Frente a Colombia en un duelo motivante
- 04/07/2024 00:00
- 03/07/2024 20:00
La característica de partido oficial y el pico futbolístico alcanzado por el conjunto cafetero, hacen del encuentro una oportunidad particular para que la selección panameña aumente su valoración Por la clasificación inédita a los cuartos de final, Panamá ha recibido como premio enfrentar a Colombia. Un reto que debe asumir el equipo con motivación y positivismo al ser una nueva oportunidad para mostrar el crecimiento del fútbol panameño representado en su selección, en un escenario relevante y ante una amplia audiencia televisiva. La característica de partido oficial y el pico futbolístico alcanzado por el conjunto cafetero, son un incentivo más para pretender una presentación que se valore; sobrepasan los riesgos de recibir un abultado marcador en contra por ser atrevidos.
Colombia llega sin discusión como favorita para ganar este partido, blandiendo con argumentos su postulación como firme candidata al título de la Copa América, sustentados en la demostración que hizo el martes ante Brasil en el empate 1-1 y en el inmaculado recorrido que tiene el ciclo bajo la dirección del entrenador argentino Néstor Lorenzo. Llevan 26 partidos invictos.
Pero si miramos el contexto general, Panamá se midió en la fase de grupos a Uruguay, incluida también en el círculo de los postulantes al título; con un planteamiento de juego diferente al colombiano, es similar en lo virtuoso y lo arrollador. Perdió 3-1, sin embargo, el equipo no desentonó, fue un digno oponente que puso incluso en aprietos en el segundo tiempo, a un rival claramente superior.
Esa actuación les impulsó para superar el rendimiento, manifestándose en las victorias sobre los Estados Unidos y Bolivia que la han convertido en el equipo revelación del torneo. Aparte de la alegría deportiva provocada por su clasificación, la Selección subió el listón para las posibles próximas Copa América a las que logre participar, en las cuales se le exigirá que una “buena presentación” se equipare o se asocie como mínimo, con volver a superar la fase de grupos.
La instancia alcanzada por el conjunto canalero tiene muchas aristas de satisfacción, alguna de ellas es la ratificación de que en el concierto centroamericano es, por su presente, la mejor selección de la región; aunado a una exposición de juego que le ha permitido dar la cara por la Concacaf, desentonada ante los fracasos de sus mayores exponentes: México y Estados Unidos, dos de los tres coanfitriones de la Copa Mundo y a solo dos años (2026) que se dispute ésta en territorio norteamericano.
Un panorama con ‘tiempos nublados’ en Concacaf, en el que Panamá con sus virtudes y limitaciones se ha ganado el respeto como lo muestran las declaraciones de Néstor Lorenzo al concluir el Brasil y Colombia: “Tendríamos que haber ganado, pero hay que seguir con los pies en la tierra, paso a paso. Panamá va a ser un rival duro”.
A ello debemos sumarle la capacidad del cuerpo técnico y los jugadores para sobreponerse al cúmulo de adversidades con la seguidilla de lesionados que eran piezas esenciales de su endamiaje, para los cuales encontraron soluciones que minimizaron los daños. Refleja que la plantilla cuenta con un nivel de calidad que invita a mantenerse positivos.
Ante Uruguay la dinámica del juego charrúa giró en torno a su principal figura Federico Valverde; contra Estados Unidos estuvo en Christian Pulisic; frente a Colombia el flujo del juego pasará esencialmente por James Rodríguez. Concentración, solidaridad de conjunto para defender y atacar, van a ser requerimientos clave para intentar romper las líneas de comunicación entre los colombianos. Por la dinámica de los cafeteros que privilegian con un 4-3-1-2 la técnica, el toque y el traslado del balón, los panameños podrían adaptarse tal vez mejor al juego que ante los uruguayos más directos y físicos ofensivamente.
Evitar desconexiones mentales que se provocan por el fragor del partido o la incitación del rival a cometerlas como la de Carrasquilla con los estadounidenses, la de Orlando Mosquera ante Bolivia o una patadita por allí en un tobillo de Murillo que no vio el árbitro (que no siempre dejará de ver), son momentos que pueden alterar abruptamente el juego en contra de sus propios intereses.
Si ante Colombia se miran en el espejo y optan por exponer las virtudes que los han llevado el sábado a jugar en el State Farm Stadium, en Glendale, Arizona, independientemente del resultado, la alegría y el orgullo que su actuación ha generado, seguirá creciendo en el corazón de los panameños, porque después del partido no habrá que reprocharse nada.
