CNC identifica los desafíos del próximo gobierno de Panamá para mejorar la competitividad
- 03/05/2024 00:00
- 02/05/2024 18:47
Según el Centro Nacional de Competitividad, el país enfrenta diversos desafíos en su camino hacia un futuro sostenible y próspero, como mejorar las brechas territoriales, la calidad del empleo, el recurso humano, la investigación, la innovación y la inversión extrajera, entre otros; y los plasma en la ‘Agenda de competitividad 2024-2029: Marco conceptual para una estrategia nacional de competitividad’ A pocos días del cambio de administración en Panamá, el Centro Nacional de Competitividad (CNC) identificó los principales desafíos del próximo quinquenio para fomentar un ambiente competitivo que promueva el crecimiento sostenible e inclusivo del país.
Los principales retos se relacionan con mejorar las brechas territoriales, la calidad del empleo, el recurso humano, la innovación y la inversión extrajera, entre otros, y están trazados en la “Agenda de competitividad 2024-2029: Marco conceptual para una estrategia nacional de competitividad” del CNC. Se trata de un diagnóstico que no solo consideró bibliografía referente, investigaciones o trabajos del CNC, sino también propuestas de recomendaciones de acciones promovidas por distintos gremios y organizaciones de la sociedad civil que, con motivo de las próximas elecciones presidenciales, se han compartido con los diversos candidatos.
Las áreas clave El documento divide las áreas clave o de desafíos en dos grupos: los componentes estructurales y del ecosistema productivo. Los componentes estructurales, precisamente, incluyen los desafíos de reducir las brechas territoriales, mejorar la calidad del empleo, perfeccionar el capital humano, robustecer la institucionalidad pública, fortalecer la investigación, más desarrollo e innovación, impulsar el desarrollo empresarial y atraer la inversión directa extranjera (IED).
El documento precisa que las brechas territoriales son las diferencias socioeconómicas que existen entre las distintas regiones y áreas del país, que constituyen un obstáculo para el desarrollo integral y sostenible. Estas brechas se reflejan en indicadores como el ingreso, la productividad, la pobreza, la educación, la salud, la infraestructura, el medio ambiente, entre otros.
Según el “Diagnóstico de las brechas estructurales en Panamá: Una aproximación sistémica general” (Cepal, 2023) Panamá posee indicadores de desigualdad persistentes y elevados. En algunas brechas se observan disminuciones que en ocasiones son pequeñas o de lento avance. Con respecto a la calidad del empleo, dijo que esto afecta directamente a la sociedad y su bienestar.
Según datos del Instituto Nacional de Estadística y Censo (Inec), la tasa de desocupación disminuyó de 11,3% en 2021 a 7,4% en 2023, lo que da indicios de una recuperación en materia laboral tras la crisis sanitaria del periodo 2020-2021. Sin embargo, CNC sugirió vigilar el nivel de la informalidad que venía en aumento desde el año 2011 y se profundiza en el año 2020 (52,8%). Para 2021 bajó a 47,6% y a 47,4% en 2023 sin lograr regresar, al menos, a niveles prepandemia, detalló. “La alta informalidad supone un deterioro en la calidad del empleo, porque lleva implícito que un gran número de trabajadores no disfruta las condiciones adecuadas de remuneración a su servicio, carga horaria y seguridad social, siendo este último determinante en su futura calidad de vida”. Además, las mujeres y los jóvenes siguen siendo los más afectados por la desocupación y la precariedad laboral, alertó. “El salario mínimo es una herramienta de política económica y social que busca garantizar un ingreso digno a los trabajadores y reducir la pobreza y la desigualdad (...)”, acotó.
En cuanto al desarrollo del capital humano, destacó que el Índice de Desarrollo Humano elaborado por el Pnud revela la situación del país. Para 2021-2022, Panamá obtuvo la posición 61 (0,805 puntos) entre 191 países, retrocediendo con relación a 2019 cuando obtuvo 0,817 puntos; y ocupa el quinto lugar a nivel de América Latina y el Caribe (ALC), detrás de Chile, Trinidad y Tobago, Costa Rica y Uruguay.
