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Ejército de EE. UU. no es tan victorioso como dice Trump

Fotografía delpresidente de Estados Unidos, Donald Trump. Al Drago | EFE
Actualizado
  • 10/03/2025 00:00
Creado
  • 09/03/2025 14:15

Exterminaron sin piedad a cayuses, apaches, utes, yavapais, yakamas, nisquallys, navajos, sioux, cheyennes, arapajós, lakotas, yaquis, creek, cheroquis, seminolas y muchos más, y gracias a esas matanzas su bandera se adorna con 50 estrellas, 37 más que las que simbolizaban a sus 13 colonias iniciales

Hace poco, el periódico español El País se preguntaba por qué Estados Unidos no ha ganado ninguna guerra desde 1945 cuando concluyó la segunda conflagración mundial, excepto la del Golfo Arábigo-Pérsico en 1991, con lo cual pone en dudas aseveraciones en contrario del presidente Donald Trump.

Entre 1945 y 2025 el ejército de Estados Unidos ha librado –o libra aún- una veintena de guerras, aunque su historial desde que surgió como nación en 1776 suma más de 400, pero la aplastante mayoría de ellas son invasiones a territorios ajenos con objetivos de conquista, como las denominadas Guerras Indígenas Americanas.

Exterminaron sin piedad a cayuses, apaches, utes, yavapais, yakamas, nisquallys, navajos, sioux, cheyennes, arapajós, lakotas, yaquis, creek, cheroquis, seminolas y muchos más, y gracias a esas matanzas su bandera se adorna con 50 estrellas, 37 más que las que simbolizaban a sus 13 colonias iniciales. El conflicto de Irak en 1991 fue una invasión genocida y de ocupación, no una guerra.

En las acciones militares de ese período 1945-2025, se cuentan invasiones que no califican propiamente como guerras convencionales, como son los casos de la Bahía de Cochinos, (Playa Girón en Cuba), derrotada en menos de 72 horas, Panamá en 1989, República Dominicana (1965-1966), Taiwán en dos ocasiones, Líbano, Shaba, Somalia, Irak 1991) y en otras participante con aliados por lo cual si hubo victorias no se debieron solamente a EEUU.

La invasión no es una guerra, aunque puede conducir a ella. La real academia la define así:

“Acción y efecto de invadir. Sinónimos: ocupación, asalto, ataque, irrupción, incursión, correría, asedio, penetración, entrada, plaga”.

En la bochornosa invasión a Panamá, la captura del general Manuel Noriega sirvió solamente para justificar la atrocidad contra el pueblo istmeño y poder proclamar vencedor al ejército estadounidense como si hubiese puesto fin a una guerra declarada frente a un enemigo que la habría provocado, pero nada más lejos de la verdad. El objetivo fue terminar el Acuerdo Torrijos-Carter que le devolvía a sus dueños el canal, pero no lo lograron y por tanto fue un fracaso.

En cambio, sí son guerras convencionales en su definición más exacta, las de Corea (1950-1953), Vietnam (1953-1975), Laos en un período similar, Cambodia (1967-1975), las del Golfo Arábigo-Persa (desde el año 1990) con una continuidad en Irak en 2001, Afganistán hasta 2021, y Siria, recién concluida. También tienen esa categoría las de Bosnia y Kosovo, ambas partes de la antigua Yugoslavia.

Ninguna fue ganada por Estados Unidos aunque en casi todas fue el principal agresor y protagonista directo, menos las de los Balcanes en las que prevalecieron grandes intereses de la Unión Europea con lo cual Washington se sintió satisfecho.

En Corea el objetivo fue ocupar la península completa después de la retirada de franceses y japoneses al finalizar la Guerra del Pacífico, pero tras casi cuatro años de guerra, el ejército estadounidense no pudo soportar la presión de los norcoreanos y, previendo un desastre mayor, accedieron a firmar los acuerdos de Panmunjon que dividieron el país en norte y sur por el paralelo 38, y reconocieron así a la República Popular Democrática de Corea bajo el control de su presidente histórico Kim Il Sung.

Respecto de Vietnam y Laos, cuyas guerras se desarrollaron paralelamente, los franceses claudicaron en 1954 tras la exitosa batalla de Dien Bien Phu dirigida por el general Vo Nguyen Giap, contra las tropas élites del general Henri Navarre. EEUU relevó a los galos e inició su propia guerra contra los vietcong y pathet lao y la extendió en 1967 a Cambodia, lo cual debilitó al ejército invasor. Después de lanzar en un espacio muy reducido una mayor cantidad de bombas que las utilizadas en la Segunda Guerra Mundial, fue derrotado en los arrozales indochinos.

De Vietnam salieron huyendo después de casi una década de guerra. La vergonzosa imagen de su embajador en Saigón Graham Martin huyendo en un helicóptero posado en el techo de la sede diplomática, todavía abochorna a los estadounidenses.

Las guerras de Afganistán e Irak fueron lanzadas y regenteadas por los George Bush, padre e hijo, responsables directos de la destrucción del patrimonio cultural de ambos países y de decenas de miles de muertos, con los bombardeos masivos más feroces que se recuerden en la historia de las confrontaciones armadas.

Las operaciones Escudo del Desierto, que marcó el aumento de la presencia militar desde agosto de 1990 hasta enero de 1991, y la Tormenta del Desierto, que comenzó con la campaña de bombardeos aéreos contra Irak el 17 de enero de 1991 y concluyó un mes y 11 días después, fueron facilitadas por el propio presidente Saddam Hussein con su estúpida invasión a Kuwait al dejarse inducir por el robo kuwaití de su petróleo mediante perforaciones de pozos horizontales en una zona común en litigio.

