‘Están avisados’: Trump usa la amenaza del proteccionismo para negociar con el mundo
- 20/12/2024 00:00
- 19/12/2024 18:25
Antes de llegar al poder el próximo 20 de enero, el presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, ha amenazado con utilizar la política arancelaria como método de presión a algunos de sus principales socios y, aunque esto no es nuevo, si se llevara a cabo supondría la muerte en la práctica del T-MEC y los consumidores estadounidenses tendrían que pagar más en alimentación, automoción, ropa o combustibles, y otros El presidente electo estadounidense, Donald Trump, ha amenazado con utilizar la política arancelaria como método de presión a algunos de sus principales socios, como sus vecinos norteamericanos y la UE, y para cerrar a China las vías de expansión de su influencia, lo que podría abocar al mundo a una guerra comercial sin precedentes.
Antes de llegar al poder el 20 de enero, ha avisado a sus principales socios comerciales, de los que depende la economía más consumista del planeta, que si quieren llevarse bien con su nueva administración y no ser represaliados con aranceles, deben abrir el mercado a los productos estadounidenses, detener los flujos de inmigración irregular y frenar la llegada de opiáceos como el fentanilo, que han causado estragos en gran parte de la base de votantes blancos del republicano.
México y Canadá ‘están avisados’ Las advertencias de Trump no son nuevas, ya que en su primer mandato (2017-2021) amenazó con gravámenes a ciertos productos procedentes de México y Canadá, los dos grandes socios comerciales del Tratado de Comercio entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC), para alcanzar acuerdos en algunos productos comerciales y demandar el fin de la “inmigración ilegal”.
En 2025, en inicio de otro mandato, podría avanzar por los mismos derroteros, ya que pretende imponer el primer día aranceles del 25% contra México y Canadá, cuyas exportaciones tienen en el vecino estadounidense su principal mercado, si no se pone fin a la política “ridícula de fronteras abiertas”.
Si esa amenaza se llevara a cabo supondría la muerte en la práctica del T-MEC y a buen seguro llevaría a los consumidores estadounidenses a pagar más en alimentación, automoción, ropa o combustibles, una apuesta arriesgada para Trump, el adalid contra la inflación, de la que responsabiliza al presidente, Joe Biden.
En una rueda de prensa antes de las vacaciones de Navidad, Trump repitió sus quejas contras sus vecinos norteamericanos por el déficit comercial y la inmigración.
“He hablado con la presidenta de México; he hablado con Justin Trudeau de Canadá, y les he dicho que no es justo, que no está bien. No podemos dejar que esta gente [migrantes] venga a nuestro país y lo entienden. Están avisados y lo van a detener. Lo van a tener que hacer, porque perdemos mucho dinero con México y mucho dinero con Canadá. Los estamos subsidiando”, dijo.
Unión Europea
La Unión Europea se ha propuesto tender puentes a la próxima Administración de Trump en comercio e inversiones pese a sus amenazas de introducir aranceles adicionales de entre el 10 % y el 20 % a importaciones comunitarias, a los que siempre añade como coletilla: “Cuando fui a ver a Angela [Merkel] a Alemania le dije que no veía automóviles estadounidenses en las calles”.
Los ministros de Comercio de la UE, reunidos en un consejo celebrado a finales de noviembre, no se han mostrado partidarios de reabrir antiguas disputas comerciales y confían en evitar nuevos cismas con un Trump enfocado primero en poner fin a la guerra en Ucrania.
No obstante, también se mostraron decididos a actuar de forma “coordinada, precisa y proporcionada” si constatan nuevos conflictos comerciales o acciones dirigidas contra la economía o las empresas europeas.
Por lo que respecta a China, la UE considera al país un “rival sistémico” con el que quiere seguir trabajando en asuntos de interés global, como el cambio climático.
En cambio, Bruselas ha reconocido que quiere mantener un enfoque más asertivo hacia Beijing, pero sin desvincular la economía europea de la china, pese a los intentos por ganar más independencia y diversificar las cadenas de suministro.
La UE mantiene importantes disputas comerciales abiertas con China, entre las más destacables la imposición de aranceles adicionales a las importaciones de vehículos eléctricos de ese país al considerar que están ilegalmente subsidiadas.
China, el gran rival Tanto la UE como Estados Unidos coinciden en la necesidad de poner freno a la penetración de ciertos productos chinos estratégicos en sus economías, unos límites que se iniciaron en la primera administración de Trump, que ha mantenido Biden y que podrían extenderse con el regreso del republicano.
No obstante, Trump no ha sido muy específico sobre su estrategia frente a la expansión de Pekín e incluso ha tendido la mano al presidente chino, Xi Jinping, al que ha invitado a su investidura.
Trump ha amenazado con aranceles del 60 % a la gran economía asiática, aunque también ha prometido añadir 10 % adicional a todos los gravámenes con China.
Es de esperar que mantenga la economía totalmente cerrada a los vehículos eléctricos, semiconductores o tecnología de consumo china.