En el aspecto de la institucionalidad pública, la Agenda de Competitividad destacó que “la forma en que las instituciones se diseñan y operan son fundamentales en cualquier sociedad moderna y democrática. Con instituciones débiles, las políticas públicas resultan ineficaces y con ello afectan la calidad de vida de los ciudadanos”.
Aquí indicó que las instituciones representan las reglas que rigen las interacciones políticas, económicas y sociales. Además, incentivan o –en su defecto–desincentivan la actividad económica necesaria para el desarrollo, por ejemplo, cuando entra en juego la corrupción (no exclusiva del sector público y traspasa al umbral de la seguridad). En el Índice de Calidad Institucional (ICI) (2023), publicado por la Red Liberal de América Latina (Relial), Panamá ocupó la posición 62, mejorando un puesto con respecto a 2022, pero aún está por debajo de Chile, Uruguay y Costa Rica en la clasificación de Latinoamérica. En el subíndice de instituciones políticas Panamá se sitúa en el puesto 80 y en el de mercado 55, reflejando que en el lado gubernamental están los mayores retos en términos de respeto al derecho; voz y rendición de cuentas, libertad de prensa, y percepción de la corrupción. Según la agenda, una fuerte institucionalidad pública también está marcada por la facilidad en que los ciudadanos acceden a los servicios del Estado; y el Estado moderno, apoyado en las tecnologías disponibles, es eficiente y eficaz en esta interacción. En el Índice de Desarrollo del Gobierno Electrónico (EGDI, por sus siglas en inglés) (2022), publicado por las Naciones Unidas, Panamá obtuvo la posición 82, mejorando dos posiciones en relación con 2020, ocupando el escaño 9 a nivel de Latinoamérica, por debajo de Uruguay, Chile, Argentina, Brasil, Costa Rica, Perú, México y Colombia en la clasificación de Latinoamérica. En todos los componentes se observó mejoras en comparación con la medición anterior. Por otro lado, señala que “la corrupción, que tiene sus raíces en el comportamiento de la sociedad, también es un flagelo que aqueja las instituciones”.
En ese sentido, en la medición del Índice de Percepción de la Corrupción de Transparencia Internacional de 2023, Panamá obtuvo 35 puntos y ocupó la posición 108/180 retrocediendo siete puestos en comparación con 2022 y quedando de número 10 a nivel regional, por debajo de Uruguay, Chile, Costa Rica, Jamaica, Cuba, Trinidad y Tobago, Colombia, Argentina, y Brasil.
Con relación a la investigación + desarrollo e innovación, la Agenda de CNC señala que muchos gobiernos han situado la innovación como eje central de sus estrategias de crecimiento. En el Índice Global de Innovación 2023, elaborado por la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (OMPI y otros socios), Panamá ocupó el puesto 84/132, perdiendo tres posiciones con relación al año anterior, cuando obtuvo el escaño 81. Además, se ubica en la posición 10 en ALC, por debajo de Brasil, Chile, México, Uruguay, Colombia, Argentina, Costa Rica, Perú y Jamaica. Panamá mostró mayor rezago en los pilares de sofisticación de negocios (trabajador de conocimiento, vínculos de innovación, absorción de conocimiento), capital humano e investigación (educación terciaria e I+D), y sofisticación de mercado (crédito, inversión, comercio y diversificación).
Por otra parte, la agenda del CNC destacó el desarrollo empresarial como “clave”, ya que son agentes económicos que impulsan con su actividad las economías generando empleos e ingresos a la población. “Promover la creación y el fortalecimiento de iniciativas empresariales formales y sostenibles propiciará un tejido productivo robusto que contribuya en el cierre de las brechas de la desigualdad y la pobreza, impactando en el nivel de bienestar de la población”, subrayó. Como en la mayoría de los países, mencionó el CNC, el tejido empresarial de Panamá está formado por micro y pequeñas empresas (aunque el concepto de micro o pequeña empresa es lo que varía en las diferentes legislaciones). El Índice Global de Emprendimiento (GEI), en 2019 ubicó al país en el puesto 76 entre 137 economías, cuando en 2018 estaba en el 70. Los indicadores del GEI con menos puntajes fueron el de habilidades empresariales, aspiraciones y actitudes empresariales, específicamente en los subindicadores de absorción de tecnología, innovación de procesos, inicio de oportunidades, capital de riesgo, innovación de productos, internacionalización, apoyo cultural y capital humano. Por otro lado, Panamá mejoró significativamente su puntaje en el Índice Nacional de Contexto.
