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- 25/09/2024 00:00
Colina violenta
Las noticias desagradables asombran porque provienen de la Universidad de Panamá. Se refieren a una serie de actos y acciones vandálicas en el auditorio José Dolores Moscote, sede de importantes actividades académicas y culturales en esa primera casa de estudios. Ahora ha sido escenario de hechos que impresionan por su gravedad y que afectan a toda la comunidad que concurre a sus aulas, talleres y laboratorios.
Hace algunas semanas nos habíamos referido a otro incidente en las edificaciones de la Facultad de Economía y nos preocupó, porque era el detonante de nuevas muestras de violencia, que ahora tuvieron lugar en uno de sus sitios memorables. Esto representa un terrible precedente, porque connota que este clima se extenderá alrededor de la colina y pondrá en peligro la seguridad de gente no vinculada con las diferencias de grupos políticos.
El estatus de autonomía de la Universidad de Panamá impide la investigación judicial y de los organismos del Ministerio Público dentro de sus instalaciones. Los equipos responsables de la seguridad interna, por lo general, no se ubican en los lugares donde ocurren estas vicisitudes y resulta estéril darle seguimiento a estos desaciertos que generan una mala impresión de las importantes tareas académicas.
No importa cuán insignificante pueda ser un enfrentamiento entre grupos políticos, tan solo de que haya oportunidad que ocurra, nos remite a la peor época de tales diferencias a finales del siglo XX. Aún se recuerda las pugnas que terminaron con el Paraninfo en llamas o ver a dirigentes armados con ametralladoras en el estacionamiento de la Facultad de Humanidades y hasta intercambio de disparos que atemorizaron a la población universitaria.
A menudo, cuando ocurren tales conflictos, personajes externos se aprovechan para dar apoyo de todo tipo a los sectores en pugna y no tienen escrúpulos hasta para aportar elementos peligrosos; además, siembran mensajes ideológicos en la mente de los imberbes que se suman a las aparentes diferencias intestinas y que desconocen que una universidad es el contexto para el intercambio y discusión razonada de posiciones políticas, aunque sean encontradas.
Las tareas cotidianas aquí en la academia tienden a crear conocimientos, a preparar carreras de un sinfín de áreas y basan su importancia en consolidar a las nuevas generaciones. La visión política no está fuera de las enseñanzas, pero lo importante es ingresar en el contexto de las variantes que a través de la historia han tenido insignes pensadores y científicos. Todo esto brinda un instrumental para la satisfactoria interpretación de la realidad.
Este es el nivel de trabajo en el que deben funcionar las lecciones y lograr que el estudiantado asimile teóricamente ese contenido. Sin embargo, las escuelas políticas propician la generación de una atmósfera de inseguridad y de desconocimiento o falta de tolerancia con la promoción de las diferentes opciones filosóficas que han surgido a través del tiempo.
Por esa razón, toda violencia en los claustros universitarios constituye un mal ejemplo de convivencia, que por lo contrario debe ser pacífica, con la finalidad de crear condiciones para alcanzar una óptima formación. Los profesores y las autoridades deben colaborar en la orientación del sector estudiantil sobre las mejores formas de cooperación y de fortalecimiento de las redes de trabajo. Además, debe consolidarse aquí el acervo cultural individual.
No hay que dar espacio a las muestras de intimidación o terrorismo en las instalaciones que pertenecen a la entidad y su población, prácticas que son propias de delincuentes. Cada estudiante, profesor y académico debe ser consciente de que ese mal ambiente no tiene lugar en el espacio cotidiano de cumplimiento de tareas. Es impensable destruir el patrimonio que se ha logrado con mucho esfuerzo.
Destruir, eliminar, impedir, rayar son verbos imposibles de utilizar para resolver las diferencias en el ámbito al que todos concurren para alcanzar la preparación que necesita el país. Que disminuyan las contradicciones y aflore el espíritu universitario: unidad en la diversidad.