• 18/12/2023 15:56

Reflexión y consideraciones finales

Un día como hoy, hace poco más de 38 lustros, nuestra hispana américa perdió físicamente a uno de sus más trascendentales e históricos prohombres, si no el más grande: el gran Libertador Simón Bolívar. La ocasión es obligante, moralmente, para honrar su memoria.

En la alocución que tuve a bien pronunciar en esta misma fecha, hace un año, por honrosa deferencia del presidente Guevara Mann, me referí a nuestra firme determinación, como bolivarianos, de promover el ideario político que nos legó Bolívar; su firme convicción republicana y el ímpetu que dedicó a establecer y afianzar en nuestro medio el sistema republicano de gobierno, el buen gobierno. Un sistema que nada tiene que ver con las causas que mantienen hoy día a la Democracia en recesión, en varias partes del planeta, tales como: la autocracia, la corrupción, el populismo cruel y engañoso, el capitalismo salvaje; también la indiferencia, el déficit de ciudadanía y una débil cultura democrática.

Nuestro presidente ha solicitado que hoy día les comparta alguna reflexión sobre mi experiencia este año que termina, al frente del Consejo Directivo Internacional del Pilar de Sociedad Civil de la Comunidad de las Democracias, y al frente también de la Red Latinoamericana y del Caribe para la Democracia. Algunas observaciones sobre esos esfuerzos por rescatar y preservar la Democracia, y promover los valores democráticos en los países que los han ido perdiendo. Lo anterior, en función del sistema republicano que nos legó el Libertador; y, particularmente, considerando el retroceso que hemos venido experimentando en nuestro país donde ciertamente, como bien lo ha expresado el Dr. Guevara Mann, enfrentamos “el descrédito de la clase política y el agotamiento de la ciudadanía antela falta de respuestas eficaces a sus necesidades, en la antesala de un proceso electoral quedebería caracterizarse por su corrección, transparencia e inclusión.”

Ha sido un año realmente intenso en lo personal, que por un lado me ha permitido la oportunidad de visitar Varsovia una vez más, para una reunión presencial del Governing Council de la Comunidad de las Democracias, en la cual nos referimos entre otros temas al surgimiento del autoritarianismo. Asimismo visité Londres, Oslo, Tallin, Buenos Aires y Guatemala, como parte del proceso de renovación del Reino Unido, Noruega, Estonia, Argentina y Guatemala como miembros de la Comunidad. Estuve más recientemente en Londres por segunda ocasión en el año, para otra reunión presencial del Governing Council en la cual abordamos temas sobre cómo hacer más resilientes nuestras Democracias, y multilateralismo y Democracia, entre otros; de allí a Varsovia nuevamente, y por tercera vez desde el año pasado, como invitado a un panel en el Warsaw Dialogue for Democracy, enfocado en el 75 aniversario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos; seguido finalmente por otra invitación a un panel en ocasión de la Asamblea Anual del Asia Democracy Network, que tuvo lugar hace menos de un mes en Bangkok, Tailandia, sobre el trabajo para la programación y consolidación de una Democracia revitalizada e interconectada. Además de todo lo anterior, también me correspondió en este año que termina viajar a Washington para la Asamblea General de la OEA, y a Ginebra para temas relacionados con la defensa y promoción de los Derechos Humanos y el rescate y apuntalamiento de la Democracia como sistema de gobierno.

Al mismo tiempo, como muchos, y de ello son testigos algunos de los presentes hoy día, no hemos dejado de tratar de incidir, en equipo con otros compatriotas, en la salvaguarda de nuestra Democracia, aquí en el terruño, en el periodo de mayor retroceso y amenazas al sistema republicano desde que recuperamos la Democracia, mientras nos encontramos en un proceso electoral preñado de todo tipo de riesgos.

Puedo concluir sin temor a equivocarme, que esas causas que han debilitado nuestro sistema republicano, que han causado un retroceso en nuestra vida democrática, no son exclusivas de nuestro país; se han dado y se dan en varios países alrededor del mundo; asimismo concluyo, también sin temor a equivocarme, que el malestar por el ultraje a la soberanía popular por parte del desgobierno tampoco es exclusivo de nuestro país. La sociedad civil a nivel mundial, que deseablemente debería estar más organizada y trabajar mancomunadamente con otros sectores, se mantiene viva, intentando incidir en forma constructiva.

