Economía

Lluvias hasta enero de 2025 afectarían cultivos en Azuero, no así en Chiriquí

Cada noviembre, los productores de cucurbitáceas preparan las tierras para sembrar y cosechar a inicios del año.
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Actualizado
  • 04/11/2024 00:00
Creado
  • 03/11/2024 11:51

Es posible un retraso en la transición de la temporada lluviosa a la seca, influenciado por el fenómeno de La Niña, que hasta enero del próximo año tiene en alerta a los productores de maíz, frijoles y cucurbitáceas de la región de Azuero, por exceso de humedad; mientras que los productores de Chiriquí están a la expectativa, ya que además del bajareque, no emplearían los sistemas de riego

Es probable que para las primeras semanas de enero del año 2025 en Panamá todavía haya algunas precipitaciones, producto del fenómeno de La Niña. Según los modelos nacionales e internacionales, existe una alta probabilidad de un retraso en la transición de la temporada lluviosa a la seca que normalmente se da en diciembre.

El Instituto de Meteorología e Hidrología de Panamá (Imhpa), en el boletín para los meses de noviembre, diciembre de 2024 y de enero de 2025, recoge de varios pronósticos de las agencias internacional que se prevé un 60 % de que La Niña surja entre septiembre y noviembre, con posibilidad de persistir hasta el primer trimestre de 2025.

La Niña es un evento natural que se caracteriza por la disminución de la temperatura del mar en el centro y este del océano Pacífico ecuatorial, que en el caso de Panamá genera un exceso de lluvias, siendo la fase opuesta a El Niño (sequía), y cuya frecuencia, según la literatura, ocurre cada 3 a 7 años.

En el boletín, el Impha analiza el comportamiento del fenómeno de El Niño – Oscilación del Sur (ENOS), así como de La Niña.

Berta Olmedo, subdirectora del Imhpa, dijo a La Estrella de Panamá, que “en enero todavía van a darse algunas precipitaciones en nuestro país, aunque bajarán muchísimo, porque enero es uno de los primeros meses de la temporada seca de nuestro país, pero en las primeras semanas de enero, todavía podría estar lloviendo algo”.

Y, agregó que “incluso se esperaría que durante el mes de diciembre donde debe ocurrir la transición entre la temporada lluviosa a la temporada seca se alargue un poco más y se vaya hacia el final de diciembre”.

Tradicionalmente, la temporada seca en Panamá empieza a mediados de diciembre y termina a mediados de abril del siguiente año; mientras que en la vertiente del Caribe llueve todo el año.

Recorriendo el Arco Seco

El impacto del excedente de lluvias en el sector agropecuario tropical panameño varía según la región y el tipo de explotación agropecuaria que se desarrolle, ya que no es lo mismo la región central, occidental o norte del país.

En la provincia de Los Santos, geográficamente el Arco Seco de Panamá, el excedente de lluvia podría afectar los cultivos de maíz, cebolla, tomate industrial y cucurbitáceas y sal.

José Barrios, maicero del distrito de Guararé, en Los Santos, explicó que las lluvias serían un problema para el cultivo de maíz, ya que en enero la mazorca empieza a secar y si caen las lluvias, el agua se puede filtrar por los filamentos o la barba del maíz, haciendo que el grano se hinche, se brote y pudra antes de la cosecha. La razón es que en ese momento los granos contienen cerca de 85 % de humedad.

No obstante, las lluvias no perjudicarían la mazorca cuando el capullo haya descendido porque no se puede filtrar. En esa fase el grano ya está duro o dentado y, la humedad dentro de los granos se reduce a 55 %, mientras que el contenido de almidón aumenta.

La Dirección de Agricultura del Ministerio de Desarrollo Agropecuario enumeró algunos puntos sobre las posibles implicaciones que tendría el maíz. Entre ellos destacan tres: 1.) De mediados de diciembre a mediados de enero, se inicia el periodo de cosecha del grano seco, pero las lluvias persistentes podrían provocar pérdidas en la calidad del grano, debido a la pudrición de los mismos; 2.) Dificultades graves en el trabajo de cosecha, ya que las maquinarias utilizadas tendrían problemas por el fango y, 3.) Todo esto incide en un incremento en los costos de cosecha y por ende de producción.

