Bolivia asfixia a sus rivales en El Alto
- 11/09/2024 00:00
- 10/09/2024 18:57
La designación del estadio con mayor altura sobre el nivel del mar, mostró sus atributos para los bolivianos en la eliminatoria y ha puesto a cuestionarse a sus próximos rivales La culminación de las jornadas eliminatorias de la Conmebol ha dejado servida la polémica por la utilización boliviana del Estadio Municipal El Alto, ubicado en la ciudad del mismo nombre, con el que han remplazado al Hernando Siles Reyes, de La Paz, que hasta noviembre del año pasado se utilizaba como sede regular para la selección andina.
El detonante lo ha provocado la inesperada victoria boliviana 4-0 sobre Venezuela y se espera que la ola de objeciones crezca a medida que se acerque el encuentro ante Colombia, del próximo 10 de octubre. En la competición deportiva se prefiere fungir de local porque ello conlleva sentirse respaldado por los suyos en un ambiente conocido, que motiva e impulsa. En el fútbol suele implicar además que a los rivales les cueste adaptarse al nuevo entorno y proyecta sobre el cuerpo arbitral una sospechosa mirada escrutadora, tendiente a buscar que sus decisiones nunca se inclinen al lado contrario.
También la condición de anfitrión otorga la escogencia del escenario y algunos atributos, con los que procuran todos obtener ventajas extras que regularmente se las “cobran” cuando se invierten los papeles. La decisión adoptada por la Federación Boliviana de Fútbol (FBF) provocó al principio algunas reticencias y comentarios adversos porque alteraba los ya complicados 3.660 metros de altura sobre el nivel del mar que implicaba jugar en el Hernando Siles, de La Paz, por los 4.150 metros de El Alto; agregando 490 metros de diferencia a las dificultades climáticas para los jugadores foráneos, que pueden desplazarse a una velocidad hacia el arco contrario, y encontrarse con dificultades notorias para regresar hacia su propio campo con la misma velocidad.
Sin embargo, los reparos en los medios de comunicación no alcanzaron un alto grado de sonoridad como para repercutir en contra al momento de la designación. El hecho de que la Conmebol avaló su utilización y tal vez, lo más visible, el pobre andar del seleccionado que participó en junio-julio pasado en la Copa América con más pena que aplausos, perdiendo los tres partidos y marchando a paso rezagado en el penúltimo lugar de las eliminatorias -con solo 3 puntos de los 21 disputados-, no impulsó en notoriedad la protesta. Bolivia blandía un perfil inofensivo.
Pero, el sonoro triunfo boliviano 4-0 sobre Venezuela, que se presentaba respaldada en su meritoria campaña durante el año, abrió el libro de quejas al materializar que tienen capacidad para sacar provecho máximo de esta nueva “opción” que le ofrece el escenario, y con ello, al sumar puntos, endosarse en perspectiva la posibilidad de meterse entre los candidatos al repechaje que algunos daban por descartado.
De mantenerse inexpugnable en El Alto, si a los puntos que tiene se le sumasen los 15 en juego, por los cinco partidos que aún debe jugar en casa, es probable que incluso se pudieran prender a uno de los últimos puestos directos, teniendo en cuenta que quienes hoy ocupan los puestos directos 5, 6 y el 7 para la repesca o repechaje internacional (a la Conmebol se le conceden seis cupos directos y uno de repechaje), lo están haciendo con cifras bajas y alcanzables en puntos con más de media eliminatoria aún por disputarse.
Y si no lo hiciese para beneficio propio, creció el temor de que uno de esos posibles resultados favorables a los bolivianos con un amplio marcador, puedan perjudicar a los otros seleccionados para clasificar o para una mejor posición al final de la eliminatoria de cara a la designación de las cabezas de serie, en los bombos que se estipulen para el sorteo del calendario del mundial 2026.
Se supone que quienes van a ejercer ahora mayor presión argumental en contra sobre la FIFA, el ente rector del fútbol mundial, serán Colombia, Paraguay, Uruguay, Chile y Brasil, las cinco selecciones que tienen pendientes jugar de visitantes ante los bolivianos, pretendiendo que la Conmebol revoque el aval dado al Estadio El Alto, inclinándose nuevamente por el Estadio Hernando Siles Reyes.
A quien esta vez le va a ser indiferente la polémica sobre los impactos de la altura será a Argentina, líder de la eliminatoria, quien ya les ganó de visitante 3-0 en el Hernando Siles Reyes, y cuyo segundo encuentro frente a ellos lo hará en Buenos Aires, su feudo.