Por último, la inversión extranjera directa (IED), que es el flujo de capital que proviene de otros países y que se destina a actividades productivas dentro de un país receptor, puede tener efectos positivos en el desarrollo económico, la generación de empleo, la transferencia de tecnología y la diversificación productiva. La IED en Panamá, en términos de su relación con el PIB, ha venido cayendo prácticamente desde 2011 hasta 2020, mostrando signos de recuperación en 2021 y 2022 cuando representó el 3,6% del PIB nominal para este último año y significó un aumento del 0,8 puntos porcentuales con respecto al mismo periodo del año anterior. Los sectores que más atrajeron la IED fueron el comercio al por mayor y menor, la actividad financiera y la Zona Libre de Colón.
Aunque la IED se vio favorecida por la recuperación de la economía mundial, la estabilidad política y jurídica y la posición geográfica estratégica, también enfrenta algunos desafíos de carácter interno como la necesidad de mejorar la infraestructura, la calidad de la educación y la formación en competencias que están siendo requeridas para completar las vacantes que requieren las empresas. La falta de recurso humano calificado, la rigidez en las regulaciones laborales y la densa y burocrática tramitología han contribuido a la pérdida de competitividad en general, recoge la agenda. Pero también encontrará retos en factores externos como la volatilidad de los mercados financieros, las tensiones comerciales internacionales y la competencia de otros destinos o países de la región que han establecido políticas públicas integrales para fortalecer las condiciones que permiten la atracción y desarrollo de las inversiones, añade. “En resumen, en el escenario global, Panamá no tiene una participación destacada en la mayoría de los índices internacionales, y de acuerdo con los resultados su desempeño relativo entre la última medición y la previa ha tendido a desmejorar. Existe entonces un amplio campo de mejora”, puntualizó el documentoj del CNC.
A pocos días del cambio de administración en Panamá, el Centro Nacional de Competitividad (CNC) identificó los principales desafíos del próximo quinquenio para fomentar un ambiente competitivo que promueva el crecimiento sostenible e inclusivo del país.
Los principales retos se relacionan con mejorar las brechas territoriales, la calidad del empleo, el recurso humano, la innovación y la inversión extrajera, entre otros, y están trazados en la “Agenda de competitividad 2024-2029: Marco conceptual para una estrategia nacional de competitividad” del CNC. Se trata de un diagnóstico que no solo consideró bibliografía referente, investigaciones o trabajos del CNC, sino también propuestas de recomendaciones de acciones promovidas por distintos gremios y organizaciones de la sociedad civil que, con motivo de las próximas elecciones presidenciales, se han compartido con los diversos candidatos.
El documento divide las áreas clave o de desafíos en dos grupos: los componentes estructurales y del ecosistema productivo. Los componentes estructurales, precisamente, incluyen los desafíos de reducir las brechas territoriales, mejorar la calidad del empleo, perfeccionar el capital humano, robustecer la institucionalidad pública, fortalecer la investigación, más desarrollo e innovación, impulsar el desarrollo empresarial y atraer la inversión directa extranjera (IED).
El documento precisa que las brechas territoriales son las diferencias socioeconómicas que existen entre las distintas regiones y áreas del país, que constituyen un obstáculo para el desarrollo integral y sostenible. Estas brechas se reflejan en indicadores como el ingreso, la productividad, la pobreza, la educación, la salud, la infraestructura, el medio ambiente, entre otros.
