Colombia tiende un compromiso para destrabar la COP16 en sus últimas horas
- 01/11/2024 13:58
- 01/11/2024 13:58
La mayor conferencia internacional sobre la naturaleza comenzó su último día de negociaciones sin la certeza de si los países ricos, emergentes y en desarrollo darán su brazo a torcer La Presidencia colombiana de la COP16 reveló este viernes un proyecto de acuerdo sobre financiación y seguimiento a los esfuerzos que la humanidad se comprometió a realizar de aquí a 2030 para dejar de destruir la tierra, el mar y los organismos vivos.
La mayor conferencia internacional sobre la naturaleza, que arrancó el 21 de octubre, comenzó su último día de negociaciones sin la certeza de si los países ricos, emergentes y en desarrollo darán su brazo a torcer sobre el espinoso tema de la financiación.
La misión de la COP16, dos años después del acuerdo de Kunming-Montreal, era potenciar los tímidos esfuerzos del mundo por aplicar esta hoja de ruta diseñada para salvar el planeta y a los seres vivos de la deforestación, la sobreexplotación, el cambio climático y la contaminación, todos ellos causados por la acción del hombre.
En la recta final, y tras 12 días de bloqueo, la presidencia colombiana presentó textos alternativos sobre los tres puntos más tensos: cuáles serán las reglas para monitorear la aplicación de esta hoja de ruta, cómo se van a movilizar los miles de millones necesarios para ponerla en marcha y la distribución de los beneficios que las empresas, principalmente farmacéuticas y cosméticas, obtienen gracias al DSI, un banco de datos genéticos de plantas y animales, muchos de ellos autóctonos de países en vías de desarrollo.
Las negociaciones se reanudaron el viernes por la mañana sobre la base de estos documentos, con la esperanza de conseguir su adopción en la sesión plenaria de esta misma tarde. Pero muchos de los participantes en la cumbre de Cali auguran que los debates se prolongarán hasta el sábado.
Nuevo fondo
La presidenta de la cumbre, Susana Muhamad, propone iniciar un proceso de negociaciones con el objetivo de crear un nuevo fondo en la COP17 de Armenia, en 2026, para que los países pobres reciban ayuda de los ricos.
Los Estados en vías de desarrollo piden la creación de un mecanismo de financiación que sea más favorable a sus intereses que los actuales multilaterales, como el Fondo para el Medio Ambiente Mundial (FMAM), considerado de difícil acceso y gobernanza desfavorable.
Por otra parte, los países ricos, en particular la Unión Europea (en ausencia de Estados Unidos, que no es signatario de la convención), consideran contraproducente la multiplicación de fondos, pues fragmentan la ayuda sin aportar dinero nuevo, que a su juicio debería encontrarse en el sector privado y en los países emergentes.
Los países desarrollados se comprometieron a aumentar su ayuda anual a la conservación de la naturaleza de 15.000 millones de dólares a 30.000 millones en 2030.
La presidencia de la COP también propone que las empresas de cierto tamaño que utilicen el DSI contribuyan con el 0,1% de sus ingresos o el 1% de sus beneficios.
Bajo los auspicios de la ONU, este fondo se encargaría de distribuir el dinero recaudado entre las comunidades y países que han conservado estos recursos a lo largo de los siglos.
La Presidencia colombiana de la COP16 reveló este viernes un proyecto de acuerdo sobre financiación y seguimiento a los esfuerzos que la humanidad se comprometió a realizar de aquí a 2030 para dejar de destruir la tierra, el mar y los organismos vivos.
La mayor conferencia internacional sobre la naturaleza, que arrancó el 21 de octubre, comenzó su último día de negociaciones sin la certeza de si los países ricos, emergentes y en desarrollo darán su brazo a torcer sobre el espinoso tema de la financiación.
La misión de la COP16, dos años después del acuerdo de Kunming-Montreal, era potenciar los tímidos esfuerzos del mundo por aplicar esta hoja de ruta diseñada para salvar el planeta y a los seres vivos de la deforestación, la sobreexplotación, el cambio climático y la contaminación, todos ellos causados por la acción del hombre.
En la recta final, y tras 12 días de bloqueo, la presidencia colombiana presentó textos alternativos sobre los tres puntos más tensos: cuáles serán las reglas para monitorear la aplicación de esta hoja de ruta, cómo se van a movilizar los miles de millones necesarios para ponerla en marcha y la distribución de los beneficios que las empresas, principalmente farmacéuticas y cosméticas, obtienen gracias al DSI, un banco de datos genéticos de plantas y animales, muchos de ellos autóctonos de países en vías de desarrollo.
Las negociaciones se reanudaron el viernes por la mañana sobre la base de estos documentos, con la esperanza de conseguir su adopción en la sesión plenaria de esta misma tarde. Pero muchos de los participantes en la cumbre de Cali auguran que los debates se prolongarán hasta el sábado.
Nuevo fondo
La presidenta de la cumbre, Susana Muhamad, propone iniciar un proceso de negociaciones con el objetivo de crear un nuevo fondo en la COP17 de Armenia, en 2026, para que los países pobres reciban ayuda de los ricos.
Los Estados en vías de desarrollo piden la creación de un mecanismo de financiación que sea más favorable a sus intereses que los actuales multilaterales, como el Fondo para el Medio Ambiente Mundial (FMAM), considerado de difícil acceso y gobernanza desfavorable.
Por otra parte, los países ricos, en particular la Unión Europea (en ausencia de Estados Unidos, que no es signatario de la convención), consideran contraproducente la multiplicación de fondos, pues fragmentan la ayuda sin aportar dinero nuevo, que a su juicio debería encontrarse en el sector privado y en los países emergentes.
Los países desarrollados se comprometieron a aumentar su ayuda anual a la conservación de la naturaleza de 15.000 millones de dólares a 30.000 millones en 2030.
La presidencia de la COP también propone que las empresas de cierto tamaño que utilicen el DSI contribuyan con el 0,1% de sus ingresos o el 1% de sus beneficios.
Bajo los auspicios de la ONU, este fondo se encargaría de distribuir el dinero recaudado entre las comunidades y países que han conservado estos recursos a lo largo de los siglos.