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- 08/03/2024 00:00
- 07/03/2024 18:14
Ante los avances tecnológicos y el aumento poblacional, todas las mujeres invierten tiempo en la actualización digital. Y en el año 2020 demostramos que una parte del trabajo laboral puede hacerse desde los rincones de cada hogar. Disciplina, adaptación y constancia fueron parte de la clave del éxito. Las mujeres de América Latina y el Caribe están siendo protagonistas de uno de los cambios culturales más grandes de la historia. Hoy es posible afirmar, en términos de las libertades conquistadas, que casi ninguna mujer quisiera repetir la vida de sus abuelas.
La igualdad avanza a pasos más lentos a pesar de los drásticos y, probablemente, irreversibles cambios producidos en las familias, el mundo del trabajo y la vida política. El malestar de las mujeres de la región pone al descubierto la brecha entre su aporte a la sociedad y el reconocimiento de que son objeto. Aunque ya ocupan espacios cada vez más importantes en la toma de decisiones y son un factor clave en el mercado de trabajo, las mujeres siguen sobrerrepresentadas entre los pobres y subrepresentadas en la política.
Los buenos resultados en esta postergación y el tratamiento de las mujeres como minoría vulnerable por parte de las políticas públicas se explica, en gran medida, por la imposibilidad de las mujeres de romper el mandato cultural que las obliga a realizar las labores domésticas, así como por la ausencia de los hombres en las actividades de cuidado.
En diversas intervenciones la ministra de la Mujer y presidenta del CIM, doctora Juana Herrera explica que casi la mitad de las mujeres mayores de 15 años no tiene ingresos propios, el número de hogares monoparentales encabezados por mujeres se ha incrementado y los hombres ocupados en el trabajo no remunerado son una minoría. Aunque gracias al trabajo de las mujeres el índice de pobreza en la región disminuye en casi diez puntos, siguen ganando menos que los hombres por un trabajo equivalente. A pesar de que han conquistado el derecho al voto y a ser elegidas, ha sido necesario adoptar medidas de acción positiva como las leyes de cuotas para que en algunos países las mujeres ocupen alrededor del 40% de los cargos de representación, mientras la gran mayoría se mantiene alejada de la toma de decisiones”.
Destaca que en la décima Conferencia Regional sobre la Mujer de América Latina y el Caribe, dos temas puntuales refuerzan la descripción de la realidad de las mujeres en las Américas. Un primer análisis señala la contribución de las mujeres a la economía y la protección social, especialmente en relación con el trabajo no remunerado y participación política y paridad de género en los procesos de adopción de decisiones a todos los niveles, se analizan a la luz de dos conceptos clave, el de discriminación, definido en el artículo 1 de la convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer, y el de división sexual del trabajo. De mucha importancia en la región ratificada por todos los países e incluso en algunos casos, como el de Argentina, Brasil y la República Bolivariana de Venezuela, forma parte, junto con otros instrumentos de derechos humanos, de la Constitución Política.
En otros países, como Costa Rica y Ecuador, varios de los principios de la convención se incorporan en el texto constitucional o se utiliza la definición de “discriminación contra la mujer” de esta convención en leyes, tal como sucede en Costa Rica con la Ley 7.142 de 1990 de promoción de la igualdad social de la mujer, en la que se establece que la expresión “discriminación contra la mujer” denota “toda distinción, exclusión o restricción basada en el sexo que tenga por objeto o por resultado menoscabar o anular el reconocimiento, goce o ejercicio por la mujer, independientemente de su estado civil, con base en la igualdad del hombre y la mujer, de los derechos humanos y las libertades fundamentales en las esferas política, económica, social, cultural, civil o en cualquier otra esfera”. Una definición similar se ha integrado en la ley de igualdad de oportunidades para la mujer de la República Bolivariana de Venezuela (1990).
“Todos los derechos humanos son universales, indivisibles e interdependientes y están relacionados entre sí”. En el párrafo 5 de la Declaración de Viena adoptada en la Conferencia de Derechos Humanos en 1993. Mientras que en el año 2015 la meta de que un 30% de mujeres ocupe las instancias de toma de decisión en la esferas política y privada empresarial. La oficina de la mujer de Belice se comprometió en su programa 20032008 a lograr el cumplimiento de la cuota del 30%, mientras algunas organizaciones no gubernamentales de la región se han adherido a la campaña de Organización de Mujeres para el Medio Ambiente y el Desarrollo (WEDO), que busca el reconocimiento de una meta del 50%.
Investigaciones
Actualmente distintas investigaciones de las prioridades contenidas en la Agenda 2030, especialmente en la ODS 5 Igualdad de Género, en alianza con la Universidad Santa María la Antigua (Usma), organizaciones de mujeres e instituciones para disminuir las brechas de género y visibilizar los problemas de las mujeres y niñas.