Entre todos los males, a nivel mundial, debo señalar que destaca la corrupción; un flagelo que ha ido por décadas carcomiendo la fibra moral de nuestras sociedades; hemos empezado a entender que para combatirla se requiere, primero que todo, ser ciudadanos a tiempo completo; y con esto quiero decir que como ciudadanos tenemos ciertamente derechos, pero también deberes; y que uno de estos deberes consiste en mantener una ciudadanía activa, cuyo ejercicio se caracterice por la práctica de principios éticos y valores morales; sobre todo al momento de elegir, en forma informada y votando a conciencia; es decir en favor de las personas más capaces, comprometidas y honestas; ponderando el interés general y nacional sobre todas las cosas.

Luego de los últimos acontecimientos en nuestro país relacionados con el tema minero, su impacto negativo en el país y el deterioro de la paz social, en la antesala de las elecciones generales que tendrán lugar en menos de 5 meses, existe mucha incertidumbre sobre la situación política y los enormes retos socio políticos y económicos; sobre la vigencia misma de la Democracia como sistema.

En lo personal, eterno optimista, sí veo la luz del otro lado del túnel, y tengo la convicción de que de ésta saldremos fortalecidos; que se abre un camino de oportunidades, a pesar de que vamos cuesta arriba, aunque tomará algún tiempo. Panamá ha dado muestras en el pasado de su resiliencia democrática; nuestras ventajas comparativas y competitivas se mantienen, es menester apuntalarlas; y las ganas y arrestos nos sobran para lograr el cometido.

Y una de las razones que sustentan mi optimismo lo es la protesta pacífica que se dio espontáneamente, lo cual es parte de una Democracia en vigencia; sobre todo porque estuvo protagonizada por miles de jóvenes quienes literalmente salieron de las redes y a nivel nacional. Y que salieron a protestar pacíficamente no solo por el tema minero, sino por la acumulación de abusos, de varios gobiernos seguidos, sobre todo, repito, ante la corrupción rampante. Si podemos lograr un liderazgo asertivo e incidencia positiva por parte de esa juventud, que se traduzca en un alto porcentaje de participación en las próximas elecciones mediante el voto informado y a conciencia en pro del bien común, y que posteriormente se traduzca también en mantenerse vigilantes, con virtud cívica, de que esa delegación del poder soberano sea ejercida como corresponde, podremos entonces robustecer nuestro sistema republicano, aquél que nos legó Bolívar, y juntos salir del atolladero en el cual nos encontramos inmersos por culpa de los distintos grupos de poder.

Así como la corrupción destaca a nivel mundial entre los males que azotan nuestros sistemas democráticos, así también, como mejor mecanismo o herramienta para combatir éste y otros flagelos, destaca la crucial importancia del diálogo constructivo. Pero un diálogo efectivo, multi sector; al mismo nivel entre sector público / político / gubernamental, sociedad civil, sector privado y trabajadores; con el compromiso de construir consensos sin descalificar la opinión distinta, en función de una visión compartida. Y en Panamá sin duda alguna tenemos una vocación de diálogo, que es preciso rescatar.

Destaca también a nivel mundial, y sin duda alguna en Panamá, la importancia de abocarse a dedicar todos los esfuerzos para lograr una educación de calidad, y paralelamente la necesidad de promover nuevos liderazgos, sobre todo en la juventud, basados en valores y orientados en principios, con énfasis en el civismo.

No en balde sentenció nuestro presidente de la Sociedad Bolivariana un día como hoy hace un año, en este mismo histórico recinto, que “toca a la Sociedad Bolivariana hacer todo lo que esté a su alcance para difundir en la población panameña el civismo, el patriotismo y el conocimiento del republicanismo, no solo como forma de gobierno, sino -más extensamente- como forma de vida, basada en la virtud cívica, el cumplimiento del deber y la entrega al servicio de la comunidad.”

Panamá lo tiene todo para ser un país de primer mundo, con prosperidad extendida, bienestar general, paz social; para lograr el augusto destino que para nuestro país señaló el Libertador en su histórica Carta de Jamaica. Pero en la actual coyuntura, y mirando a futuro, se requiere para ello, ya, tener el patriotismo para empinarnos sobre tanto lastre y trabajar arduamente para lograr la unión; así como lo supieron alcanzar conservadores y liberales hace 120 años, y así revisar y adecuar nuestra Constitución Social, misma que entre otras cosas deberá producir también las necesarias mejoras en nuestra Constitución Política. Solo así podremos acometer nuestro Tercer Proyecto Histórico: El Desarrollo Humano y Social.

Les agradezco su atención, y en especial a nuestro presidente de la Sociedad Bolivariana de Panamá por su deferencia de siempre, al tiempo que le felicito y exhorto a redoblar esfuerzos para bajo su liderazgo seguir llevando “a cabo [desde la Sociedad Bolivariana] una labor educativa, encaminada a promover el civismo, el fortalecimiento de la identidad nacional y el conocimiento de nuestra historia”.

El autor es primer vicepresidente de la SBP

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