En 2021, el consumo anual de maíz en Panamá rondo las 487.600 toneladas de grano, de los cuales en promedio el país produce 89.000 toneladas y el resto lo importa. El 12% de la producción es para consumo humano, y 88% al consumo de alimentos para animales. En Azuero, el área sembrada de maíz ha fluctuado en los últimos años, con un promedio de 15 mil hectáreas en las últimas diez campañas.

Otro producto que dijo Barrios que se podría afectar es la cebolla y el tomate perita o industrial, ya que se retrasa el periodo de transplante de los semilleros que han estado creciendo en el invernadero, ya que su siembra se da los primeros días de diciembre.

Por su parte, Francisco Antúnez, productor de cucurbitáceas o frutas no tradicionales de exportación en la provincia de Herrera como: melón, sandía y calabazas, comentó que tiene conocimiento del reporte del Imhpa de la posible extensión de las lluvias hasta enero, lo que sí generaría una afectación y un mayor riesgo, ya que cada uno [productor] tendrá que ver cómo sortea esa realidad, que no es única de Panamá sino global.

“La presencia de lluvia nosotros, los productores de Azuero, la tomamos en cuenta, sobre todo en cultivos de melón y sandía. Es preocupante porque ya nosotros en noviembre deberíamos estar comenzando a preparar tierras para sembrar. La siembra se da entre finales de noviembre o principios de diciembre, para poder aprovechar las ventanas a los mercados de Europa y Estados Unidos”, dijo.

“En estos momentos, las lluvias son constantes en todo el país desde Alanje (Chiriquí), Tonosí (Los Santos), al sur de Soná y en Mariato (Veraguas), todas estás áreas están bajo las mismas situación de que no se podrá empezar temprano y es una limitación porque tenemos que cumplir con los mercados internacionales”, manifestó Antúnez, quien representa la empresa Comexa, ubicada en la ciudad de Chitré.

Indicó que los productores deberán adaptar sus cultivos, sobre todo aquellos ubicados en áreas donde hay riesgo de inundaciones de encharcamiento de la parcela, de la generación de mayor humedad en el suelo.

Antúnez, quien presidió al Grupo de Agroexportadores No Tradicionales de Panamá (Gantrap), explicó que Panamá exporta producto a Estados Unidos y Europa, pero que debido a la distancia, para este último mercado debemos tener en cuenta las posibles lluvias. “Deberíamos terminar la cosecha en marzo, porque a finales de abril y mayo entran en algunos países del continente de África y también España, con la producción de melones y sandía, y ellos producen en invernadero para la primera etapa y esos cultivos son más seguros bajo techo”.

“En cambio para el mercado de Estados Unidos nosotros tenemos una ventana más amplia, pero la mayoría de los exportadores envían su mercadería a Europa, ya que Estados Unidos tiene algunas modalidades de consumo, que en Panamá aún muchos productores no las hemos adoptado porque, por ejemplo, ese mercado, requiere de sandías sin semilla, el tipo de envase ya no es en caja, sino otros donde se envasan 730 libras por cada cartón, ya que eso va directo al supermercado, para que el cliente se surta de allí. Las calabazas o zapallo son más resistentes en campo al tiempo de lluvia siempre y cuando, pues no se siembre en tierra muy llana”, acotó Antúnez.

La situación descrita por Antúnez es compartida por la Dirección de Agricultura del MIDA, ya que habría varias consecuencias posibles con la presencia de La Niña en enero, entre ellas: 1.) La humedad excesiva que incrementa la incidencia de enfermedades fungosas como el mildiu, la antracnosis, pudrición de la raíz y otras plagas; 2.) Disminución en la calidad de los frutos. Los frutos expuestos a excesiva humedad pueden sufrir rajaduras o pudriciones. 3.) En el caso de tratarse de proyectos a iniciarse, dificulta la preparación de la tierra, así como el establecimiento y adaptación de plantulas en la parcela, y 4.) La acción polinizadora de las abejas disminuye, acción de suma importancia en la fase productiva del cultivo.

