar los problemas que requieren solución inmediata, pues, como decía alguien por allí, “no hay tiempo para más”. El hecho de atender el tema de la Caja de Seguro Social desde el primer día de su administración es una señal positiva. Asimismo, establecer tiempos perentorios para llevar a cabo las consultas pertinentes y tomar las decisiones con el mínimo de consenso es fundamental.
El país ya no puede postergar por más tiempo las soluciones vitales que se requieren para resolver las necesidades de todos los ciudadanos, especialmente las del panameño de a pie. No podemos seguir participando en interminables mesas de diálogo, acuerdos superficiales y pactos que no resuelven los problemas reales que enfrenta la población en áreas tales como la salud, el acceso al agua potable, el empleo y la informalidad laboral, la canasta básica, la seguridad ciudadana, el medio ambiente, la educación, las pensiones, el transporte y la calidad de vida, entre otros temas fundamentales. Si bien es cierto que consultar a diferentes sectores del país es una práctica sabia, dilatar las decisiones con el objetivo de complacer a todos solamente conduce al fracaso. Cuánta razón tiene Woody Allen cuando afirma: “No conozco la clave del éxito, pero sé que la clave del fracaso es tratar de complacer a todo el mundo”.
Abrigamos la esperanza de que el nuevo liderazgo del presidente electo y sus autoridades designadas a partir del 1 de julio, tomará las decisiones urgentes que el país reclama, poniendo fin a una década de excusas disfrazadas en infructuosas mesas de diálogo o, sentados en un taburete, esperando que los problemas se resolvieran por sí solos. Observamos señales positivas y augurios favorables para un cambio de rumbo. Es imperativo que se tomen decisiones firmes y oportunas, pues el tiempo apremia y los problemas más graves del país rebosaron el vaso.
Igualmente, confiamos en que la nueva administración gubernamental actuará con firmeza y visión de futuro para construir un mejor país para todos los panameños.
Al final, todos los ciudadanos debemos comprender que elegimos un gobierno para que tenga la entereza de tomar decisiones de manera oportuna, responsable, ética, transparente y eficiente. Su actuar debe estar enfocado en resolver las necesidades más urgentes de la población, impulsar el crecimiento económico y garantizar el bienestar social.
Confiemos en Dios que el nuevo gobierno estará a la altura de las circunstancias y tomará las decisiones que el país requiere para avanzar hacia un futuro próspero y justo y, en el que haya “chen chen” para todos.
El autor es lic. en administración de empresas
Cada vez que escucho a algunos gobernantes o dirigentes gremiales mencionar términos como: “mesas de diálogo”, “comisiones”, “juntas técnicas” o “pactos” para esto o para aquello, me viene a la mente esta excelente cita de Napoleón Bonaparte: “Si quieres que algo sea hecho, nombra un responsable. Si quieres que algo se demore eternamente, nombra una comisión”. Esta tendencia de dejar las decisiones más complejas del país en mano de las llamadas “mesas de diálogo”, ha sido la válvula de escape de las dos últimas administraciones gubernamentales para evitar abordar con valentía los graves problemas que afectan al país en áreas tan sensibles como la seguridad social, la educación, la salud, la economía, las reformas constitucionales o la seguridad pública, por citar algunos de los más graves.
El presidente electo nos brinda esperanzas al demostrar en sus primeros discursos su disposición para abordar los problemas que requieren solución inmediata, pues, como decía alguien por allí, “no hay tiempo para más”. El hecho de atender el tema de la Caja de Seguro Social desde el primer día de su administración es una señal positiva. Asimismo, establecer tiempos perentorios para llevar a cabo las consultas pertinentes y tomar las decisiones con el mínimo de consenso es fundamental.
El país ya no puede postergar por más tiempo las soluciones vitales que se requieren para resolver las necesidades de todos los ciudadanos, especialmente las del panameño de a pie. No podemos seguir participando en interminables mesas de diálogo, acuerdos superficiales y pactos que no resuelven los problemas reales que enfrenta la población en áreas tales como la salud, el acceso al agua potable, el empleo y la informalidad laboral, la canasta básica, la seguridad ciudadana, el medio ambiente, la educación, las pensiones, el transporte y la calidad de vida, entre otros temas fundamentales. Si bien es cierto que consultar a diferentes sectores del país es una práctica sabia, dilatar las decisiones con el objetivo de complacer a todos solamente conduce al fracaso. Cuánta razón tiene Woody Allen cuando afirma: “No conozco la clave del éxito, pero sé que la clave del fracaso es tratar de complacer a todo el mundo”.
Abrigamos la esperanza de que el nuevo liderazgo del presidente electo y sus autoridades designadas a partir del 1 de julio, tomará las decisiones urgentes que el país reclama, poniendo fin a una década de excusas disfrazadas en infructuosas mesas de diálogo o, sentados en un taburete, esperando que los problemas se resolvieran por sí solos. Observamos señales positivas y augurios favorables para un cambio de rumbo. Es imperativo que se tomen decisiones firmes y oportunas, pues el tiempo apremia y los problemas más graves del país rebosaron el vaso.
Igualmente, confiamos en que la nueva administración gubernamental actuará con firmeza y visión de futuro para construir un mejor país para todos los panameños.
Al final, todos los ciudadanos debemos comprender que elegimos un gobierno para que tenga la entereza de tomar decisiones de manera oportuna, responsable, ética, transparente y eficiente. Su actuar debe estar enfocado en resolver las necesidades más urgentes de la población, impulsar el crecimiento económico y garantizar el bienestar social.
Confiemos en Dios que el nuevo gobierno estará a la altura de las circunstancias y tomará las decisiones que el país requiere para avanzar hacia un futuro próspero y justo y, en el que haya “chen chen” para todos.