Cepal mantiene previsiones de ‘bajo crecimiento’ para la región de ALC
- 26/02/2024 00:00
- 25/02/2024 08:53
En sus previsiones, la Comisión de las Naciones Unidas estima que en promedio el PIB de América Latina y el Caribe crecería 2,2% en 2023 y para este 2024 se espera una tasa de crecimiento de 1,9%, inferior a la observada el año pasado. También se prevé una menor creación de empleos En su reciente edición, “Claves para el desarrollo sobre el Balance Preliminar de las Economías de América Latina y el Caribe, 2023”, la Comisión Económica para América Latina (Cepal mantuvo sus previsiones de bajo crecimiento para la región. “La actividad económica de la región continúa exhibiendo una trayectoria de bajo crecimiento y para el presente año se espera un crecimiento menor al del año pasado”, proyectó la Cepal.
En el Balance Preliminar de las Economías de América Latina y el Caribe 2023, presentado en diciembre pasado, Cepal estimó que en promedio el PIB de América Latina y el Caribe crecería 2,2% en 2023 y 1,9% en 2024. Y, ahora volvió a prever que el año pasado todas las subregiones habrían registrado un crecimiento menor en 2023 respecto del observado en 2022.
Mientras que para 2024, se espera una tasa de crecimiento inferior a la observada en 2023, lo que “acentuará la dinámica de desaceleración del crecimiento del PIB y de la creación de empleo”, dijo la Cepal en su edición No.18 de Claves para el desarrollo de la Cepal publicada a mediados de febrero.
El crecimiento tendencial promedio entre 2010-2024 es de 1,6%. En este contexto de bajo crecimiento económico, restringido espacio para las políticas macroeconómicas y un sector externo poco dinamizador, las economías de América Latina y el Caribe también muestran una desaceleración en su capacidad de crear empleos.
Se estima que en el cierre de 2023 el número de ocupados habrá crecido un 1,4%, lo que supone una reducción de 4 puntos porcentuales con respecto al 5,4% registrado en 2022. Esta menor creación de empleo se extenderá en 2024, año en el que se proyecta que el número de ocupados crecerá un 1,0%. Durante 2023 el bajo ritmo de creación de puestos de trabajos vino acompañado de un aumento del número de personas inactivas (1,8%),respecto de los niveles observados en 2022, lo que contrasta con la reducción que esta variable experimentó en 2021 y 2022, con caídas interanuales en el número de personas inactivas del 5,9% y el 1,5%, respectivamente.
De acuerdo con la Cepal, este comportamiento del número de personas que no se encuentran trabajando ni buscando trabajo activamente se ha expresado en una caída en la tasa de participación regional que se estima pasará del 62,7% en 2022 al 62,5% en 2023, y al 62,6% en 2024. Las dinámicas antes mencionadas en la ocupación y en la inactividad laboral redundaran en una nueva reducción de la tasa de desocupación regional, que para 2023 se estima en un 6,5% y para 2024 en un 6,9%.
Por su parte, en 2023 los niveles de ocupación informal en la región se han mantenido en niveles cercanos al 48% y no se esperan cambios significativos en esta variable en 2024, sobre todo, si aumenta nuevamente la inactividad laboral. La dinámica que han mostrado los mercados laborales en el primer semestre de 2023, así como las estimaciones para el resto del año y el próximo, anticipan que persistirán amplias brechas de género en indicadores como la tasa de desocupación y la participación, aunque estas han venido reduciéndose.
Así, mientras la tasa de desocupación de los hombres se estima en un 5,5% para 2023, la de las mujeres se estima en un 8,0%, una diferencia de 2,5 puntos porcentuales. En lo que se refiere a la participación laboral, se estima que para 2023 la participación de los hombres será del 74,1%, mientras que la de las mujeres será del 51,9%, una diferencia de 22,2 puntos porcentuales, mientras que en 2024 las tasas de participación serían del 74,2% para los hombres y del 52,3% para las mujeres.
