Hansi Flick, un certero catalizador en un ambiente en ebullición
- 26/02/2025 00:00
- 25/02/2025 17:29
El entrenador alemán ha sabido navegar en la turbulenta actualidad financiera del club catalán y en un ambiente de liga crispado con el arbitraje, posicionándose en los principales torneos Los entrenadores alemanes no son de los más solicitados para prestar sus servicios en el fútbol profesional, una demanda en la que argentinos y españoles exhibirían preferencias numéricas, si se contabilizara el número global de técnicos incorporados a los clubes y selecciones en las primeras categorías. Pero el técnico Hansi Flick se ha posicionado como un referente actual, al recuperar en el Barcelona la propuesta de juego ofensivo y el gusto colectivo por el juego atractivo, que distinguió al club catalán como marca de la casa.
No cabía en ninguna predicción futurista que el hombre que hundió en 2020 la época dorada del Barcelona y Messi, en Lisboa, Portugal, al propinarle un lapidario 8-2 en los cuartos de final de la Champions League dirigiendo al Bayer de Múnich (con el que ganó ese año el triplete: Champions League, Bundesliga y Copa Alemana), se convertiría en quien hoy aparece como su “salvador”, después de años de altibajos que le apuntaron como un club en crisis recurrente.
Menos si a ello se le suma que Flick venía de ser despedido como entrenador de la Selección de Alemania, a la que llevó al Mundial de Catar 2022 como una de las favoritas y salió por la puerta de atrás, eliminada tempranamente en la fase de grupos, y él quedando con un prestigio mermado.
La apuesta inesperada por Hansi hecha por el presidente del Barcelona, Joan Laporta, en mayo de 2024, que apartó de la dirección técnica a una de sus figuras históricas, Xavi Hernández, se vio como una jugada desleal que podría llevarle a Laporta a terminar su mandato, marcándole negativamente para cualquier posible vuelta al cargo, si no obtenía resultados inmediatos con el alemán.
El estilo serio de Flick, mesurado, reflexivo en sus declaraciones, abierto a la conversación con los directivos, con los jugadore siendo directo con lo que esperaba de cada uno, dando continuidad a la identidad futbolística del club y a la cantera de La Masia, han dado los frutos; el Barcelona cierra febrero con todos los frentes abiertos en 2025 en sus aspiraciones: Champions League, Liga española y Copa del Rey. Un año que inauguró logrando la Supercopa de España, su primer título con el Barcelona, al derrotar 5-2 al Real Madrid, el 12 de enero.
Acaba de cumplir 60 años el pasado lunes y sus códigos disciplinarios made in Germany son irrenunciables y cobijan a todos los jugadores, sean los más sobresalientes o los menos, quienes han llegado tarde a un entrenamiento, aunque sea por escasos minutos, han perdido la titularidad o la posibilidad de ella, apartados a la banca para el partido correspondiente. Ha sabido también torear las embestidas mediáticas del Real Madrid sobre el arbitraje sin eludir del todo el espinoso tema.
El redactor jefe de deportes, Joan Josep Pallas, del diario catalán La Vanguardia, se ha referido recientemente a él en una columna titulada “Flick, amor transversal”, con un reconocimiento sin ambivalencias al afirmar: “Entrados en la fase decisiva de la temporada, al Barca de Flick, que así debemos llamarle porque el sello del entrenador alemán es incuestionable, ya no le quedan fieles barcelonistas por convencer”.
Rematando su argumentación: “Es probable que Flick no lo sepa (ese es uno de sus encantos, desconocemos quién es y cómo piensa, como nos pasaba con Frank Rijkaard), pero lo que está logrando ha partido una barrera dura como el granito, la que separa a los seguidores culés entre los que se conforman con ganar (pocos, pero existen) y los que consideran que el estilo es tan sagrado que ganar sin desplegarlo es más triste que perder mostrándolo...”.