¿Contener los extremos? Jugar en el Hernando Siles Reyes generó en décadas pasadas encendidas protestas de las principales selecciones suramericanas por la altura de La Paz; allí cayeron derrotadas en alguna ocasión todas las selecciones suramericanas. Sin que ello haya significado una presencia permanente de Bolivia en los mundiales. Solo han asistido a tres mundiales y el último data de 1994 cuando se celebró en Estados Unidos, derrotando en la eliminatoria suramericana 2-0 a Brasil, que sería posteriormente el campeón mundial. De conseguir clasificarse para 2026, habrán pasado desde entonces 32 años.
Una de las frases célebres que se recuerdan de lo que implica jugar en la altura hizo carrera pública y salió de la boca de Daniel Pasarella, por entonces entrenador de Argentina en las eliminatorias para Francia 98: “En la altura la pelota no dobla”, para señalar las dificultades con la dirección esperada del balón y el control del mismo por los jugadores, aparte de las dificultades para una respiración “normal”. Bolivia le ganaría a la albiceleste 2-1 en La Paz, el 2 de abril de 1997.
En 2009, Argentina, con Messi en el campo de juego y dirigida por Diego Maradona, perdería en La Paz frente a Bolivia 6-1, la segunda mayor goleada recibida por los argentinos desde el mundial de 1958 cuando cayeron frente a Checoslovaquia por el mismo marcador. Maradona no se quejaría de la altura para no contradecirse, pues anteriormente había apoyado a su amigo Evo Morales, entonces presidente boliviano, en su reclamación para anular la sentencia de la FIFA que estipulaba la prohibición a jugar partidos a más 2.700 metros de altura, lo que efectivamente lograrían.
Los bolivianos consideran acertada la designación de El Alto dentro de sus derechos, teniendo de su parte el argumento de que allí se celebran los partidos del equipo local Always Ready en su participación en la Copa Libertadores y Suramericana; los torneos de los clubes bajo el paraguas de la Conmebol.
Entre otros ejemplos comparativos, Ecuador apela a la altura de Quito, donde siente que saca mayor provecho que al jugar en Guayaquil; Colombia se ha inclinado por Barranquilla en la que el calor sofocante y la gente, según las estadísticas, le son más provechosas que en Bogotá; Estados Unidos, en las eliminatorias anteriores de la Concacaf, ha recurrido a sedes donde la bajas temperaturas, la visibilidad y la nieve en el campo no deberían haberse aprobado, etc. Se presenta como sensato una regulación clara en este sentido, aunque hacerla progresar se encuentra con intereses encontrados. Bolivia se ha instalado en El Alto, el estadio suramericano más encumbrado sobre el nivel del mar, convencerlos a retroceder hoy no parece tarea fácil.
La culminación de las jornadas eliminatorias de la Conmebol ha dejado servida la polémica por la utilización boliviana del Estadio Municipal El Alto, ubicado en la ciudad del mismo nombre, con el que han remplazado al Hernando Siles Reyes, de La Paz, que hasta noviembre del año pasado se utilizaba como sede regular para la selección andina.
El detonante lo ha provocado la inesperada victoria boliviana 4-0 sobre Venezuela y se espera que la ola de objeciones crezca a medida que se acerque el encuentro ante Colombia, del próximo 10 de octubre. En la competición deportiva se prefiere fungir de local porque ello conlleva sentirse respaldado por los suyos en un ambiente conocido, que motiva e impulsa. En el fútbol suele implicar además que a los rivales les cueste adaptarse al nuevo entorno y proyecta sobre el cuerpo arbitral una sospechosa mirada escrutadora, tendiente a buscar que sus decisiones nunca se inclinen al lado contrario.
También la condición de anfitrión otorga la escogencia del escenario y algunos atributos, con los que procuran todos obtener ventajas extras que regularmente se las “cobran” cuando se invierten los papeles. La decisión adoptada por la Federación Boliviana de Fútbol (FBF) provocó al principio algunas reticencias y comentarios adversos porque alteraba los ya complicados 3.660 metros de altura sobre el nivel del mar que implicaba jugar en el Hernando Siles, de La Paz, por los 4.150 metros de El Alto; agregando 490 metros de diferencia a las dificultades climáticas para los jugadores foráneos, que pueden desplazarse a una velocidad hacia el arco contrario, y encontrarse con dificultades notorias para regresar hacia su propio campo con la misma velocidad.
Sin embargo, los reparos en los medios de comunicación no alcanzaron un alto grado de sonoridad como para repercutir en contra al momento de la designación. El hecho de que la Conmebol avaló su utilización y tal vez, lo más visible, el pobre andar del seleccionado que participó en junio-julio pasado en la Copa América con más pena que aplausos, perdiendo los tres partidos y marchando a paso rezagado en el penúltimo lugar de las eliminatorias -con solo 3 puntos de los 21 disputados-, no impulsó en notoriedad la protesta. Bolivia blandía un perfil inofensivo.