El bajo crecimiento que se espera presenten los países de América Latina y el Caribe en 2023 y 2024 no es solo un problema coyuntural, y refleja la caída que se ha venido observando en la tasa de crecimiento tendencial del PIB. Así, la fuerte contracción que la crisis económica provocada por la pandemia de enfermedad por coronavirus (covid-19) causó en las economías de la región un importante retroceso del PIB per cápita regional, que venía o bien decayendo o estaba estancado desde 2015. La crisis solo profundizó la caída. Recién en 2023, de acuerdo con las proyecciones mostradas en este informe, el PIB per cápita será igual al del período 2013-2014.
La economía mundial, por su parte, sigue presentando escaso dinamismo en lo que respecta a la tasa de crecimiento del PIB y del comercio. Aunque la inflación ha disminuido a nivel mundial, las tasas de interés de las principales economías desarrolladas no se han reducido, por lo que los costos del financiamiento para las economías emergentes, incluyendo la región, se han mantenido elevados.
Espacio fiscal reducido Por otro lado la Cepal, también mencionó que las economías de la región tienen un espacio fiscal reducido para abordar los múltiples desafíos que enfrentan los países; y que la ralentización del crecimiento económico pone en primer plano la persistencia de las debilidades estructurales que caracterizan a la región, como el bajo nivel de inversión pública y privada, una magra productividad, la predominancia de las economías informales y el insuficiente desarrollo de capital humano.
A esto, indicó, se suma el desafío que representa el cambio climático ya al cual la región es altamente vulnerable, por lo que la transición a economías bajas en carbono y la adaptación al cambio climático requieren un impulso a gran escala de la inversión. A su parecer, el cambio en la matriz energética y la adopción de nuevas tecnologías deben aprovecharse para promover el crecimiento económico y fomentar la formalización en la economía.
En su consideración, la inversión pública en infraestructura resiliente debe traducirse en un acervo de capital público capaz de proveer servicios económicos necesarios para promover la creación de economías dinámicas y competitivas. No obstante, está consciente de que las necesidades de inversión son inmensas y superan las capacidades macrofiscales actuales para satisfacerlas.
“Es necesario escalar las políticas de desarrollo productivo con una mirada en sectores estratégicos dinamizadores, impulsar políticas para promover la inversión pública y privada, y adecuar el marco de financiamiento para potenciar la movilización de recursos”, José Manuel Salazar-Xirinachs, secretario Ejecutivo de la Cepal.
En su reciente edición, “Claves para el desarrollo sobre el Balance Preliminar de las Economías de América Latina y el Caribe, 2023”, la Comisión Económica para América Latina (Cepal mantuvo sus previsiones de bajo crecimiento para la región. “La actividad económica de la región continúa exhibiendo una trayectoria de bajo crecimiento y para el presente año se espera un crecimiento menor al del año pasado”, proyectó la Cepal.
En el Balance Preliminar de las Economías de América Latina y el Caribe 2023, presentado en diciembre pasado, Cepal estimó que en promedio el PIB de América Latina y el Caribe crecería 2,2% en 2023 y 1,9% en 2024. Y, ahora volvió a prever que el año pasado todas las subregiones habrían registrado un crecimiento menor en 2023 respecto del observado en 2022.
Mientras que para 2024, se espera una tasa de crecimiento inferior a la observada en 2023, lo que “acentuará la dinámica de desaceleración del crecimiento del PIB y de la creación de empleo”, dijo la Cepal en su edición No.18 de Claves para el desarrollo de la Cepal publicada a mediados de febrero.
El crecimiento tendencial promedio entre 2010-2024 es de 1,6%. En este contexto de bajo crecimiento económico, restringido espacio para las políticas macroeconómicas y un sector externo poco dinamizador, las economías de América Latina y el Caribe también muestran una desaceleración en su capacidad de crear empleos.
Se estima que en el cierre de 2023 el número de ocupados habrá crecido un 1,4%, lo que supone una reducción de 4 puntos porcentuales con respecto al 5,4% registrado en 2022. Esta menor creación de empleo se extenderá en 2024, año en el que se proyecta que el número de ocupados crecerá un 1,0%. Durante 2023 el bajo ritmo de creación de puestos de trabajos vino acompañado de un aumento del número de personas inactivas (1,8%),respecto de los niveles observados en 2022, lo que contrasta con la reducción que esta variable experimentó en 2021 y 2022, con caídas interanuales en el número de personas inactivas del 5,9% y el 1,5%, respectivamente.
