Las atletas indígenas istmeñas anhelan ser descubiertas

Actualizado
  • 28/12/2020 00:00
Creado
  • 28/12/2020 00:00
Desde que escribí sobre el deporte en nuestra región indígena, me quedó la curiosidad de conocer los esfuerzos de las organizaciones para sumar a este grupo
El canalete o remo es una de las actividades naturales que realizan las indígenas panameñas, por lo que sus brazos están fortalecidos.

La pandemia de covid-19 pospuso por un año la celebración de los Juegos Olímpicos de Tokio y, por ende, el inicio del próximo ciclo olímpico.

Este inesperado retraso, irónicamente da la oportunidad de reorientar nuestro futuro deportivo.

Estoy consciente de que es furiosamente necesario cambiar el mamotreto jurídico que hoy reglamenta el deporte, porque cualquier esfuerzo que se haga para cambiar, sería inútil sin ello.

No obstante, para que ello acontezca pasará algo de tiempo y, mientras se cumple, la cita de Tokio se habrá realizado y volveríamos a un punto cero, para iniciar un nuevo periodo de actividades regionales.

Es decir, las manecillas del reloj jamás se detendrán.

Es aquí donde siento que algunas organizaciones deportivas podrían empezar un verdadero trabajo de reclutamiento, y dejar de comportarse como si se tratase de un club social en torno a solo un puñado de personas.

Desde la última vez que escribí sobre la actividad deportiva en nuestra región indígena, a propósito del Día Internacional de la Mujer Indígena en septiembre pasado, me quedó la curiosidad de conocer sobre los esfuerzos que realizan las diversas organizaciones para sumar a este importante grupo.

Si bien en los Juegos Indígenas Ancestrales que se realizan anualmente en Panamá no participan atletas de alto rendimiento per se, sí lo hace un grupo de jóvenes con cualidades interesantes para varios deportes.

En esa línea, las organizaciones responsables del tiro con arco podrían aprovechar los dones innatos de las deportistas gunas, mientras que los encargados del canotaje podrían hacerlo con las expertas emberá, y la lucha, las pesas y el atletismo con las etnias ngäbe y buglé.

Estoy claro de que la ley del menor esfuerzo está enquistada en la mayoría de las entidades deportivas, pero en sus perezosas manos pongo estas consideraciones de gran valor.

Tal vez el caso más fehaciente en los últimos años es el de la patinadora guna Sarideth Solís, quien en 2019 viajó a Europa para participar en las maratones de París y Berlín.

Al final, en la media maratón de velocidad de París ocupó el puesto número 80 entre 173 participantes y el sexto en la categoría senior femenino, mientras que en la maratón de Berlín llegó en el puesto número 221, aunque el 49 entre las damas.

Sarideth, de 24 años, dijo a los medios locales que recibió muy poco apoyo para estar presente en ambas competiciones, lo que nos lleva a una pregunta en voz alta:

¿Qué tal si se le observa con ojos más escrutadores, para saber si en verdad tiene las cualidades necesarias para destacar en esta disciplina?

Conocimiento y aptitudes

“No es solo ver las aptitudes de una atleta, sino conocer dónde las desarrolla en su diario vivir”, señaló Jocabed Solano.

Solano, originaria de Guna Yala, siente que la mujer indígena tiene genética para el deporte, pero es importante el apoyo de las federaciones y del gobierno.

“Capacidades genéticas tenemos. Las mujeres ngäbes son fuertes en sus piernas, (porque) suben montañas, en tanto que las emberá y gunas lo son con el canalete (remo), porque poseen fuertes brazos”, precisó.

“Si observamos a la mujer gnäbe, nos damos cuenta de que podrían ser buenas para la lucha olímpica, las pesas o de repente para el lanzamiento del disco, la impulsión de la bala o la jabalina”, añadió.

Solano, hoy de 36 años, aporta un ejemplo personal. “Corrí por mucho tiempo porque para ir a la escuela primaria en Guna Nega había que caminar o correr, entonces cuando fui a las competencias de mi colegio, el Fermín Naudeau, gané medallas fácilmente en distancias largas porque estaba preparada para ello”.

Reflexionó que, en materia deportiva, los indígenas no cuentan con las oportunidades de otros grupos.

“Los dirigentes no se han puesto a pensar que las mujeres gunas son muy buenas en el remo, donde Panamá no tiene ninguna medalla en competencias regionales, a pesar de que tenemos mucho mar y ríos”, matizó.

Planificación y apoyo

Por su parte, el educador físico Narciso Orán, quizá la más grande figura deportiva indígena, está convencido de que sus coterráneos son un diamante en bruto, pero hace falta una planificación y, principalmente, apoyo.

“Para empezar a trabajar debes de tener en la mano un proyecto y después reunir a los jóvenes y escoger a los más talentosos, teniendo en cuenta su educación, alimentación y el apoyo social, porque si no le das eso, perderías el tiempo”, detalló.

Recordó que en una ocasión estuvo en el sector indígena de Bocas del Toro y observó la constitución de los ngäbe buglé y quedó positivamente sorprendido.

“Tienen un biotipo especial, fuerte, mucho más que los gunas, que solo se alimentan de pescado y coco, mientras que ellos por estar en el campo, lo hacen con yuca, plátano y otras legumbres y frutas”, apuntó.

Coincidió con Solano en que tanto las federaciones como Pandeportes deben visitar las comarcas, porque ese sector representa un grupo de atletas muy poco explorado.

El juego de la soga es muy popular en los Juegos Indígenas Ancestrales, que permite mostrar la fortaleza de brazos y piernas de los participantes.

“Hacen falta muchos incentivos y apoyo para estos muchachos, pero primero es necesario que las organizaciones se metan (en la comunidad) para promover el deporte individual, como la lucha, el boxeo y el ajedrez, etc.”, destacó.

Orán, medallista de plata en la competición de pesas de los Panamericanos de México (1975), está dedicado desde su retiro en 1986 a la preparación de jóvenes gunas en ese deporte, pero no ha sido fácil.

En un principio, el expesista se trasladó a su natal isla de San Ignacio de Tupile, donde armó un gimnasio en un rancho y comenzó a entrenar a varios chicos, visualizando a partir de allí que podrían obtenerse muchas satisfacciones.

Sin embargo, la falta de apoyo de las autoridades nacionales no le permitió seguir ese trabajo, por lo que sus estudiantes, niñas entre ellos, se desanimaron y dejaron la práctica de las pesas.

“Las jóvenes se trasladaron a la capital y los muchachos se dedicaron a otra cosa, lamentablemente”, expresó.

“Todo se basa en planificación, pero siempre que vaya de la mano con el apoyo de las organizaciones deportivas y del gobierno, porque si no es muy posible que fracases”, concluyó Orán.

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