Pero, el sonoro triunfo boliviano 4-0 sobre Venezuela, que se presentaba respaldada en su meritoria campaña durante el año, abrió el libro de quejas al materializar que tienen capacidad para sacar provecho máximo de esta nueva “opción” que le ofrece el escenario, y con ello, al sumar puntos, endosarse en perspectiva la posibilidad de meterse entre los candidatos al repechaje que algunos daban por descartado.
De mantenerse inexpugnable en El Alto, si a los puntos que tiene se le sumasen los 15 en juego, por los cinco partidos que aún debe jugar en casa, es probable que incluso se pudieran prender a uno de los últimos puestos directos, teniendo en cuenta que quienes hoy ocupan los puestos directos 5, 6 y el 7 para la repesca o repechaje internacional (a la Conmebol se le conceden seis cupos directos y uno de repechaje), lo están haciendo con cifras bajas y alcanzables en puntos con más de media eliminatoria aún por disputarse.
Y si no lo hiciese para beneficio propio, creció el temor de que uno de esos posibles resultados favorables a los bolivianos con un amplio marcador, puedan perjudicar a los otros seleccionados para clasificar o para una mejor posición al final de la eliminatoria de cara a la designación de las cabezas de serie, en los bombos que se estipulen para el sorteo del calendario del mundial 2026.
Se supone que quienes van a ejercer ahora mayor presión argumental en contra sobre la FIFA, el ente rector del fútbol mundial, serán Colombia, Paraguay, Uruguay, Chile y Brasil, las cinco selecciones que tienen pendientes jugar de visitantes ante los bolivianos, pretendiendo que la Conmebol revoque el aval dado al Estadio El Alto, inclinándose nuevamente por el Estadio Hernando Siles Reyes.
A quien esta vez le va a ser indiferente la polémica sobre los impactos de la altura será a Argentina, líder de la eliminatoria, quien ya les ganó de visitante 3-0 en el Hernando Siles Reyes, y cuyo segundo encuentro frente a ellos lo hará en Buenos Aires, su feudo.
Jugar en el Hernando Siles Reyes generó en décadas pasadas encendidas protestas de las principales selecciones suramericanas por la altura de La Paz; allí cayeron derrotadas en alguna ocasión todas las selecciones suramericanas. Sin que ello haya significado una presencia permanente de Bolivia en los mundiales. Solo han asistido a tres mundiales y el último data de 1994 cuando se celebró en Estados Unidos, derrotando en la eliminatoria suramericana 2-0 a Brasil, que sería posteriormente el campeón mundial. De conseguir clasificarse para 2026, habrán pasado desde entonces 32 años.
Una de las frases célebres que se recuerdan de lo que implica jugar en la altura hizo carrera pública y salió de la boca de Daniel Pasarella, por entonces entrenador de Argentina en las eliminatorias para Francia 98: “En la altura la pelota no dobla”, para señalar las dificultades con la dirección esperada del balón y el control del mismo por los jugadores, aparte de las dificultades para una respiración “normal”. Bolivia le ganaría a la albiceleste 2-1 en La Paz, el 2 de abril de 1997.
En 2009, Argentina, con Messi en el campo de juego y dirigida por Diego Maradona, perdería en La Paz frente a Bolivia 6-1, la segunda mayor goleada recibida por los argentinos desde el mundial de 1958 cuando cayeron frente a Checoslovaquia por el mismo marcador. Maradona no se quejaría de la altura para no contradecirse, pues anteriormente había apoyado a su amigo Evo Morales, entonces presidente boliviano, en su reclamación para anular la sentencia de la FIFA que estipulaba la prohibición a jugar partidos a más 2.700 metros de altura, lo que efectivamente lograrían.
Los bolivianos consideran acertada la designación de El Alto dentro de sus derechos, teniendo de su parte el argumento de que allí se celebran los partidos del equipo local Always Ready en su participación en la Copa Libertadores y Suramericana; los torneos de los clubes bajo el paraguas de la Conmebol.
Entre otros ejemplos comparativos, Ecuador apela a la altura de Quito, donde siente que saca mayor provecho que al jugar en Guayaquil; Colombia se ha inclinado por Barranquilla en la que el calor sofocante y la gente, según las estadísticas, le son más provechosas que en Bogotá; Estados Unidos, en las eliminatorias anteriores de la Concacaf, ha recurrido a sedes donde la bajas temperaturas, la visibilidad y la nieve en el campo no deberían haberse aprobado, etc. Se presenta como sensato una regulación clara en este sentido, aunque hacerla progresar se encuentra con intereses encontrados. Bolivia se ha instalado en El Alto, el estadio suramericano más encumbrado sobre el nivel del mar, convencerlos a retroceder hoy no parece tarea fácil.