• 22/03/2018 01:01

Dones, valores y carácter

‘[...] Guillermo Ford Boyd (...), caballero a carta cabal que no solo inyectó coraje a sus compañeros de lucha [...]'

Dentro de los muchos valores que el Creador confirió a los seres humanos —sus criaturas— está el de dotar a algunas de ellas de una capacidad especial para transmitir sus sentires a sus interlocutores de una manera tan directa que resulta no solo la entrega de un pedazo de alma sino una revelación iluminadora.

Ese fue el don otorgado a Guillermo Ford Boyd (Billy, el Gallo Ronco), caballero a carta cabal que no solo inyectó coraje a sus compañeros de lucha en el empeño por alcanzar una mejor calidad de vida moral para sus compatriotas, a través del ejercicio decente de la política, sino que en el camino esparcía razones para sentir la alegría de vivir, a pesar de las adversidades que se padecieran.

Para la legión de sus amigos, allegados, copartidarios, compañeros de gremios, familiares y gente de contacto casual que tuvieran el privilegio de tratarlo, su actuar siempre fue un punto de referencia para hallar la mejor manera de superar un trance, pensando en la forma en que él lo encararía, en un todo apegado a sus convicciones y valores. No había espacio para el doblez.

Por el metal de su carácter, a veces fue incomprendido cuando formulaba observaciones, censuras, contradicciones, a personas a quienes él había apoyado —e incluso mayormente seguía apoyando—, aunque siempre lo hacía con respeto, hasta para con sus acérrimos adversarios. Si eso fue un rasgo de su personalidad, el de su generosidad fue tal que a veces sus allegados le reclamaron el porqué cedía a otro compañero la prominencia en un encuentro con grupos, cuando las reuniones se habían convocado por el atractivo de su figura y no por el de otro. Su intención, sin embargo, no era figurar sino aglutinar y ganar adhesiones y amistades, aun a expensas del sacrificio de un merecido protagonismo. En ese espíritu de compañerismo, amistad, y servicio, emprendió las diligencias que fueren necesarias para corresponder a una propuesta, a una iniciativa, o a una solicitud, sin dejar de comunicar al proponente, o al recurrente, el resultado de la diligencia.

No hay duda de que su ausencia por defunción se hizo sentir en el ámbito político, no solo en el de sus simpatizantes, adversarios y neutrales, sino hasta como fuente de noticias en medios de comunicación. Esa fue la dimensión de su estatura. No obstante, de alguna manera se ha quedado presente el legado de su comportamiento, igual al de otros de sus compañeros de aquel Partido Molirena que también han sido llevados al encuentro con el Creador.

Él tuvo una visión y una ilusión de hacer un mejor país a través del grupo inicial del Molirena —en donde militaban y trabajaban como él un número selecto de panameños— y utilizó una oportunidad de avanzar en su cristalización cuando fue uno de los vicepresidentes del presidente Endara. Este empeño lo continuó acompañando nuevamente al arnulfista, con quien se hizo un gran amigo, en otra campaña electoral, aunque en tal ocasión Endara no fue respaldado por el Molirena que tenía una nueva dirigencia. Sin embargo, tal desapoyo no fue óbice para que el ‘Gallo (símbolo de Molirena) Ronco' continuara persiguiendo una ilusión que sentía identificada con la candidatura de Cuchungo. Una vez más surgió la inalterabilidad de su carácter en el marco de una franqueza sin ambages y una amistad sin vaivenes.

Como corolario de su deceso, presentido por su larga enfermedad, quedó el recuerdo de su hidalguía, de su don de gentes y amistad, y la certeza de un reencuentro en la otra vida auspiciado por Dios, que lo sustrajo de la terrenal el día de San José, patrono de la buena muerte. En un nuevo aniversario de su muerte, ese 19 de marzo, deviene estimulante y edificante recordar a sobresalientes patriotas connacionales con idealismos vigentes.

INGENIERO CIVIL.

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