Postres, de los sueños a la realidad
- 25/03/2024 09:15
- 21/03/2024 14:54
A pesar de los obstáculos y miedos, Carmen Barría decidió impulsar su verdadera pasión: la repostería. Con el tiempo ha incrementado su cartera de clientes, productos y las metas que le faltan por cumplir En la década de 1990, aún graduada del bachillerato y con una licenciatura en turismo al igual que el trabajo de su esposo en el Cuerpo de Bomberos de Panamá, el dinero no alcanzaba para que Carmen Barría y su pareja pudiesen cubrir los gastos familiares y tener la vida que tanto deseaban.
“Buscando otras alternativas, comencé a trabajar como administradora del restaurante de una empresa por 20 años”, explicó en una entrevista con revista MÍA. “Administraba y cocinaba. Poco a poco fue incluyendo a más personas para que ayudaran en las diferentes tareas del día”.
La empresa cerró entre 2012 y 2013 y Carmen volvió a quedarse sin empleo después de dos décadas. Decidió entonces entrar a la universidad a estudiar educación y también ofrecía tutorías a menores de edad.
“Hubo muchos obstáculos que hacían el trabajo difícil, por lo que decidí dejarlo y entrar nuevamente a estudiar, pero esta vez aprendí sobre repostería”, dijo. “Siempre soñé con prepararles dulces a mis hijos o nietos cuando estuviesen de cumpleaños”.
De ahí arrancó su pasión por la repostería y Carmen empezó a regar la voz sobre su nuevo emprendimiento con los vecinos y las amistades cercanas de sus hijos. “Ellos han sido un gran apoyo para mí”, expresó.
El emprendimiento creció y requirió un incremento de equipo, el cual la repostera fue adquiriendo poco a poco. Sus hijos le aconsejaron abrir una cuenta de Instagram para conectar con la juventud y atraer más clientes. “Esto ha crecido poco a poco y le doy gracias a Dios porque me ha permitido también suministrar mis dulces al por mayor”, comunicó.
Los ingresos le han permitido a la emprendedora ampliar su catálogo de productos al igual que su equipo de colaboradores. “Hago boquitas, comida para fiestas, galletas, pastelitos, cheesecakes (...)”, detalló. “Aún así, siempre me mantengo en formación porque la repostería es un mundo del que nunca se abandona el aprendizaje y quiero que mis clientes sepan que cuentan con una persona idónea para el trabajo”.
El sueño de Carmen es abrir su propio local, donde pueda ofrecer al público sus creaciones al igual que ser una fuente de trabajo para las personas.
Vencer el miedo Al emprender, muchas personas se llenan de miedo como el fracasar o que no guste el producto o servicio ofrecido. “Me asustaba que la retroalimentación no fuese buena”, explicó Carmen. “Otro miedo que tenía era cómo mi emprendimiento impactaría el entorno del hogar”.
“Mi familia ha sido un apoyo incondicional. Me dieron las herramientas para confiar en mi emprendimiento y ayudarlo a crecer. Sin ellos, esto no hubiese sido posible”.
En la década de 1990, aún graduada del bachillerato y con una licenciatura en turismo al igual que el trabajo de su esposo en el Cuerpo de Bomberos de Panamá, el dinero no alcanzaba para que Carmen Barría y su pareja pudiesen cubrir los gastos familiares y tener la vida que tanto deseaban.
“Buscando otras alternativas, comencé a trabajar como administradora del restaurante de una empresa por 20 años”, explicó en una entrevista con revista MÍA. “Administraba y cocinaba. Poco a poco fue incluyendo a más personas para que ayudaran en las diferentes tareas del día”.
La empresa cerró entre 2012 y 2013 y Carmen volvió a quedarse sin empleo después de dos décadas. Decidió entonces entrar a la universidad a estudiar educación y también ofrecía tutorías a menores de edad.
“Hubo muchos obstáculos que hacían el trabajo difícil, por lo que decidí dejarlo y entrar nuevamente a estudiar, pero esta vez aprendí sobre repostería”, dijo. “Siempre soñé con prepararles dulces a mis hijos o nietos cuando estuviesen de cumpleaños”.
De ahí arrancó su pasión por la repostería y Carmen empezó a regar la voz sobre su nuevo emprendimiento con los vecinos y las amistades cercanas de sus hijos. “Ellos han sido un gran apoyo para mí”, expresó.
El emprendimiento creció y requirió un incremento de equipo, el cual la repostera fue adquiriendo poco a poco. Sus hijos le aconsejaron abrir una cuenta de Instagram para conectar con la juventud y atraer más clientes. “Esto ha crecido poco a poco y le doy gracias a Dios porque me ha permitido también suministrar mis dulces al por mayor”, comunicó.
Los ingresos le han permitido a la emprendedora ampliar su catálogo de productos al igual que su equipo de colaboradores. “Hago boquitas, comida para fiestas, galletas, pastelitos, cheesecakes (...)”, detalló. “Aún así, siempre me mantengo en formación porque la repostería es un mundo del que nunca se abandona el aprendizaje y quiero que mis clientes sepan que cuentan con una persona idónea para el trabajo”.
El sueño de Carmen es abrir su propio local, donde pueda ofrecer al público sus creaciones al igual que ser una fuente de trabajo para las personas.
Al emprender, muchas personas se llenan de miedo como el fracasar o que no guste el producto o servicio ofrecido. “Me asustaba que la retroalimentación no fuese buena”, explicó Carmen. “Otro miedo que tenía era cómo mi emprendimiento impactaría el entorno del hogar”.
“Mi familia ha sido un apoyo incondicional. Me dieron las herramientas para confiar en mi emprendimiento y ayudarlo a crecer. Sin ellos, esto no hubiese sido posible”.