Fue grotesca la mentira de las supuestas armas de destrucción masiva del gobierno iraquí y la invasión a Kuwait fue el pretexto perfecto para que Bush padre bombardeara salvajemente a Irak y convirtiera la región en un infierno que seguiría atizándolo su hijo quien, tras el atentado del 11 de septiembre a las torres gemelas (un episodio todavía muy sospechoso no aclarado totalmente), anunció du «guerra global contra el terrorismo» encarnado por el talibán afgano Osama bin Laden.

Sin embargo, al final, perdieron sus guerras y tuvieron que abandonar ambas posiciones, aunque la empresa Halliburton afín a ellos, y otras petroleras, siguen disfrutando del crudo iraquí.

En el caso de las guerras yugoslavas, en especial las de Bosnia y Kosovo, Estados Unidos comandó a las fuerzas de la OTAN para salvaguardar lo que el presidente James Clinton denominó “los intereses de Estados Unidos” sin detallarlos. Fueron 79 días de bombardeos que provocaron escenas de terror y espanto, para obligar la retirada de tropas serbias

y allanar el camino a una ocupación militar otanista disfrazada de fuerza de paz autorizada por las Naciones Unidas.

Si bien los 19 países del Tratado del Atlántico Norte sacaron del territorio a los serbios, 25 años después no se ha logrado la paz ni en Kosovo ni en Bosnia, por lo cual los analistas consideran un fracaso la intervención de EEUU y los bombardeos que causaron tantas víctimas civiles.

Aunque parezca increíble, no hubo ni un solo año del siglo XX en el que Estados Unidos no estuviera en guerra o en un conflicto de violencia armada, desde Pekín en 1900 con la rebelión de los bóxers, hasta el día de hoy con el conflicto de Ucrania, pasando por su intervención en Colombia en 1901 para permitir la proclamación de la independencia de Panamá en 1903 con el fin de apoderarse del canal interoceánico entonces en construcción y llenarla de bases militares, la intervención en Cuba para imponer la enmienda Platt que les dio la base naval de Guantánamo, pero no todo el país como deseaban sus anexionistas, el desembarco de marines en República Dominicana y todo lo demás que hemos documentado.

Toda la periferia sur del planeta, donde la ventaja militar y económica de EEUU es absoluta, fue objeto de invasiones de conquista. Esa es la historia real de Estados Unidos, no la que cuenta a su manera Donald Trump.

Por eso, cuando se mira la trayectoria militar de Estados Unidos fuera de la pantalla grande y de ciertos libros eufóricos escritos por encargo, lo primero que sale a la luz es que el ejército estadounidense no es el gran coloso en los campos de batalla a pesar de la tecnología de muerte y destrucción que abarrota sus almacenes, pensada para evitar el uso de infantería y sufrir las menores bajas posibles en los campos de batalla.

No fue Estados Unidos el ganador de la primera y segunda guerras mundiales como presume, pero en ambas obtuvo las mayores ganancias de posguerra, sin sufrir siquiera un solo bombardeo en su territorio. Si los soviéticos no desbrozan el camino, ni impiden con estoicismo y valentía la ocupación nazi de Leningrado y Moscú, los aliados jamás hubieran llegado a Berlín, y la historia de hoy fuera otra.

La victoria la obtuvieron con el Plan Marshall que les sirvió para doblegar a Europa militar, política y económicamente, y ulteriormente desarrollar el neoliberalismo tras la ruptura del acuerdo de Bretton Woods de 1944 que le abrió las puertas del mundo al dólar al cual posteriormente quitaron el respaldo en oro para intentar convertirlo en la divisa del mundo.

No obstante, es importante reconocer el poderío militar y el brutal desarrollo de la tecnología militar estadounidense, y los acuerdos a los que Trump haya podido llegar en este segundo gobierno con los empresarios del complejo Militar Industrial para compensar las ganancias que dejarán de percibir tras la detención de la guerra de Ucrania.

Trump ha llamado a no detenerse en la expansión y el MAGA hasta llegar a Marte y conquistarlo, una parábola que puede ser alusiva a los intereses en juego entre los bandos civiles y castrenses que se ceban con la industria de la muerte.

Es evidente la existencia de un nuevo enfoque sobre las estructuras de procesamiento de conflictos y construcción de consenso y cuenta con el apoyo de multimillonarios como Elon Musk y Larry Fink, principal accionista de The New York Times, FOX News, CNN, CBS, NBC News, Sky News, firmas armamentísticas (Northrop Grumman, Lockheed Martin, Leidos, L3Harris, BAE Systems, tecnológicas (Apple, Google, Microsoft), redes sociales (Facebook, Instagram, YouTube) y plataformas de ‘streaming’ (Disney, Amazon, HBO).

Por lo tanto, este segundo mandato es muy diferente al primero en el cual no obtuvo tal respaldo del poder real que abraza ahora a su “Make America Great Again” (MAGA) en busca de recuperar “la grandeza perdida” en aquella remota era en la que para China fue una gran hazaña fabricar un par de zapatos para cada uno de los mil millones de habitantes. Ahora calza al mundo entero y los inventarios suman billones. He allí el detalle, diría Trump parodiando a Cantinflas, y es lo que les pone la piel de gallina.