Deuda pública mundial podría superar los $100 billones en 2024, según el FMI
- 07/11/2024 00:00
- 06/11/2024 18:25
La cifra representa el 93% del producto interno bruto mundial, arroja el reciente informe ‘Monitor Fiscal’ del Fondo Monetario Internacional El Fondo Monetario Internacional (FMI) prevé que para finales de 2024 la deuda pública mundial podría superar los $100 billones, el 93 % del producto interno bruto (PIB) mundial, y para 2030 podría acercarse al 100% del PIB, lo que supone 10 puntos porcentuales del PIB más que la cifra observada en 2019, antes de la pandemia.
“El nivel mundial de deuda pública es muy elevado”, afirmó el FMI en la edición de octubre de 2024 del informe Monitor Fiscal, recalcando que aunque el panorama no es homogéneo los niveles de deuda futuros podrían superar las proyecciones.
El informe sostiene, además, que los países deberían afrontar ahora los riesgos de deuda por medio de políticas fiscales bien diseñadas que protejan el crecimiento y a los hogares vulnerables, aprovechando el ciclo de flexibilización de la política monetaria.
¿Qué factores influyen? Precisó que las perspectivas fiscales de muchos países podrían ser peores de lo esperado por tres motivos: las grandes presiones sobre el gasto, el sesgo optimista de las proyecciones de deuda y la sustancial deuda no identificada.
Otros estudios del FMI han mostrado que el discurso en cuestiones fiscales se ha inclinado cada vez más hacia un aumento del gasto en todo el espectro político; además, los países tendrán que incrementar el gasto para hacer frente al envejecimiento y la consiguiente atención médica de la población; la transición verde y la adaptación al cambio climático, y las necesidades de defensa y seguridad energética generadas por las crecientes tensiones geopolíticas.
Según el FMI, la experiencia pasada sugiere que las proyecciones de deuda tienden a subestimar los resultados reales por un margen considerable. En promedio, subrayó, la relación deuda/PIB efectiva a cinco años vista puede llegar a superar las proyecciones en 10 puntos porcentuales del PIB.
El Monitor Fiscal presenta un novedoso marco de “deuda en riesgo” que vincula las condiciones macrofinancieras y políticas actuales con todo el espectro de posibles resultados futuros de deuda. Este método va más allá del típico enfoque centrado en las estimaciones puntuales de los pronósticos de deuda y ayuda a las autoridades a cuantificar los riesgos para las perspectivas de la deuda y a identificar sus fuentes.
Este marco muestra que, en un escenario adverso extremo, la deuda pública mundial alcanzaría el 115 % del PIB en tres años, lo que supone casi 20 puntos porcentuales más de lo previsto actualmente.
Precisó que lo anterior podría deberse a varios motivos: un crecimiento más débil, condiciones de financiamiento más estrictas, desviaciones fiscales y una mayor incertidumbre económica y de las políticas. “Es importante señalar que los países son cada vez más vulnerables a factores mundiales que afectan a sus costos de endeudamiento, incluidos los efectos transfronterizos de un aumento de la incertidumbre en torno a las políticas en países de importancia sistémica, como Estados Unidos”, ponderó el FMI.
Y, agregó que la importante deuda no identificada es otro de los motivos por los que la deuda pública puede resultar considerablemente más alta de lo previsto. Señaló que un análisis de más de 30 países detectó que el 40 % de la deuda no identificada procede de pasivos contingentes y de riesgos fiscales que afrontan los gobiernos, la mayoría relacionados con pérdidas de empresas estatales.
“Históricamente, la deuda no identificada ha sido abultada —ha oscilado entre el 1 % y el 1,5 % del PIB en promedio—, y aumenta de manera pronunciada durante períodos de tensión financiera”, ponderó.
Consolidación fiscal En este sentido, el FMI indicó que si la deuda pública es más elevada de lo que parece, probablemente el esfuerzo fiscal actual sea menor de lo necesario. “La consolidación fiscal es crucial para contener los riesgos de la deuda”. No obstante, “ahora que la inflación se está moderando y los bancos centrales están bajando sus tasas de interés de política monetaria, las economías están en mejores condiciones para absorber los efectos económicos del endurecimiento de la política fiscal”, acotó.
