Historias crudas de la NFL: De las conmociones a un caso de muerte
- 03/12/2024 14:30
- 03/12/2024 14:22
A pesar del poder económico de la NFL y de la tecnología, las conmociones cerebrales son una de las lesiones más recurrentes “Tuvo varias hemorragias cerebrales e inflamación del cerebro. Requirió de un tubo de drenaje para aliviar la presión y, luego de dos días de presión severa, optamos por una craneotomía. Fue el último recurso para intentar salvarle la vida”.
Así describió Dominece James la lucha de más de un mes contra la muerte de su hermano Medrick Burnett Jr. El apoyador apenas tenía 20 años cuando falleció el miércoles pasado.
Pintaba para cosas grandes desde su llegada al Alabama A&M Bulldogs del fútbol universitario estadounidense, pero nadie imaginó que un brutal golpe en la cabeza acabaría con todo.
Ocurrió el 26 de octubre, durante la derrota por 27-19 ante Alabama State Hornets, en el llamado ‘Magic City Classic’.
Dominece, hermana mayor de Burnett, emprendió una campaña de recaudación de fondos para pagar los gastos médicos. Reunió 60.000 dólares antes del deceso, el 27 de noviembre.
Ella compartió una fotografía del jugador de 1,88 metros de estatura y 102 kilos de peso, en la que se le ve en una cama de hospital rodeado de tubos, mangueras, con la cabeza vendada y un collarín que le inmoviliza el cuello.
“Era un joven extraordinario cuya energía positiva, liderazgo y compasión dejaron una marca indeleble en todos los que lo conocieron. Nos sentimos honrados por la fortaleza de su familia que estuvo a su lado durante esta terrible experiencia”, dijo el doctor Paul Bryant, director de atletismo de Alabama A&M.
El gran problema para los jugadores es que cuatro semanas después de sufrir una conmoción cerebral, ellos ya no presentan los síntomas característicos de esta lesión, escribió el doctor Chris Nowinski, cofundador y director de ‘Concussion Legacy Foundation’.
Nowinski fue jugador de fútbol americano de la Universidad de Harvard y ‘Concussion Legacy Foundation’ es una organización sin fines de lucro que lucha contra las conmociones cerebrales.
Las historias se repiten
El 28 de octubre pasado, dos días después del deceso de Medrick Burnett Jr., Jack Tuttle, mariscal de campo de 25 años de Michigan Wolverines, anunció la retirada luego de sufrir la quinta conmoción cerebral en su carrera universitaria.
“Necesito comenzar a dar prioridad a mi salud”, explicó.
Decisión que el 23 de octubre también tomó Grayson McCall, pasador de North Carolina State, quien padeció dos conmociones este año.
“Desafortunadamente mi sueño se truncó. He luchado contra lesiones toda mi carrera, pero esta es una de la que no puedo recuperarme. Los especialistas en neurología, mi familia y yo hemos decidido que lo mejor es retirarme”, anunció McCall, de 23 años.
En 2011, una lesión cerebral traumática causada por un golpe casco contra casco durante una práctica causó la muerte a Derek Sheely, de 22 años. Jugaba para la Universidad Estatal de Frostburg.
La familia denunció que, en lugar de recibir atención, un entrenador lo reprendió y presionó para seguir jugando. En 2016 la National Collegiate Athletic Association, que rige el fútbol universitario, llegó a un acuerdo por 1,2 millones de dólares con los demandantes.
Además, anunció un presupuesto de 70 millones de dólares para pruebas y diagnósticos de conmociones cerebrales. Pese a las medidas, Medrick Burnett falleció el miércoles pasado.
Asignaturas pendientes
La NCAA es el camino a la NFL, la liga profesional más rica del orbe. Los 32 equipos de ésta tienen un valor en conjunto de 190.000 millones de dólares, según la valoración de este año de Sportico, portal especializado en el mundillo de los negocios deportivos.
A pesar del poder económico de la NFL y de la tecnología, las conmociones cerebrales son una de las lesiones más recurrentes.
Una de las más dramáticas fue la que sufrió Trevor Lawrence, mariscal de campo de Jacksonville Jaguars, quien recibió el domingo un brutal golpe del apoyador Azeez Al-Shaair, de Houston Texans.
