La burla sin remordimiento
- 19/08/2024 00:00
- 17/08/2024 14:48
Desde el inicio de los tiempos la mayoría de los gobernantes se han beneficiado por el uso y abuso del poder, ellos y sus más cercanos allegados. Gobierno tras gobierno durante los últimos 25 años tiene cuentas pendientes sobre la transparencia de sus gestiones [...] Las denuncias del presidente José Raúl Mulino en su conferencia de prensa del pasado jueves 15 de agosto, con respecto al aparente mal uso de millones de balboas de los fondos públicos, sin controles ni informes, desajustan la tranquilidad emocional del más tranquilo de los seres humanos.
Rescato algunos párrafos publicados hace una década con el objetivo de subrayar el poco importa la responsabilidad de gobernar, con principios y decencia, alejados de las enseñanzas históricas mientras se maneja una cuota de poder. Los abusos de funcionarios durante las últimas cuatro administraciones dan cuenta de una conducta de burla que los ha llevado a cometer actos de corrupción.
Desde el inicio de los tiempos la mayoría de los gobernantes se han beneficiado por el uso y abuso del poder, ellos y sus más cercanos allegados. Gobierno tras gobierno durante los últimos 25 años tiene cuentas pendientes sobre la transparencia de sus gestiones y, si los anteriores nos indignaron, estos, los que acaban de salir, han establecido la marca que creo será difícil superar.
Queda uno pasmado con solo pensar en la cantidad de personas que pareciera haber cometido delitos que los lanzaría a la cárcel si la justicia atendiera las investigaciones hasta las últimas consecuencias. Pensaríamos que alguien se hubiera preocupado por sonar la voz de alarma desde adentro de esos círculos. Esa preocupación siempre hay que tenerla al momento de que alguien te haga un planteamiento que huele o se siente a delito.
Los políticos sabios (y de esos hay pocos en este país), también debieran conocer, por ejemplo, todos los encausamientos a figuras de alto nivel e incluso gobernantes latinoamericanos que se han dado en las últimas décadas. Por lo menos debemos asumir que el primer mandatario de la nación tenga a bien, en su estructura intelectual, los desafíos que han experimentado sus similares alrededor del mundo en materia de trasparencia y rendición de cuentas.
Como historia reciente, el caso Wartergate, para cualquier mandatario con afinidad a los Estados Unidos, es materia obligada. Es un ejercicio obligatorio para cada político, el conocimiento de la historia política y los desafíos de gobernar ante las tentaciones. Y es obligatorio que conozcan sus limitaciones, sus más íntimas debilidades como ser humano y sus taras personales; controlarlos para no enredarlos en las cosas del manejo del Estado.
Haciendo las comparaciones generales de dos presidentes (Richard Nixón de Estados Unidos y Ricardo Martinelli de Panamá), cuyas gestiones han sido muy cuestionadas, Nixon perdió las elecciones de 1964 por un estrecho margen. Ricardo Martinelli perdió las elecciones del 2004 con el 5.3 por ciento de los electores. Nixon ganó su segundo mandato con más del 60 por ciento del voto, Martinelli llegó a la Presidencia con igual margen en el 2009
Nixon poco le interesaba los asuntos domésticos de los Estados Unidos, a pesar de lo difícil de los cambios sociales y el rechazo a la guerra de Vietnam. Creía que su legado se lograría en los asuntos de carácter mundial (La apertura con China, sus negociaciones con la Unión Soviética para el tratado SALT 1 (Strategic Arms Limitation Talks) para el control de armamento estratégico nuclear, y entre otros asuntos, consideraba seriamente la negociación para un nuevo tratado con Panamá que le devolvería la soberanía sobre todo su territorio y entregaría el Canal a Panamá en un tiempo perentorio.
Para Martinelli a nivel internacional la cosa era hacer negocios. En su primer discurso en la ONU en septiembre de 2009 finalizó diciendo “We are open for business”. Prefirió la confrontación diaria y los dimes y diretes con cualquiera en la calle, las redes sociales y en los medios.
Watergate fue un evento muy complejo que puso en evidencia un sin número de delitos de Nixon y sus colaboradores. Y puso en evidencia ese mundo fantasioso en que se sumergen los que creen tener poder.
Sobre los expresidentes Juan Carlos Varela y Laurentino “Nito” Cortizo el tiempo dará cuenta de sus historias. Por el momento, sus gobiernos no lucen bien y si nos molesta el aparente robo incontrolable de los recursos del Estado, lo que lo empeora para mí es la burla, el sarcasmo y la desfachatez que nos retuercen los corruptos en la cara a cada rato, incluso ahora que la marea ha tornado en su contra.
Por razones conocidas, el expresidente Martinelli se encuentra asilado en la embajada de Nicaragua en Panamá. Nixon mostró constricción. En una entrevista con el periodista británico David Frost, admitió que había “defraudado al país” y que “me derroté a mí mismo. Les di una espada y la clavaron. Y lo retorcieron con gusto. Supongo, que si yo hubiera estado en su posición, habría hecho lo mismo”. A falta de constricciones, queremos justicia.