Según el “Diagnóstico de las brechas estructurales en Panamá: Una aproximación sistémica general” (Cepal, 2023) Panamá posee indicadores de desigualdad persistentes y elevados. En algunas brechas se observan disminuciones que en ocasiones son pequeñas o de lento avance. Con respecto a la calidad del empleo, dijo que esto afecta directamente a la sociedad y su bienestar.
Según datos del Instituto Nacional de Estadística y Censo (Inec), la tasa de desocupación disminuyó de 11,3% en 2021 a 7,4% en 2023, lo que da indicios de una recuperación en materia laboral tras la crisis sanitaria del periodo 2020-2021. Sin embargo, CNC sugirió vigilar el nivel de la informalidad que venía en aumento desde el año 2011 y se profundiza en el año 2020 (52,8%). Para 2021 bajó a 47,6% y a 47,4% en 2023 sin lograr regresar, al menos, a niveles prepandemia, detalló. “La alta informalidad supone un deterioro en la calidad del empleo, porque lleva implícito que un gran número de trabajadores no disfruta las condiciones adecuadas de remuneración a su servicio, carga horaria y seguridad social, siendo este último determinante en su futura calidad de vida”. Además, las mujeres y los jóvenes siguen siendo los más afectados por la desocupación y la precariedad laboral, alertó. “El salario mínimo es una herramienta de política económica y social que busca garantizar un ingreso digno a los trabajadores y reducir la pobreza y la desigualdad (...)”, acotó.
En cuanto al desarrollo del capital humano, destacó que el Índice de Desarrollo Humano elaborado por el Pnud revela la situación del país. Para 2021-2022, Panamá obtuvo la posición 61 (0,805 puntos) entre 191 países, retrocediendo con relación a 2019 cuando obtuvo 0,817 puntos; y ocupa el quinto lugar a nivel de América Latina y el Caribe (ALC), detrás de Chile, Trinidad y Tobago, Costa Rica y Uruguay.
En el aspecto de la institucionalidad pública, la Agenda de Competitividad destacó que “la forma en que las instituciones se diseñan y operan son fundamentales en cualquier sociedad moderna y democrática. Con instituciones débiles, las políticas públicas resultan ineficaces y con ello afectan la calidad de vida de los ciudadanos”.
Aquí indicó que las instituciones representan las reglas que rigen las interacciones políticas, económicas y sociales. Además, incentivan o –en su defecto–desincentivan la actividad económica necesaria para el desarrollo, por ejemplo, cuando entra en juego la corrupción (no exclusiva del sector público y traspasa al umbral de la seguridad). En el Índice de Calidad Institucional (ICI) (2023), publicado por la Red Liberal de América Latina (Relial), Panamá ocupó la posición 62, mejorando un puesto con respecto a 2022, pero aún está por debajo de Chile, Uruguay y Costa Rica en la clasificación de Latinoamérica. En el subíndice de instituciones políticas Panamá se sitúa en el puesto 80 y en el de mercado 55, reflejando que en el lado gubernamental están los mayores retos en términos de respeto al derecho; voz y rendición de cuentas, libertad de prensa, y percepción de la corrupción. Según la agenda, una fuerte institucionalidad pública también está marcada por la facilidad en que los ciudadanos acceden a los servicios del Estado; y el Estado moderno, apoyado en las tecnologías disponibles, es eficiente y eficaz en esta interacción. En el Índice de Desarrollo del Gobierno Electrónico (EGDI, por sus siglas en inglés) (2022), publicado por las Naciones Unidas, Panamá obtuvo la posición 82, mejorando dos posiciones en relación con 2020, ocupando el escaño 9 a nivel de Latinoamérica, por debajo de Uruguay, Chile, Argentina, Brasil, Costa Rica, Perú, México y Colombia en la clasificación de Latinoamérica. En todos los componentes se observó mejoras en comparación con la medición anterior. Por otro lado, señala que “la corrupción, que tiene sus raíces en el comportamiento de la sociedad, también es un flagelo que aqueja las instituciones”.