Lawrence se deslizó para evitar el contacto, pero Al-Shaair no eludió el impacto con la cabeza. El mariscal quedó tendido en el césped boca arriba con los brazos rígidos, una señal de conmoción.
“Gracias a todos los que se han acercado y han orado por mí. Estoy en casa y me siento mejor”, escribió el jugador horas después.
Fue la segunda conmoción del mariscal de campo de 25 años en su carrera, un número bajo respecto a compañeros de profesión como Denzel Ward, esquinero de Cleveland Browns, quien a los 27 años ha sufrido seis conmociones desde que llegó a la NFL en 2018.
Tua Tagovailoa, ‘quarterback’ de 26 años de Miami Dolphins, sufrió cuatro conmociones desde 2022. Pero no se plantea la retirada.
“Amo este juego hasta la muerte. Estoy dispuesto a asumir el riesgo. Si tienes un pensamiento de temor es momento de decir basta. Así que saldré al campo a disfrutar”, dijo en septiembre pasado.
Con apenas 24 años, Chris Olave, receptor de origen cubano de New Orleans Saints, ha sufrido cinco conmociones.
La tecnología reduce las lesiones
El 4 de octubre la NFL informó que gracias a las innovaciones en seguridad, las conmociones cerebrales cayeron en la pretemporada de este año a 44. Se trata del menor registro desde que se estudia esta lesión, en 2015, y equivale a un 24 % menos que el año pasado.
Además del ‘Guardian Cap’ (cubierta acolchonada encima del casco) que reduce la fuerza de los impactos, en septiembre pasado la NFL también afirmó que cuenta con 12 modelos de casco para una protección más personalizada en cada posición.
Entre ellos destacan tres variaciones para ‘quarterbacks’: ‘Vicis Zero2 Matrix’, ‘SpeedFlex Precision’ y ‘Axiom 3D’; y uno para linieros defensivos y ofensivos, ‘Vicis Zero2-R Trench’.
“El ritmo de la innovación es realmente el más alto que jamás hayamos visto”, subrayó Jeff Miller, vicepresidente de la NFL que supervisa la salud y seguridad de los jugadores.
Tecnologías y recursos que, aunque han reducido el índice de estas lesiones, aún están lejos de erradicarlas.
“Tuvo varias hemorragias cerebrales e inflamación del cerebro. Requirió de un tubo de drenaje para aliviar la presión y, luego de dos días de presión severa, optamos por una craneotomía. Fue el último recurso para intentar salvarle la vida”.
Así describió Dominece James la lucha de más de un mes contra la muerte de su hermano Medrick Burnett Jr. El apoyador apenas tenía 20 años cuando falleció el miércoles pasado.
Pintaba para cosas grandes desde su llegada al Alabama A&M Bulldogs del fútbol universitario estadounidense, pero nadie imaginó que un brutal golpe en la cabeza acabaría con todo.
Ocurrió el 26 de octubre, durante la derrota por 27-19 ante Alabama State Hornets, en el llamado ‘Magic City Classic’.
Dominece, hermana mayor de Burnett, emprendió una campaña de recaudación de fondos para pagar los gastos médicos. Reunió 60.000 dólares antes del deceso, el 27 de noviembre.
Ella compartió una fotografía del jugador de 1,88 metros de estatura y 102 kilos de peso, en la que se le ve en una cama de hospital rodeado de tubos, mangueras, con la cabeza vendada y un collarín que le inmoviliza el cuello.
“Era un joven extraordinario cuya energía positiva, liderazgo y compasión dejaron una marca indeleble en todos los que lo conocieron. Nos sentimos honrados por la fortaleza de su familia que estuvo a su lado durante esta terrible experiencia”, dijo el doctor Paul Bryant, director de atletismo de Alabama A&M.
El gran problema para los jugadores es que cuatro semanas después de sufrir una conmoción cerebral, ellos ya no presentan los síntomas característicos de esta lesión, escribió el doctor Chris Nowinski, cofundador y director de ‘Concussion Legacy Foundation’.
Nowinski fue jugador de fútbol americano de la Universidad de Harvard y ‘Concussion Legacy Foundation’ es una organización sin fines de lucro que lucha contra las conmociones cerebrales.