Ayer, en el empate 4-4 ante el Atlético de Madrid, en las semifinales de la Copa del Rey, quedó evidenciado que del Barcelona de Flick se seguirá hablando en 2025, aunque sea uno de los grandes ausentes del Mundial de Clubes en junio.
Los entrenadores alemanes no son de los más solicitados para prestar sus servicios en el fútbol profesional, una demanda en la que argentinos y españoles exhibirían preferencias numéricas, si se contabilizara el número global de técnicos incorporados a los clubes y selecciones en las primeras categorías. Pero el técnico Hansi Flick se ha posicionado como un referente actual, al recuperar en el Barcelona la propuesta de juego ofensivo y el gusto colectivo por el juego atractivo, que distinguió al club catalán como marca de la casa.
No cabía en ninguna predicción futurista que el hombre que hundió en 2020 la época dorada del Barcelona y Messi, en Lisboa, Portugal, al propinarle un lapidario 8-2 en los cuartos de final de la Champions League dirigiendo al Bayer de Múnich (con el que ganó ese año el triplete: Champions League, Bundesliga y Copa Alemana), se convertiría en quien hoy aparece como su “salvador”, después de años de altibajos que le apuntaron como un club en crisis recurrente.
Menos si a ello se le suma que Flick venía de ser despedido como entrenador de la Selección de Alemania, a la que llevó al Mundial de Catar 2022 como una de las favoritas y salió por la puerta de atrás, eliminada tempranamente en la fase de grupos, y él quedando con un prestigio mermado.
La apuesta inesperada por Hansi hecha por el presidente del Barcelona, Joan Laporta, en mayo de 2024, que apartó de la dirección técnica a una de sus figuras históricas, Xavi Hernández, se vio como una jugada desleal que podría llevarle a Laporta a terminar su mandato, marcándole negativamente para cualquier posible vuelta al cargo, si no obtenía resultados inmediatos con el alemán.
El estilo serio de Flick, mesurado, reflexivo en sus declaraciones, abierto a la conversación con los directivos, con los jugadore siendo directo con lo que esperaba de cada uno, dando continuidad a la identidad futbolística del club y a la cantera de La Masia, han dado los frutos; el Barcelona cierra febrero con todos los frentes abiertos en 2025 en sus aspiraciones: Champions League, Liga española y Copa del Rey. Un año que inauguró logrando la Supercopa de España, su primer título con el Barcelona, al derrotar 5-2 al Real Madrid, el 12 de enero.
Acaba de cumplir 60 años el pasado lunes y sus códigos disciplinarios made in Germany son irrenunciables y cobijan a todos los jugadores, sean los más sobresalientes o los menos, quienes han llegado tarde a un entrenamiento, aunque sea por escasos minutos, han perdido la titularidad o la posibilidad de ella, apartados a la banca para el partido correspondiente. Ha sabido también torear las embestidas mediáticas del Real Madrid sobre el arbitraje sin eludir del todo el espinoso tema.
El redactor jefe de deportes, Joan Josep Pallas, del diario catalán La Vanguardia, se ha referido recientemente a él en una columna titulada “Flick, amor transversal”, con un reconocimiento sin ambivalencias al afirmar: “Entrados en la fase decisiva de la temporada, al Barca de Flick, que así debemos llamarle porque el sello del entrenador alemán es incuestionable, ya no le quedan fieles barcelonistas por convencer”.
Rematando su argumentación: “Es probable que Flick no lo sepa (ese es uno de sus encantos, desconocemos quién es y cómo piensa, como nos pasaba con Frank Rijkaard), pero lo que está logrando ha partido una barrera dura como el granito, la que separa a los seguidores culés entre los que se conforman con ganar (pocos, pero existen) y los que consideran que el estilo es tan sagrado que ganar sin desplegarlo es más triste que perder mostrándolo...”.
Ayer, en el empate 4-4 ante el Atlético de Madrid, en las semifinales de la Copa del Rey, quedó evidenciado que del Barcelona de Flick se seguirá hablando en 2025, aunque sea uno de los grandes ausentes del Mundial de Clubes en junio.