El autor es comunicador social
Las denuncias del presidente José Raúl Mulino en su conferencia de prensa del pasado jueves 15 de agosto, con respecto al aparente mal uso de millones de balboas de los fondos públicos, sin controles ni informes, desajustan la tranquilidad emocional del más tranquilo de los seres humanos.
Rescato algunos párrafos publicados hace una década con el objetivo de subrayar el poco importa la responsabilidad de gobernar, con principios y decencia, alejados de las enseñanzas históricas mientras se maneja una cuota de poder. Los abusos de funcionarios durante las últimas cuatro administraciones dan cuenta de una conducta de burla que los ha llevado a cometer actos de corrupción.
Desde el inicio de los tiempos la mayoría de los gobernantes se han beneficiado por el uso y abuso del poder, ellos y sus más cercanos allegados. Gobierno tras gobierno durante los últimos 25 años tiene cuentas pendientes sobre la transparencia de sus gestiones y, si los anteriores nos indignaron, estos, los que acaban de salir, han establecido la marca que creo será difícil superar.
Queda uno pasmado con solo pensar en la cantidad de personas que pareciera haber cometido delitos que los lanzaría a la cárcel si la justicia atendiera las investigaciones hasta las últimas consecuencias. Pensaríamos que alguien se hubiera preocupado por sonar la voz de alarma desde adentro de esos círculos. Esa preocupación siempre hay que tenerla al momento de que alguien te haga un planteamiento que huele o se siente a delito.
Los políticos sabios (y de esos hay pocos en este país), también debieran conocer, por ejemplo, todos los encausamientos a figuras de alto nivel e incluso gobernantes latinoamericanos que se han dado en las últimas décadas. Por lo menos debemos asumir que el primer mandatario de la nación tenga a bien, en su estructura intelectual, los desafíos que han experimentado sus similares alrededor del mundo en materia de trasparencia y rendición de cuentas.
Como historia reciente, el caso Wartergate, para cualquier mandatario con afinidad a los Estados Unidos, es materia obligada. Es un ejercicio obligatorio para cada político, el conocimiento de la historia política y los desafíos de gobernar ante las tentaciones. Y es obligatorio que conozcan sus limitaciones, sus más íntimas debilidades como ser humano y sus taras personales; controlarlos para no enredarlos en las cosas del manejo del Estado.
Haciendo las comparaciones generales de dos presidentes (Richard Nixón de Estados Unidos y Ricardo Martinelli de Panamá), cuyas gestiones han sido muy cuestionadas, Nixon perdió las elecciones de 1964 por un estrecho margen. Ricardo Martinelli perdió las elecciones del 2004 con el 5.3 por ciento de los electores. Nixon ganó su segundo mandato con más del 60 por ciento del voto, Martinelli llegó a la Presidencia con igual margen en el 2009
Nixon poco le interesaba los asuntos domésticos de los Estados Unidos, a pesar de lo difícil de los cambios sociales y el rechazo a la guerra de Vietnam. Creía que su legado se lograría en los asuntos de carácter mundial (La apertura con China, sus negociaciones con la Unión Soviética para el tratado SALT 1 (Strategic Arms Limitation Talks) para el control de armamento estratégico nuclear, y entre otros asuntos, consideraba seriamente la negociación para un nuevo tratado con Panamá que le devolvería la soberanía sobre todo su territorio y entregaría el Canal a Panamá en un tiempo perentorio.
Para Martinelli a nivel internacional la cosa era hacer negocios. En su primer discurso en la ONU en septiembre de 2009 finalizó diciendo “We are open for business”. Prefirió la confrontación diaria y los dimes y diretes con cualquiera en la calle, las redes sociales y en los medios.
Watergate fue un evento muy complejo que puso en evidencia un sin número de delitos de Nixon y sus colaboradores. Y puso en evidencia ese mundo fantasioso en que se sumergen los que creen tener poder.
Sobre los expresidentes Juan Carlos Varela y Laurentino “Nito” Cortizo el tiempo dará cuenta de sus historias. Por el momento, sus gobiernos no lucen bien y si nos molesta el aparente robo incontrolable de los recursos del Estado, lo que lo empeora para mí es la burla, el sarcasmo y la desfachatez que nos retuercen los corruptos en la cara a cada rato, incluso ahora que la marea ha tornado en su contra.
Por razones conocidas, el expresidente Martinelli se encuentra asilado en la embajada de Nicaragua en Panamá. Nixon mostró constricción. En una entrevista con el periodista británico David Frost, admitió que había “defraudado al país” y que “me derroté a mí mismo. Les di una espada y la clavaron. Y lo retorcieron con gusto. Supongo, que si yo hubiera estado en su posición, habría hecho lo mismo”. A falta de constricciones, queremos justicia.