Las historias se repiten
El 28 de octubre pasado, dos días después del deceso de Medrick Burnett Jr., Jack Tuttle, mariscal de campo de 25 años de Michigan Wolverines, anunció la retirada luego de sufrir la quinta conmoción cerebral en su carrera universitaria.
“Necesito comenzar a dar prioridad a mi salud”, explicó.
Decisión que el 23 de octubre también tomó Grayson McCall, pasador de North Carolina State, quien padeció dos conmociones este año.
“Desafortunadamente mi sueño se truncó. He luchado contra lesiones toda mi carrera, pero esta es una de la que no puedo recuperarme. Los especialistas en neurología, mi familia y yo hemos decidido que lo mejor es retirarme”, anunció McCall, de 23 años.
En 2011, una lesión cerebral traumática causada por un golpe casco contra casco durante una práctica causó la muerte a Derek Sheely, de 22 años. Jugaba para la Universidad Estatal de Frostburg.
La familia denunció que, en lugar de recibir atención, un entrenador lo reprendió y presionó para seguir jugando. En 2016 la National Collegiate Athletic Association, que rige el fútbol universitario, llegó a un acuerdo por 1,2 millones de dólares con los demandantes.
Además, anunció un presupuesto de 70 millones de dólares para pruebas y diagnósticos de conmociones cerebrales. Pese a las medidas, Medrick Burnett falleció el miércoles pasado.
Asignaturas pendientes
La NCAA es el camino a la NFL, la liga profesional más rica del orbe. Los 32 equipos de ésta tienen un valor en conjunto de 190.000 millones de dólares, según la valoración de este año de Sportico, portal especializado en el mundillo de los negocios deportivos.
A pesar del poder económico de la NFL y de la tecnología, las conmociones cerebrales son una de las lesiones más recurrentes.
Una de las más dramáticas fue la que sufrió Trevor Lawrence, mariscal de campo de Jacksonville Jaguars, quien recibió el domingo un brutal golpe del apoyador Azeez Al-Shaair, de Houston Texans.
Lawrence se deslizó para evitar el contacto, pero Al-Shaair no eludió el impacto con la cabeza. El mariscal quedó tendido en el césped boca arriba con los brazos rígidos, una señal de conmoción.
“Gracias a todos los que se han acercado y han orado por mí. Estoy en casa y me siento mejor”, escribió el jugador horas después.
Fue la segunda conmoción del mariscal de campo de 25 años en su carrera, un número bajo respecto a compañeros de profesión como Denzel Ward, esquinero de Cleveland Browns, quien a los 27 años ha sufrido seis conmociones desde que llegó a la NFL en 2018.
Tua Tagovailoa, ‘quarterback’ de 26 años de Miami Dolphins, sufrió cuatro conmociones desde 2022. Pero no se plantea la retirada.
“Amo este juego hasta la muerte. Estoy dispuesto a asumir el riesgo. Si tienes un pensamiento de temor es momento de decir basta. Así que saldré al campo a disfrutar”, dijo en septiembre pasado.
Con apenas 24 años, Chris Olave, receptor de origen cubano de New Orleans Saints, ha sufrido cinco conmociones.
La tecnología reduce las lesiones
El 4 de octubre la NFL informó que gracias a las innovaciones en seguridad, las conmociones cerebrales cayeron en la pretemporada de este año a 44. Se trata del menor registro desde que se estudia esta lesión, en 2015, y equivale a un 24 % menos que el año pasado.
Además del ‘Guardian Cap’ (cubierta acolchonada encima del casco) que reduce la fuerza de los impactos, en septiembre pasado la NFL también afirmó que cuenta con 12 modelos de casco para una protección más personalizada en cada posición.
Entre ellos destacan tres variaciones para ‘quarterbacks’: ‘Vicis Zero2 Matrix’, ‘SpeedFlex Precision’ y ‘Axiom 3D’; y uno para linieros defensivos y ofensivos, ‘Vicis Zero2-R Trench’.
“El ritmo de la innovación es realmente el más alto que jamás hayamos visto”, subrayó Jeff Miller, vicepresidente de la NFL que supervisa la salud y seguridad de los jugadores.
Tecnologías y recursos que, aunque han reducido el índice de estas lesiones, aún están lejos de erradicarlas.