En su rueda de prensa prenavideña, Trump aseguró que su política comercial hacia China se basará en la “reciprocidad” y en un “trato justo”.
“Si lo piensan, si nos llevamos bien, Estados Unidos y China pueden resolver todos los problemas del mundo”, añadió.
El presidente electo estadounidense, Donald Trump, ha amenazado con utilizar la política arancelaria como método de presión a algunos de sus principales socios, como sus vecinos norteamericanos y la UE, y para cerrar a China las vías de expansión de su influencia, lo que podría abocar al mundo a una guerra comercial sin precedentes.
Antes de llegar al poder el 20 de enero, ha avisado a sus principales socios comerciales, de los que depende la economía más consumista del planeta, que si quieren llevarse bien con su nueva administración y no ser represaliados con aranceles, deben abrir el mercado a los productos estadounidenses, detener los flujos de inmigración irregular y frenar la llegada de opiáceos como el fentanilo, que han causado estragos en gran parte de la base de votantes blancos del republicano.
Las advertencias de Trump no son nuevas, ya que en su primer mandato (2017-2021) amenazó con gravámenes a ciertos productos procedentes de México y Canadá, los dos grandes socios comerciales del Tratado de Comercio entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC), para alcanzar acuerdos en algunos productos comerciales y demandar el fin de la “inmigración ilegal”.
En 2025, en inicio de otro mandato, podría avanzar por los mismos derroteros, ya que pretende imponer el primer día aranceles del 25% contra México y Canadá, cuyas exportaciones tienen en el vecino estadounidense su principal mercado, si no se pone fin a la política “ridícula de fronteras abiertas”.
Si esa amenaza se llevara a cabo supondría la muerte en la práctica del T-MEC y a buen seguro llevaría a los consumidores estadounidenses a pagar más en alimentación, automoción, ropa o combustibles, una apuesta arriesgada para Trump, el adalid contra la inflación, de la que responsabiliza al presidente, Joe Biden.
En una rueda de prensa antes de las vacaciones de Navidad, Trump repitió sus quejas contras sus vecinos norteamericanos por el déficit comercial y la inmigración.
“He hablado con la presidenta de México; he hablado con Justin Trudeau de Canadá, y les he dicho que no es justo, que no está bien. No podemos dejar que esta gente [migrantes] venga a nuestro país y lo entienden. Están avisados y lo van a detener. Lo van a tener que hacer, porque perdemos mucho dinero con México y mucho dinero con Canadá. Los estamos subsidiando”, dijo.
Unión Europea
La Unión Europea se ha propuesto tender puentes a la próxima Administración de Trump en comercio e inversiones pese a sus amenazas de introducir aranceles adicionales de entre el 10 % y el 20 % a importaciones comunitarias, a los que siempre añade como coletilla: “Cuando fui a ver a Angela [Merkel] a Alemania le dije que no veía automóviles estadounidenses en las calles”.
Los ministros de Comercio de la UE, reunidos en un consejo celebrado a finales de noviembre, no se han mostrado partidarios de reabrir antiguas disputas comerciales y confían en evitar nuevos cismas con un Trump enfocado primero en poner fin a la guerra en Ucrania.
No obstante, también se mostraron decididos a actuar de forma “coordinada, precisa y proporcionada” si constatan nuevos conflictos comerciales o acciones dirigidas contra la economía o las empresas europeas.
Por lo que respecta a China, la UE considera al país un “rival sistémico” con el que quiere seguir trabajando en asuntos de interés global, como el cambio climático.
En cambio, Bruselas ha reconocido que quiere mantener un enfoque más asertivo hacia Beijing, pero sin desvincular la economía europea de la china, pese a los intentos por ganar más independencia y diversificar las cadenas de suministro.
La UE mantiene importantes disputas comerciales abiertas con China, entre las más destacables la imposición de aranceles adicionales a las importaciones de vehículos eléctricos de ese país al considerar que están ilegalmente subsidiadas.
Tanto la UE como Estados Unidos coinciden en la necesidad de poner freno a la penetración de ciertos productos chinos estratégicos en sus economías, unos límites que se iniciaron en la primera administración de Trump, que ha mantenido Biden y que podrían extenderse con el regreso del republicano.
No obstante, Trump no ha sido muy específico sobre su estrategia frente a la expansión de Pekín e incluso ha tendido la mano al presidente chino, Xi Jinping, al que ha invitado a su investidura.
Trump ha amenazado con aranceles del 60 % a la gran economía asiática, aunque también ha prometido añadir 10 % adicional a todos los gravámenes con China.
Es de esperar que mantenga la economía totalmente cerrada a los vehículos eléctricos, semiconductores o tecnología de consumo china.
En su rueda de prensa prenavideña, Trump aseguró que su política comercial hacia China se basará en la “reciprocidad” y en un “trato justo”.
“Si lo piensan, si nos llevamos bien, Estados Unidos y China pueden resolver todos los problemas del mundo”, añadió.