Para el FMI retrasar este ajuste sería costoso y también arriesgado, ya que la corrección necesaria aumenta con el transcurso del tiempo. Además, la experiencia demuestra que una deuda elevada y la ausencia de planes fiscales creíbles pueden desencadenar reacciones adversas de los mercados, lo que limitaría el margen de maniobra en caso de turbulencia.
“Nuestro análisis, que tiene en cuenta riesgos nacionales específicos para las perspectivas de la deuda, indica que los ajustes fiscales actualmente en curso —en promedio, el 1 % del PIB a lo largo de seis años hasta 2029— no bastarían, incluso si se ejecutan íntegramente, para que la probabilidad de reducir de manera significativa o de estabilizar la deuda sea alta”, afirmó el FMI.
Pero, para que una economía media tenga una alta probabilidad de estabilización de la deuda dijo que haría falta un “endurecimiento acumulado de aproximadamente el 3,8 % del PIB durante ese mismo período”. Y en los países en los que no se espera una estabilización de la deuda, como China y Estados Unidos, el esfuerzo necesario es “sustancialmente mayor”. Sin embargo, “estas dos economías tienen a su disposición muchas más opciones de política monetaria que otros países”.
Por otro lado, el FMI advirtió que si los ajustes fiscales no están bien calibrados, traerán consigo pérdidas de producto considerables como consecuencia de la caída de la demanda agregada, y pueden perjudicar a los grupos vulnerables y dar lugar a un aumento de la desigualdad. Por lo tanto, recalcó que para mitigar los costos de la consolidación y lograr el apoyo ciudadano al necesario ajuste fiscal, es preciso diseñarlo con mucho cuidado.
“La elección de las medidas fiscales es importante porque sus efectos no son iguales para todas y además implican disyuntivas. Por ejemplo, los recortes de la inversión pública causan las mayores pérdidas de producto y deterioran las perspectivas de crecimiento a largo plazo, mientras que reducir las transferencias sociales perjudica a los hogares vulnerables y eleva la desigualdad. Se necesita una combinación acertada de medidas centradas en las personas y en el crecimiento, que variará de un país a otro”, apuntó.
No obstante, “los ajustes deben ir acompañados por una gobernanza fiscal más estricta, incluidos marcos a mediano plazo creíbles, consejos fiscales independientes y una gestión de riesgos sólida”, concluyó.
El Fondo Monetario Internacional (FMI) prevé que para finales de 2024 la deuda pública mundial podría superar los $100 billones, el 93 % del producto interno bruto (PIB) mundial, y para 2030 podría acercarse al 100% del PIB, lo que supone 10 puntos porcentuales del PIB más que la cifra observada en 2019, antes de la pandemia.
“El nivel mundial de deuda pública es muy elevado”, afirmó el FMI en la edición de octubre de 2024 del informe Monitor Fiscal, recalcando que aunque el panorama no es homogéneo los niveles de deuda futuros podrían superar las proyecciones.
El informe sostiene, además, que los países deberían afrontar ahora los riesgos de deuda por medio de políticas fiscales bien diseñadas que protejan el crecimiento y a los hogares vulnerables, aprovechando el ciclo de flexibilización de la política monetaria.
Precisó que las perspectivas fiscales de muchos países podrían ser peores de lo esperado por tres motivos: las grandes presiones sobre el gasto, el sesgo optimista de las proyecciones de deuda y la sustancial deuda no identificada.
Otros estudios del FMI han mostrado que el discurso en cuestiones fiscales se ha inclinado cada vez más hacia un aumento del gasto en todo el espectro político; además, los países tendrán que incrementar el gasto para hacer frente al envejecimiento y la consiguiente atención médica de la población; la transición verde y la adaptación al cambio climático, y las necesidades de defensa y seguridad energética generadas por las crecientes tensiones geopolíticas.
Según el FMI, la experiencia pasada sugiere que las proyecciones de deuda tienden a subestimar los resultados reales por un margen considerable. En promedio, subrayó, la relación deuda/PIB efectiva a cinco años vista puede llegar a superar las proyecciones en 10 puntos porcentuales del PIB.