Por la clasificación inédita a los cuartos de final, Panamá ha recibido como premio enfrentar a Colombia. Un reto que debe asumir el equipo con motivación y positivismo al ser una nueva oportunidad para mostrar el crecimiento del fútbol panameño representado en su selección, en un escenario relevante y ante una amplia audiencia televisiva. La característica de partido oficial y el pico futbolístico alcanzado por el conjunto cafetero, son un incentivo más para pretender una presentación que se valore; sobrepasan los riesgos de recibir un abultado marcador en contra por ser atrevidos.
Colombia llega sin discusión como favorita para ganar este partido, blandiendo con argumentos su postulación como firme candidata al título de la Copa América, sustentados en la demostración que hizo el martes ante Brasil en el empate 1-1 y en el inmaculado recorrido que tiene el ciclo bajo la dirección del entrenador argentino Néstor Lorenzo. Llevan 26 partidos invictos.
Pero si miramos el contexto general, Panamá se midió en la fase de grupos a Uruguay, incluida también en el círculo de los postulantes al título; con un planteamiento de juego diferente al colombiano, es similar en lo virtuoso y lo arrollador. Perdió 3-1, sin embargo, el equipo no desentonó, fue un digno oponente que puso incluso en aprietos en el segundo tiempo, a un rival claramente superior.
Esa actuación les impulsó para superar el rendimiento, manifestándose en las victorias sobre los Estados Unidos y Bolivia que la han convertido en el equipo revelación del torneo. Aparte de la alegría deportiva provocada por su clasificación, la Selección subió el listón para las posibles próximas Copa América a las que logre participar, en las cuales se le exigirá que una “buena presentación” se equipare o se asocie como mínimo, con volver a superar la fase de grupos.
La instancia alcanzada por el conjunto canalero tiene muchas aristas de satisfacción, alguna de ellas es la ratificación de que en el concierto centroamericano es, por su presente, la mejor selección de la región; aunado a una exposición de juego que le ha permitido dar la cara por la Concacaf, desentonada ante los fracasos de sus mayores exponentes: México y Estados Unidos, dos de los tres coanfitriones de la Copa Mundo y a solo dos años (2026) que se dispute ésta en territorio norteamericano.
Un panorama con ‘tiempos nublados’ en Concacaf, en el que Panamá con sus virtudes y limitaciones se ha ganado el respeto como lo muestran las declaraciones de Néstor Lorenzo al concluir el Brasil y Colombia: “Tendríamos que haber ganado, pero hay que seguir con los pies en la tierra, paso a paso. Panamá va a ser un rival duro”.
A ello debemos sumarle la capacidad del cuerpo técnico y los jugadores para sobreponerse al cúmulo de adversidades con la seguidilla de lesionados que eran piezas esenciales de su endamiaje, para los cuales encontraron soluciones que minimizaron los daños. Refleja que la plantilla cuenta con un nivel de calidad que invita a mantenerse positivos.
Ante Uruguay la dinámica del juego charrúa giró en torno a su principal figura Federico Valverde; contra Estados Unidos estuvo en Christian Pulisic; frente a Colombia el flujo del juego pasará esencialmente por James Rodríguez. Concentración, solidaridad de conjunto para defender y atacar, van a ser requerimientos clave para intentar romper las líneas de comunicación entre los colombianos. Por la dinámica de los cafeteros que privilegian con un 4-3-1-2 la técnica, el toque y el traslado del balón, los panameños podrían adaptarse tal vez mejor al juego que ante los uruguayos más directos y físicos ofensivamente.
Evitar desconexiones mentales que se provocan por el fragor del partido o la incitación del rival a cometerlas como la de Carrasquilla con los estadounidenses, la de Orlando Mosquera ante Bolivia o una patadita por allí en un tobillo de Murillo que no vio el árbitro (que no siempre dejará de ver), son momentos que pueden alterar abruptamente el juego en contra de sus propios intereses.
Si ante Colombia se miran en el espejo y optan por exponer las virtudes que los han llevado el sábado a jugar en el State Farm Stadium, en Glendale, Arizona, independientemente del resultado, la alegría y el orgullo que su actuación ha generado, seguirá creciendo en el corazón de los panameños, porque después del partido no habrá que reprocharse nada.