El estudio “Factores” intervinientes en los femicidios de mujeres indígenas ngäbe buglé y afrodescendientes” de la Usma, en conjunto con investigadores del Cenics, logró dar al Estado por primera vez datos desagregados por etnia de la extrema expresión de la violencia. En sus resultados muestra que en el periodo entre 2014-2018 hubo 115 femicidios, de los cuales 58 eran mujeres blancas; 51, afrodescendientes; mientras que 6 eran indígenas ngäbe buglé. Este estudio es el primero que se realiza en el país, con financiamiento de la Senacyt.
Otra de las investigaciones es el estudio sobre “Desigualdad de género de las mujeres en el acceso a los cargos de elección popular”, financiada por Senacyt, donde uno de sus resultados reveló que de 1945 a 2014 solo 64 mujeres han sido diputadas principales versus 657 hombres, es decir, solo el 2% de las mujeres llega a ocupar curules en la Asamblea Nacional, y la persistencia de la desigualdad política, que se vincula al tema del uso de tiempo en las tareas del cuidado diario, los estereotipos sexistas, la violencia política y la falta de sororidad, por lo que las medidas de discriminación positiva como la paridad es el camino para romper los techos de cristal existentes.
Markelda Montenegro, de Cenics, indicó que presentan investigaciones y brindan orientaciones a la población en distintos temas porque son los grupos vulnerables, y las mujeres en condiciones de desigualdad social, las que más sufren sus efectos en lo económico, interpersonal, laboral y familiar. Son ellas las que llevan la triple carga del trabajo doméstico, del cuidado, y los casos de violencia contra la mujer y las niñas.
Es importante destacar el premio anual de Femuperp, que promueve y apoya como un esfuerzo para destacar los aportes de las mujeres, y que sirva de ejemplo para motivar a otras mujeres, y por ello sentimos mucha satisfacción que este año se destaque el trabajo de mujeres líderes en distintas facetas del saber.
En la selección de Mujeres Líderes de Panamá-2024 conocimos historias y relatos que impactan por la lucha que significó romper paradigmas sociales, estereotipos marcados que evocan un gran empeño y sacrificio de las familias en lograr que las jóvenes estudiaran en el tiempo que corresponde. Muchas para costear los estudios universitarios trabajaron en actividades económicas informales (ahora conocidas como de emprendimiento). Otras debieron saltar las barreras de un esposo machista y algunas fueron encaminadas a ser muy dadivosas y altruistas. Y caminar de la mano de guías espirituales para poder olvidar y sanar las heridas.
La presencia de mujeres en la esfera pública en estos últimos años en América Latina es resultado de las luchas de varias generaciones de mujeres que exigieron un reconocimiento de igualdad de derechos. Según diversos estudios, la participación de la mujer en la vida política, su intervención en los procesos de toma de decisiones su desempeño de cargos públicos ha tenido resultados significativos en la buena gobernanza que impacta a toda la comunidad, ya que las mujeres sienten un mayor compromiso por promover soluciones a los problemas que enfrentan otras mujeres, niños y niñas.
Fortalecer la participación plena y efectiva de las mujeres y la igualdad de oportunidades de liderazgo a todos los niveles y en los puestos de toma de decisiones en la vida política, económica pública y privada del país, promueve el desarrollo social sostenible, ya que históricamente, las mujeres estamos ligadas a avances en campos tales como la educación, la infraestructura, la salud, y el derecho.
La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), analizó los resultados de las elecciones en diferentes países con una alta representatividad de la mujer. La representación femenina también ha crecido en los países sin cuotas, aunque de manera más lenta e inestable, en la medida que la presencia de las mujeres depende más de la voluntad política que de la normativa. En América Latina la evolución del porcentaje de mujeres en el parlamento es bastante disímil e inestable entre países y entre períodos, situación que no permite caracterizar a los países por un comportamiento definido. Es así que en El Salvador y la República Bolivariana de Venezuela se observan comportamientos bastante erráticos, con crecimientos abruptos y descensos entre uno y otro período. En Colombia, tras haberse mantenido un patrón estable, las cifras caen significativamente en el último período, mientras que en Guatemala no se ha podido recuperar la posición más ventajosa que tenía en 1995.
En todos los países con ley de cuotas los efectos son positivos. La representación femenina aumenta, sobre todo en la cámara baja y en la cámara única, destacándose Argentina (35%) y Costa Rica (38,6%) (véase el gráfico I.1). Cuba (36%) es una excepción, puesto que tiene un sistema político diferente. Estos países figuran entre los 10 con mayor representación parlamentaria en el mundo, junto con Ruanda (34%), Suecia (47%) y Finlandia (42%). Bahamas supera el 30% de representación femenina en la cámara alta. Sin embargo, en la mayoría de los países las mujeres no alcanzan el porcentaje de representación establecido en la ley.