En ese sentido, en la medición del Índice de Percepción de la Corrupción de Transparencia Internacional de 2023, Panamá obtuvo 35 puntos y ocupó la posición 108/180 retrocediendo siete puestos en comparación con 2022 y quedando de número 10 a nivel regional, por debajo de Uruguay, Chile, Costa Rica, Jamaica, Cuba, Trinidad y Tobago, Colombia, Argentina, y Brasil.
Con relación a la investigación + desarrollo e innovación, la Agenda de CNC señala que muchos gobiernos han situado la innovación como eje central de sus estrategias de crecimiento. En el Índice Global de Innovación 2023, elaborado por la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (OMPI y otros socios), Panamá ocupó el puesto 84/132, perdiendo tres posiciones con relación al año anterior, cuando obtuvo el escaño 81. Además, se ubica en la posición 10 en ALC, por debajo de Brasil, Chile, México, Uruguay, Colombia, Argentina, Costa Rica, Perú y Jamaica. Panamá mostró mayor rezago en los pilares de sofisticación de negocios (trabajador de conocimiento, vínculos de innovación, absorción de conocimiento), capital humano e investigación (educación terciaria e I+D), y sofisticación de mercado (crédito, inversión, comercio y diversificación).
Por otra parte, la agenda del CNC destacó el desarrollo empresarial como “clave”, ya que son agentes económicos que impulsan con su actividad las economías generando empleos e ingresos a la población. “Promover la creación y el fortalecimiento de iniciativas empresariales formales y sostenibles propiciará un tejido productivo robusto que contribuya en el cierre de las brechas de la desigualdad y la pobreza, impactando en el nivel de bienestar de la población”, subrayó. Como en la mayoría de los países, mencionó el CNC, el tejido empresarial de Panamá está formado por micro y pequeñas empresas (aunque el concepto de micro o pequeña empresa es lo que varía en las diferentes legislaciones). El Índice Global de Emprendimiento (GEI), en 2019 ubicó al país en el puesto 76 entre 137 economías, cuando en 2018 estaba en el 70. Los indicadores del GEI con menos puntajes fueron el de habilidades empresariales, aspiraciones y actitudes empresariales, específicamente en los subindicadores de absorción de tecnología, innovación de procesos, inicio de oportunidades, capital de riesgo, innovación de productos, internacionalización, apoyo cultural y capital humano. Por otro lado, Panamá mejoró significativamente su puntaje en el Índice Nacional de Contexto.
Por último, la inversión extranjera directa (IED), que es el flujo de capital que proviene de otros países y que se destina a actividades productivas dentro de un país receptor, puede tener efectos positivos en el desarrollo económico, la generación de empleo, la transferencia de tecnología y la diversificación productiva. La IED en Panamá, en términos de su relación con el PIB, ha venido cayendo prácticamente desde 2011 hasta 2020, mostrando signos de recuperación en 2021 y 2022 cuando representó el 3,6% del PIB nominal para este último año y significó un aumento del 0,8 puntos porcentuales con respecto al mismo periodo del año anterior. Los sectores que más atrajeron la IED fueron el comercio al por mayor y menor, la actividad financiera y la Zona Libre de Colón.
Aunque la IED se vio favorecida por la recuperación de la economía mundial, la estabilidad política y jurídica y la posición geográfica estratégica, también enfrenta algunos desafíos de carácter interno como la necesidad de mejorar la infraestructura, la calidad de la educación y la formación en competencias que están siendo requeridas para completar las vacantes que requieren las empresas. La falta de recurso humano calificado, la rigidez en las regulaciones laborales y la densa y burocrática tramitología han contribuido a la pérdida de competitividad en general, recoge la agenda. Pero también encontrará retos en factores externos como la volatilidad de los mercados financieros, las tensiones comerciales internacionales y la competencia de otros destinos o países de la región que han establecido políticas públicas integrales para fortalecer las condiciones que permiten la atracción y desarrollo de las inversiones, añade. “En resumen, en el escenario global, Panamá no tiene una participación destacada en la mayoría de los índices internacionales, y de acuerdo con los resultados su desempeño relativo entre la última medición y la previa ha tendido a desmejorar. Existe entonces un amplio campo de mejora”, puntualizó el documentoj del CNC.