‘Pared con Pared’, una comedia romántica con la música como su centro

Actualizado
  • 01/05/2024 23:00
Creado
  • 30/04/2024 16:41
De la directora Patricia Font, la cinta disponible en Netflix nos adentra a la vida de Valentina y David en una romcom que cumple su propósito de entretener

Cualquier película cuyo inicio muestre un piano de cola siendo elevado por grúa al quinto piso de un edificio de apartamentos a la mitad de una ciudad agitada, merece verse completa. Y justo eso es lo que Pared con Pared, la nueva película de la directora Patricia Font, nos trae al catálogo de Netflix.

Somos adentrados al mundo de Pared con Pared al conocer a Valentina, interpretada por la cantante española Aitana Ocaña, una pianista —cuyo piano es el que está siendo delicadamente transportado en las escenas iniciales— que está buscando abrirse camino por sí misma tras romper una complicada relación con su novio Óscar (Miguel Ángel Muñoz), un director de orquesta condescendiente y controlador.

En su búsqueda de independencia por primera vez, Valentina descubre rápidamente que la vida no será tan dulce y pacífica como esperaba, ya que detrás de la pared de su apartamento se encuentra David (Fernando Guallar), un ermitaño inventor de juegos infantiles quien le hace saber que los apartamentos tienen un “severo problema de insonorización”, por lo que se escucha todo a través de la pared.

Esta premisa lleva a Valentina y David a seguir la fórmula de las romcoms y la tropa de los “enemigos a pareja”, ya que al principio la relación es rocosa, pasando a ser tolerable y desarrollando una amistad, hasta que un evento de malentendidos crea un clímax necesario y luego un gran gesto de amor los reúne nuevamente para tener un final feliz.

La cinta es una adaptación de la comedia romántica francesa Tras la pared (‘Un peu, beaucoup, aveuglément’, 2015), de la que mantiene la esencia, pero con Guallar y Aitana a la cabeza se crea una trama basada en aprender a confiar, emprender nuevos viajes y dar paso al amor.

Además, hay constante música sonando provista por Aitana, y que se convierte en la base de su personaje, pese a no tener una directa conexión con David o los demás personajes.

Y es que Font (El maestro que prometió el mar) junto con la guionista Marta Sánchez, no está interesada en revolucionar el género en el que se apoya, pero logra dar un sentido de propósito a los personajes: Valentina tiene que lidiar con las voces internas y externas que ponen en tela de duda su talento como cantante y pianista, mientras que David lucha con las voces de una tragedia personal que lo convirtió en un agorafóbico gruñón y obsesivo incapaz de terminar un proyecto en el cual se enfrascó por años.

La cinta, con solo 98 minutos de duración, muestra los puntos adorables de la relación entre Valentina y David, apuntando a las formas en las que tener una pared en medio ayuda a su relación y a conocerse mejor sin las distracciones de vivir el día a día juntos. Sus miedos, deseos, sueños y personalidades brillan a través de las conversaciones y la edición de la cinta, cuyas escenas juegan con los planos de los dos apartamentos (siendo las locaciones principales que vemos).

Valentina es optimista y soñadora —casi dando un poco de la esencia de Amelié—, pero su propia inseguridad al no lograr conectar con una pieza de Beethoven para una importante audición (nos pasa a todos, ¿no?) toma el timón de sus acciones más de una vez, haciendo que su personaje no crezca, sino que dependa enteramente de su talento como compositora y cantante.

Su vecino, David, es un joven gruñón que se castiga día tras día con el recuerdo de su pasado doloroso y la pérdida de un ser amado, por lo que conversa con su gato frecuentemente y se mantiene aislado de las personas, excepto de su mejor amigo Nacho (Adam Jezierski).

Son opuestos en todo sentido, pero disfrutan de las cosas sencillas de la vida —como una cena de pasta con vino tinto—, y pese a que el guion parece no darles espacio para crecer y se basa en las mismas trampas que cientos de otras romcoms, vemos que poco a poco hay mayor desarrollo en la vida de David que de Valentina, aunque Sánchez quiera hacernos creer que es balanceado.

A medida que la trama avanza, Valentina toma un trabajo de medio tiempo como camarera en una cafetería gluten-free y vegan friendly dirigida por Sebas (Paco Tous), quien se presenta como la figura paterna para Valentina, rememorando las “épocas doradas” de España y cuyo sarcasmo constante y tono gruñón se convierten en actitudes adorables y graciosas en cada escena que protagoniza.

Cuando llega el momento de pesar el carácter de Valentina, la interpretación de Aitana (quien hizo su debut en la serie La última de Disney+) es superficial y unidimensional, con solo suficiente volumen en su voz para que David le escuche a través de la fina pared, pero no logra transmitir una emoción clara. Sus diálogos con Guallar son los que mantienen a flote la trama predecible y momentos de necesaria intimidad.

El coprotagonismo de Guallar logra balancear las emociones necesarias para no caer en un ritmo lento para la segunda mitad de la cinta, siendo su interpretación lo que salva múltiples escenas y brinda la química que demanda su relación con Valentina.

Y mientras Valentina se prepara en el piano, busca la ayuda de su ex Óscar, a quien Muñoz interpreta de la manera justa para que su personaje sea insoportable, pretencioso y controlador hacia Valentina, pero también brinda suficiente comedia para recordarnos que se trata de una comedia romántica. Así mismo, Carmen (Natalia Rodríguez), prima de Valentina, es un personaje que trae comedia en los momentos correctos, creando espacios en donde Valentina puede respirar y pulir sus reacciones no verbales siendo tan ‘quirky’ como quiera.

Pese a las múltiples veces que Valentina y David conversan y pasan horas conociéndose a través de la pared, los secretos de David siguen sellados, incluyendo aquella cuya “gran revelación” debería ser con Valentina, cimentando su relación, sin embargo, Font lo revela únicamente para los espectadores y se convierte en una laguna que no se resuelve, lo que deja confusión y desfavorece el crecimiento de David.

En cuanto al manejo de conflictos y clímax, Font sabe crear secuencias de “urgencia” llevando a Valentina a ser quien cargue esos últimos minutos de la cinta en la que es “todo o nada” con David. Pero el problema es que no logra vender el romance de forma creíble antes de que lleguen los momentos finales, por lo que para cuando aterrizamos en el “final feliz”, no solo es esperado, sino un poco decepcionante.

Pared con Pared no es el filme del año ni lo intenta ser, Font se mantiene en su línea de experiencia, entregando una cinta romántica que a momentos trata de ser cómica, pero adorable, con un elenco que encarna a los personajes con el corazón en el lugar correcto para llevar el mensaje de libertad, amor y diversión hasta el final.

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