• 01/02/2024 00:00

Si no es ahora, ¿cuándo?

Este año bisiesto es año de elecciones para la mitad del planeta, entre ellos el nuestro. Se aproximan vientos tormentosos con marejadas de desinformación, distorsiones y mentiras. La utilización de la inteligencia artificial como arma de confusión será otro ingrediente de la tormenta perfecta que está por desatarse.

La mal llamada sociedad de la información no ha sido tal, solo un espejismo en un mar de relatos que ha logrado empobrecer nuestra atención. Es ahora el momento de vislumbrar el daño profundo que las redes sociales han causado a las sociedades democráticas. La información que recibimos nos sirve para tomar decisiones políticas y nos permite comprender nuestra realidad.

Vivimos en un momento de metamorfosis global, donde los menos escrupulosos con la verdad son quienes abogan por la absoluta libertad de expresión en las redes. Los procesos democráticos han entrado en crisis y los políticos de hoy deben comprender que hasta las mejores soluciones del pasado han envejecido y existe una lucha por dar vida a algo nuevo.

Como señaló Gramsci “La sociedad entra en crisis cuando lo viejo no termina de morir y lo nuevo no termina de nacer”. También nos dijo que en esos momentos de incertidumbre nacen los monstruos. Hoy día, tanto en el norte como en el sur, los lobos de la moderna barbarie se posicionan en el poder bajo el manto de defender la libertad, para luego con su autoritarismo acabar asesinándola.

Es mi parecer que gran parte de la sociedad, en especial los jóvenes, se sienten desorientados, lo que les provoca un sentimiento de desamparo y orfandad. La sociedad en general y en especial las nuevas generaciones corren peligro de ser envenenadas por las argucias de falsos profetas de la libertad que más que acabar con las injusticias sociales lograrán una trágica recaída humanística.

No podemos renunciar a luchar por una sociedad más justa, menos desigual y con oportunidades para todos. Debemos aprender a conjugar libertad con igualdad, las dos propuestas por separado no logran la tan ansiada justicia social. La historia nos enseña que la verdad nunca está en los extremos, sino en el centro, la paz necesita de equilibrio.

Para poder avanzar debemos prestar más atención a nuestro entorno y no tropezarnos con los lobos de siempre. La ausencia de foco y la poca atención que prestamos a las cuestiones cruciales que afectan nuestras vidas, son el combustible que impulsa la avaricia y ansias de poder de los lobos de la política que en el caso de nuestro país ya ni se molestan en disfrazarse de ovejas.

Es el momento de pensar un propósito de cambio común que siente las bases de un nuevo contrato social y le quitemos a los políticos las herramientas con que cuentan hoy día para enriquecerse a costa de la estabilidad misma de nuestra sociedad.

Para la toma de decisiones se necesita información confiable, asumamos nuestra obligación de informarnos con hechos contrastados. Debemos mejorar nuestra relación ciudadana con la información que está minando nuestra confianza. Dejemos de ser consumidores de falsas y no contrastadas noticias que circulan por las redes y mucho menos ser propagadores de la basura que llega a nuestras manos. Seamos responsables de a qué damos credibilidad y mucho más de lo que reenviamos a otros.

Se ha dicho muchas veces que el cambio comienza por uno mismo, y la interrogante que corresponde enfrentar en estos momentos de crisis es: ¿Si no eres tú, entonces quién? ¿Si no es ahora, cuándo?

El autor es docente universitario
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