La exportación de productos no tradicionales, como la sandía, piña, melón, plátano, papaya y calabaza, hasta mayo de 2024, avanzó a buen ritmo, en comparación con igual periodo de 2023, registrando un acumulado al alza del 19 %, con un total de $20,1 millones a diferencia absoluta de $32,2 millones frente a los $16,9 millones al mismo periodo del año 2023, según datos del Instituto Nacional de Estadística y Censo (INEC).

Otra producción que podría afectarse es la salinera, y que se desarrolla en las zonas costeras de la provincia de Coclé, en Aguadulce, ya que de extenderse las lluvias se retrasaría la producción que arranca en enero y se extiende hasta abril. En la región de Azuero se produce el 60 % de la sal que se consume en el país, con aproximadamente 260 mil quintales de sal para el consumo humano y animal.

Cifras preliminares del INEC indican que al segundo trimestre de 2023 la producción fue de 661.589 quintales, con un valor en ventas de $2,3 millones.

Y, finalmente, en el caso del guandú, la Dirección de Agricultura del MIDA contó otras posibles afectaciones por lluvia. Entre ellas están: 1.) En el caso del guandú, las lluvias prolongadas causan la caída de las flores, lo que repercute, directamente, en la producción. Es un aspecto que causa grandes pérdidas en este cultivo, 2.) En el caso del frijol de bejuco y sobre todo del poroto, la alta humedad en el cultivo, incrementa el ataque de la mustia hilachosa, una enfermedad fungosa, que causa la pudrición de la planta y por ende su muerte. Es la enfermedad fungosa de mayor importancia en estos cultivos.

Entre bajareque y vientos alisios, Chiriquí

Al contrario de lo que podría ocurrir con los cultivos de la región del Azuero, la extensión de La Niña o la presencia de las lluvias fuera de temporada, es recibida como un alivio por los productores agrícolas de la región occidental del país, en la provincia de Chiriquí.

Para Augusto Jiménez, productor de Tierras Altas, si la lluvia se va a extender sería lo mejor que pudiera pasar porque regularmente en enero deben recurrir a los sistemas de riego, ya que no es lo mismo y no pueden regar las mismas cantidades de hectáreas, que lo que hace la lluvia.

Aunque es de la filosofía de que nadie puede prever lo que va a pasar con el clima, ya que es cambiante, relató que en Tierras Altas tienen unas condiciones “inéditas por el tema de las cordilleras Central”.

“En enero, generalmente, no caen las lluvias conocidas como bajareque o norte, —una lluvia fina y ligera que cae en zonas montañosas— propias por estar después de la cordillera con la provincia de Bocas del Toro (costa Atlántica). donde se dan altas precipitaciones. Pero todos los eneros con o sin predicciones tenemos esa lluvia que se presenta en Tierras Altas, y ese bajareque, a diferencia de las que conocemos el resto del año, ellas vienen acompañada con los vientos alisios, provocando un bioclima especial para el desarrollo de las plantas en el área central de Cerro Punta, acá en Tierras Altas”, detalló Jiménez, quien presidió la Asociación de la Comunidad Productora de Tierras Altas (Acpta).

Mientras tanto, el Imhpa alista su próximo boletín trimestral hasta febrero, con estimaciones de las internacionales IRI, NOAA, Ciifen y la OMM.

Francisco Antúnez
Agroexportador de Herrera
La presencia de lluvia nosotros, los productores de Azuero, la tomamos en cuenta, sobre todo en cultivos de melón y sandía. Es preocupante porque ya nosotros en noviembre deberíamos estar comenzando a preparar tierras para sembrar”.