Columnistas

100 días... y siguen corriendo

Actualizado
  • 16/10/2024 00:00
Creado
  • 15/10/2024 19:25

En los últimos días, la totalidad de los medios de comunicación en todas sus variantes han convergido en un lapso llamado “100 días”, el cual es un periodo normal o corriente, sin mayor trascendencia, para tomarlo como un referente, ya que es casi imposible valorar en tan poco tiempo lo que puede ser, o lo que debiera ser. En fin, es costumbre y sirve como mero parámetro para saber por dónde viene la línea del nuevo gobierno y también para comprender cuán audaz, creativo y comprometida se perfila la gestión de los que ahora gobiernan.

Los primeros pasos, aunque muestran fortaleza, lo cual es propio de todo comienzo, parecen más piernas de trapo y una serie de líneas mixtas poco claras y convincentes que manifiestan una realidad escondida poco despejada y con matices difíciles de descifrar, con la luminosidad requerida. En pocas palabras, el norte futuro se ve un poco oscuro ante una realidad eminente de poca creatividad y mucho menos con el contenido de solución real a una realidad nacional conocida y poco atendida. Parece ser más de lo mismo.

Es increíble, pero a los gobiernos en el poder les cuesta entender que son las políticas por ellos implementadas las que pueden de una manera u otra corregir el rumbo de la vida nacional. Las medidas que se implementen en este gobierno servirán de base que proporcionarán las estructuras económica, social y política en los tiempos por venir. Como también, que las leyes y normas que gobiernan a la sociedad son la base para moldear la economía y política nacional. Los gobiernos deben comprender que es su responsabilidad corregir las deficiencias del mercado, ya que la presunción de que los mercados son eficientes es completamente falsa.

De lo anterior queda claro que es el gobierno el único que tiene los mecanismos para lograr que la economía funcione de una manera adecuada, con pleno conocimiento de que ninguna forma de actuación resuelve el problema por completo y que la naturaleza de las intervenciones deseables es el resultado de los instrumentos y poderes del gobierno. Además, comprender que toda decisión política es arriesgada, pero no tomarla es catastrófico. Todo debe ser diseñado en función de la capacidad y gobernanza del sector público.

El gobierno debe caminar hacia la creación de políticas de crecimiento (mirando hacia la inversión pública), sin olvidar el problema eterno de la desigualdad, especialmente por el sentido de justicia social, el cual tiene la capacidad de generar una inestabilidad política y económica al país. Esto requiere de una economía creativa, que se enfoque en no desperdiciar los recursos del Estado y el aprovechamiento del talento humano, en palabras sencillas: lograr un “crecimiento incluyente”, que asegure una mejor calidad de vida en función de las habilidades y destrezas de la población. Eliminar la constante pasada del círculo vicioso no incluyente, que genera crecimiento lento y mucha desigualdad.

En lo que respecta a la seguridad social, los primeros pasos parecen dar muestra de un interés inclinado hacia la necesidad de crear una conciencia social, lo cual es importante, aun cuando se espera que los grupos de poder no ejerzan (como siempre) su incidencia para inclinar la balanza hacia decisiones poco afortunadas. El consenso es la fórmula y la solidaridad la solución. Solo queremos dejar plasmado el cuidado que se debe tener con la posibilidad de un “robo de renta”, el cual se genera especialmente cuando los recursos sociales son utilizados para el bienestar privado. Nunca olvidar la importancia del valor social.

No se debe pasar por alto, lo cual ocurre con mucha frecuencia, la readecuación de las estructuras de gestión del Estado, especialmente a lo permisible que ha sido en el pasado. Estas estructuras fundamentalmente de recompensa han permitido que muchos funcionarios se llevaran grandes sumas de recursos y dejaran a la economía en un abismo sin precedentes. Están en lugares conocidos con millones de dólares del pueblo, mucho menos de lo que habían logrado sin sus análisis y políticas defectuosas hubieran sido correctas, pero también mucho más de lo que merecen, esencialmente por los costos que le han generado a la sociedad. No cabe la menor duda de que con la riqueza acumulada son potenciales influyentes a una indebida asignación de recursos sociales posteriormente.

Es fundamental caminar hacia el “juega limpio”, ya que la penuria moral ha invadido a la sociedad, lo cual requiere por lo menos la recuperación de un modelo elemental de valores, que sirvan para recuperar la bitácora perdida, lo que es vital para que tanto el sistema económico como político muestren que no todo está perdido, y que los fallos están interrelacionados y se incrementan recíprocamente.

Ya se recibió el primer golpe, un presupuesto fallido, lo cual parece ser un indicativo de que la cosa pública tiene muchas intimidades, que son desconocidas hasta por los más expertos profesionales del área. Es necesario retomar el librito y caminar hacia la “Reconstrucción del Mapa Económico Nacional”. En otras palabras, readecuar correctamente el presupuesto. Solo esta intención demostrará que las cosas se quieren hacer bien, ya que la fuente es la base para la mejora de la desigualdad.

Finalmente, un consejo sencillo: cuando las ganancias privadas no están alineadas con las ganancias sociales, los mercados no funcionan adecuadamente y esto no es un buen comienzo, ni mucho menos un buen mensaje para el pueblo necesitado y abandonado que se tiene en la actualidad.