De acuerdo con la Cepal, este comportamiento del número de personas que no se encuentran trabajando ni buscando trabajo activamente se ha expresado en una caída en la tasa de participación regional que se estima pasará del 62,7% en 2022 al 62,5% en 2023, y al 62,6% en 2024. Las dinámicas antes mencionadas en la ocupación y en la inactividad laboral redundaran en una nueva reducción de la tasa de desocupación regional, que para 2023 se estima en un 6,5% y para 2024 en un 6,9%.
Por su parte, en 2023 los niveles de ocupación informal en la región se han mantenido en niveles cercanos al 48% y no se esperan cambios significativos en esta variable en 2024, sobre todo, si aumenta nuevamente la inactividad laboral. La dinámica que han mostrado los mercados laborales en el primer semestre de 2023, así como las estimaciones para el resto del año y el próximo, anticipan que persistirán amplias brechas de género en indicadores como la tasa de desocupación y la participación, aunque estas han venido reduciéndose.
Así, mientras la tasa de desocupación de los hombres se estima en un 5,5% para 2023, la de las mujeres se estima en un 8,0%, una diferencia de 2,5 puntos porcentuales. En lo que se refiere a la participación laboral, se estima que para 2023 la participación de los hombres será del 74,1%, mientras que la de las mujeres será del 51,9%, una diferencia de 22,2 puntos porcentuales, mientras que en 2024 las tasas de participación serían del 74,2% para los hombres y del 52,3% para las mujeres.
El bajo crecimiento que se espera presenten los países de América Latina y el Caribe en 2023 y 2024 no es solo un problema coyuntural, y refleja la caída que se ha venido observando en la tasa de crecimiento tendencial del PIB. Así, la fuerte contracción que la crisis económica provocada por la pandemia de enfermedad por coronavirus (covid-19) causó en las economías de la región un importante retroceso del PIB per cápita regional, que venía o bien decayendo o estaba estancado desde 2015. La crisis solo profundizó la caída. Recién en 2023, de acuerdo con las proyecciones mostradas en este informe, el PIB per cápita será igual al del período 2013-2014.
La economía mundial, por su parte, sigue presentando escaso dinamismo en lo que respecta a la tasa de crecimiento del PIB y del comercio. Aunque la inflación ha disminuido a nivel mundial, las tasas de interés de las principales economías desarrolladas no se han reducido, por lo que los costos del financiamiento para las economías emergentes, incluyendo la región, se han mantenido elevados.
Por otro lado la Cepal, también mencionó que las economías de la región tienen un espacio fiscal reducido para abordar los múltiples desafíos que enfrentan los países; y que la ralentización del crecimiento económico pone en primer plano la persistencia de las debilidades estructurales que caracterizan a la región, como el bajo nivel de inversión pública y privada, una magra productividad, la predominancia de las economías informales y el insuficiente desarrollo de capital humano.
A esto, indicó, se suma el desafío que representa el cambio climático ya al cual la región es altamente vulnerable, por lo que la transición a economías bajas en carbono y la adaptación al cambio climático requieren un impulso a gran escala de la inversión. A su parecer, el cambio en la matriz energética y la adopción de nuevas tecnologías deben aprovecharse para promover el crecimiento económico y fomentar la formalización en la economía.
En su consideración, la inversión pública en infraestructura resiliente debe traducirse en un acervo de capital público capaz de proveer servicios económicos necesarios para promover la creación de economías dinámicas y competitivas. No obstante, está consciente de que las necesidades de inversión son inmensas y superan las capacidades macrofiscales actuales para satisfacerlas.
“Es necesario escalar las políticas de desarrollo productivo con una mirada en sectores estratégicos dinamizadores, impulsar políticas para promover la inversión pública y privada, y adecuar el marco de financiamiento para potenciar la movilización de recursos”, José Manuel Salazar-Xirinachs, secretario Ejecutivo de la Cepal.