El Monitor Fiscal presenta un novedoso marco de “deuda en riesgo” que vincula las condiciones macrofinancieras y políticas actuales con todo el espectro de posibles resultados futuros de deuda. Este método va más allá del típico enfoque centrado en las estimaciones puntuales de los pronósticos de deuda y ayuda a las autoridades a cuantificar los riesgos para las perspectivas de la deuda y a identificar sus fuentes.
Este marco muestra que, en un escenario adverso extremo, la deuda pública mundial alcanzaría el 115 % del PIB en tres años, lo que supone casi 20 puntos porcentuales más de lo previsto actualmente.
Precisó que lo anterior podría deberse a varios motivos: un crecimiento más débil, condiciones de financiamiento más estrictas, desviaciones fiscales y una mayor incertidumbre económica y de las políticas. “Es importante señalar que los países son cada vez más vulnerables a factores mundiales que afectan a sus costos de endeudamiento, incluidos los efectos transfronterizos de un aumento de la incertidumbre en torno a las políticas en países de importancia sistémica, como Estados Unidos”, ponderó el FMI.
Y, agregó que la importante deuda no identificada es otro de los motivos por los que la deuda pública puede resultar considerablemente más alta de lo previsto. Señaló que un análisis de más de 30 países detectó que el 40 % de la deuda no identificada procede de pasivos contingentes y de riesgos fiscales que afrontan los gobiernos, la mayoría relacionados con pérdidas de empresas estatales.
“Históricamente, la deuda no identificada ha sido abultada —ha oscilado entre el 1 % y el 1,5 % del PIB en promedio—, y aumenta de manera pronunciada durante períodos de tensión financiera”, ponderó.
En este sentido, el FMI indicó que si la deuda pública es más elevada de lo que parece, probablemente el esfuerzo fiscal actual sea menor de lo necesario. “La consolidación fiscal es crucial para contener los riesgos de la deuda”. No obstante, “ahora que la inflación se está moderando y los bancos centrales están bajando sus tasas de interés de política monetaria, las economías están en mejores condiciones para absorber los efectos económicos del endurecimiento de la política fiscal”, acotó.
Para el FMI retrasar este ajuste sería costoso y también arriesgado, ya que la corrección necesaria aumenta con el transcurso del tiempo. Además, la experiencia demuestra que una deuda elevada y la ausencia de planes fiscales creíbles pueden desencadenar reacciones adversas de los mercados, lo que limitaría el margen de maniobra en caso de turbulencia.
“Nuestro análisis, que tiene en cuenta riesgos nacionales específicos para las perspectivas de la deuda, indica que los ajustes fiscales actualmente en curso —en promedio, el 1 % del PIB a lo largo de seis años hasta 2029— no bastarían, incluso si se ejecutan íntegramente, para que la probabilidad de reducir de manera significativa o de estabilizar la deuda sea alta”, afirmó el FMI.
Pero, para que una economía media tenga una alta probabilidad de estabilización de la deuda dijo que haría falta un “endurecimiento acumulado de aproximadamente el 3,8 % del PIB durante ese mismo período”. Y en los países en los que no se espera una estabilización de la deuda, como China y Estados Unidos, el esfuerzo necesario es “sustancialmente mayor”. Sin embargo, “estas dos economías tienen a su disposición muchas más opciones de política monetaria que otros países”.
Por otro lado, el FMI advirtió que si los ajustes fiscales no están bien calibrados, traerán consigo pérdidas de producto considerables como consecuencia de la caída de la demanda agregada, y pueden perjudicar a los grupos vulnerables y dar lugar a un aumento de la desigualdad. Por lo tanto, recalcó que para mitigar los costos de la consolidación y lograr el apoyo ciudadano al necesario ajuste fiscal, es preciso diseñarlo con mucho cuidado.
“La elección de las medidas fiscales es importante porque sus efectos no son iguales para todas y además implican disyuntivas. Por ejemplo, los recortes de la inversión pública causan las mayores pérdidas de producto y deterioran las perspectivas de crecimiento a largo plazo, mientras que reducir las transferencias sociales perjudica a los hogares vulnerables y eleva la desigualdad. Se necesita una combinación acertada de medidas centradas en las personas y en el crecimiento, que variará de un país a otro”, apuntó.
No obstante, “los ajustes deben ir acompañados por una gobernanza fiscal más estricta, incluidos marcos a mediano plazo creíbles, consejos fiscales independientes y una gestión de riesgos sólida”, concluyó.